SYMBOLOS
Revista internacional de
Arte - Cultura - Gnosis
 
Las letras de Bereshit en los ángulos del octaedro de la cruz tridimensional.

EL SIMBOLO DE LA CRUZ EN EL GENESIS
Y LA PALABRA BERISHIT *

ANA EMILIA AGUERO DE CHAZAL

El templo oculto

Las Sagradas Escrituras poseen una arquitectura interior, secreta e invisible, que se revela a través de los niveles más profundos de significación. Porque el libro sagrado está compuesto por diferentes niveles de sentidos, estos son representados a través de la metáfora de la nuez como de la palabra Pardes1 en la tradición cabalística; y es allí, en los niveles de sentidos más ocultos donde emerge la estructura secreta como una extraordinaria construcción.

Podríamos comparar esta arquitectura oculta con un templo, un templo perdido, secreto, que permanece invisible a nuestra comprensión; y en este sentido el templo sagrado que constituye la arquitectura interior de las Escrituras se corresponde con el templo de Salomón, el cual ha sido destruido, destrucción que en realidad representa permanecer invisible, inaccesible, como el mismo paraíso terrenal, como la luz primordial que se ha ocultado de los hombres.

El sentido secreto contenido en las Escrituras, es alojado en esta estructura invisible que soporta las capas exteriores de significación, así como la estructura ósea soporta los músculos y la piel, conteniendo el hueso debajo de ellos, escondida la médula; de la misma manera que la arquitectura interior contiene la luz de la verdad del libro sagrado.

Esta estructura solo se revela en partes y nunca lo hace de manera total e integral, pero cada pequeña porción de esta magnífica construcción que se devela representa nuevos despertares en nuestro entendimiento; los cuales nos permiten ver en simultaneidad sus elementos con sus complejas relaciones, liberándonos así de la densa linealidad del sentido más superficial, el literal; el cual esconde como la dura cáscara de la nuez o de la almendra2, la semilla secreta que posee la capacidad de la regeneración de todo el ser. Porque el camino de descubrimiento del templo interior, que constituye el corazón de las Escrituras, implica un camino que nos guía a nuestro propio centro sagrado, el corazón del hombre.

El desvelamiento del templo oculto representa el despertar de la visión superior con el sentido de la simultaneidad, que nos libera de la linealidad a la que nos encadena el tiempo y nuestro pensamiento.

Esta construcción invisible comienza a revelarse especialmente a través de la primera palabra del Génesis y la Tora, Berishit, donde el fin del ciclo está descripto “en el comienzo”; cuando esta palabra nos señala el misterio de la Creación, pero al mismo tiempo nos revela el de la Re-generación presentándonos al Mesías, quién ya está anunciado “en el Principio”.

En esta arquitectura existen complejas relaciones entre sus elementos, expresadas a través de formas analógicas y ramificadas que se superponen entre sí, formas hologramáticas, donde el todo puede estar contenido en una parte contenida dentro del todo. Así vamos a observar que la primera letra de la Tora, la Bet, contiene la estructura de la primera palabra, Berishit; y esta primera palabra, contiene un conocimiento inscripto en el capítulo que ella encabeza, el Génesis, primer capítulo de la Tora, especialmente en el comienzo de este. Y tanto esta primera palabra como la primera parte de este capítulo nos revelan una forma, la cual representa la propia estructura que los soporta, forma que se relaciona con el misterio de la Creación pero también con el misterio de la Salvación; y esta forma, no es otra que el símbolo de la Cruz, símbolo ligado indisolublemente al Mesías.

………..

En este texto vamos a presentar en particular el tema de la manifestación del símbolo de la Cruz en el Génesis como en la palabra Berishit, símbolo unido al misterio de la Creación como al de la Salvación. Porque la primera palabra de la Torá, que es la primera palabra del Génesis, Berishit, “en el principio”, contiene tres grandes misterios: Creación, Caída y Salvación, los cuales nos señalan el movimiento de la rueda cósmica.

Para develar el símbolo de la cruz, vamos a partir describiendo un ternario presente en Berishit, para luego abordar el tema del cuaternario y finalmente el septenario, con la cruz tridimensional manifestada en esta palabra como en el principio del capítulo que ella encabeza.

La creación a partir del Verbo

En la tradición hebrea las letras poseen un poder creacional, porque Dios crea al mundo por medio de la palabra, nombrando a las cosas, de modo que la palabra forma parte de la existencia de las cosas. Por esto en el Verbo está el origen de la Creación, cuando Dios mismo se manifiesta en forma de Verbo. En este sentido los cabalistas nos enseñan que el término dabar, significa tanto “cosa” como “palabra”, lo que parece señalar que ambos comparten una misma esencia, formando partes integrales de una misma realidad.

El Verbo, manifestado en tiempos de la creación de la materia, existía antes bajo la forma de Pensamiento, ya que si la palabra es capaz de expresar todo lo material, le es del todo imposible expresar lo inmaterial. Precisamente por esto está escrito: Y dijo Dios (Way-yomer elohim). Es decir, Dios se manifiesta bajo la forma del Verbo, produciendo un sonido audible desde fuera. Añaden las sagradas escrituras: Que sea la luz (yehi or). (Gen 1:3), pues toda luz procede del misterio del Verbo.3

La letra Bet como matriz primordial de la Creación

La primera letra con la que comienza la Tora constituye uno de los profundos misterios de la Cábala. Esta letra, es la בּ Bet, la primera letra de la palabra Berishit. La letra בּ Bet (בֵּת) es llamada también בֵּית Beit (casa) porque se dice que su forma representa una casa. Si nos preguntamos por qué motivo el texto sagrado comienza con ella, podemos vislumbrar la respuesta en la contemplación de su propia forma; es que esta letra expresa la idea de un espacio habitable, continente; y si con ella comienza la Tora a través del Génesis, es justamente porque ella simboliza la matriz primordial de la que surge todo lo creado, representando esta letra un principio femenino, el útero, la matriz primordial de la Creación.

El mismo nombre de la letra בּ Bet nos está indicando que ella representa la matriz primordial; porque este nombre, בת (Bt), está compuesto por la segunda y la última letra del alfabeto hebreo, ב bet y ת tav; o sea que Bet contiene potencialmente todas las otras letras, menos el א alef, la primera letra del alfabeto hebreo.

Si bien el valor del alef es 1 (la unidad), su nombre responde al valor 111, el mismo valor de la palabra קטב polo (qteb en hebreo); esta misma correspondencia se establece con respecto al alif, la primera letra del alfabeto árabe de valor 1, cuyo nombre responde al mismo valor que la palabra polo (qtub en árabe), el número polar, 111. El polo representa el axis mundi, un principio axial, la función axial masculina; por esto y por su forma vertical Guénon afirma que el alif es masculina, lo mismo vale para el alef hebreo. El alef representa entonces desde este aspecto el principio axial masculino que fecunda la matriz primordial representada en la Bet; y el fruto de esta fecundación es expresado por el punto en el interior de la בּ Bet, punto que simboliza la simiente divina de la que surge toda la Creación.

Otra cuestión que importe a destacar con respecto a esta letra Bet, es que entre ella y la palabra Berishit, “en el principio”, existe una relación de orden hologramático, es decir, que la letra Bet que forma parte de esta palabra, contiene la misma estructura presente en la palabra Berishit; porque el principio hologramático manifiesta que: el todo está contenido en la parte contenida dentro del todo. Lo que nos está señalando la presencia de este principio, es precisamente que la palabra בְּרֵאשִׁית Berishit comienza con בּ Bet y termina con ת Tav, las dos letras que conforman el nombre de la Bet (בֵּת), lo cual parece estar indicándonos que aquello que está contenido en la palabra Berishit, igualmente se presenta en la letra Bet, la primera letra de esta palabra.

Si observamos lo que está contenido entre la primera y la última letra de בראשית Berishit (que forman el nombre de la בּ Bet), es: la palabra ראש rosh (cabeza) y la letra י Iud (la más pequeña de todas las letras, cual punto), llamada por los cabalistas “el punto luminoso, cabeza de la Creación”. Es este punto luminoso cabeza de toda la Creación que debe estar contenido entonces dentro de la propia letra בּ Bet, representado justamente por el punto en el interior de ella, contenido como en una matriz; existiendo entonces una correspondencia entre este punto en el interior de la בּ Bet y la letra י Iud dentro de Berishit, los cuales han de representar el mismo principio.

La letra Bet, parece simbolizar entonces la matriz primordial donde se gesta el germen de origen divino del que parte la Creación, lo que convierte a esta letra por un lado, en la “Casa del Mundo”, como la llaman los cabalistas, pero también en la “Casa de Dios”, porque si bien ella es la matriz original de la que surge todo lo creado, toda la Creación surge solo a partir de una simiente divina que se gesta en su interior.

El Padre, la Madre y el Hijo manifestados en el Principio

Podemos observar entonces que la palabra בְּרֵאשית Berishit, “en el principio”, contiene la presencia de un ternario, es decir, un conjunto formado por tres aspectos divinos. Este ternario está compuesto por un término activo masculino, otro pasivo femenino y un tercero que representa la síntesis de los dos primeros principios; a los que podemos caracterizar como el Padre, la Madre y el Hijo y sintetizar a través de tres letras: א alef 4, בּ bet y י iud 5 dentro de בְּרֵאשִׁית Berishit. Pero además las tres letras restantes (señaladas en rojo) que se encuentran intercaladas entre ב beth, א alef y י iud, forman la palabra Reshet רשת, palabra que significa: red, malla, cuadrícula; y la forma que nos señalaba esta palabra (reshet), presenta un conjunto de líneas horizontales atravesadas por líneas verticales, donde de cada punto de conjunción entre dos líneas emerge la imagen de la cruz.

Esta imagen que surge a partir de la manifestación de la palabra Reshet, dentro de Berishit, remarca los principios expresados por medio de las tres letras del ternario: א alef, como el principio activo masculino corresponde a la línea vertical; בּ bet, como el principio pasivo femenino corresponde a la línea horizontal; y la י iud (que es como un punto) al representar el germen divino, síntesis de ambos, el hijo, va a corresponderse entonces con el punto de conjunción entre la línea vertical y la horizontal, punto del que emerge la imagen de la cruz; por otra parte, el mismo valor de la iud, el 10 (donde el uno es activo y el cero pasivo), se corresponde en diferentes culturas con la cruz6,

Además, estos tres principios: Padre (activo masculino), Madre (pasivo femenino), e Hijo (andrógino, síntesis de los dos primeros), son repetidos a través de las mismas letras que conforma la palabra Reshet (resh, shin y tav), dentro de בְּרֵאשִׁית Berishit. Porque la resh de valor 200, se reduce a 2, y la shin de valor 300, se reduce a 3, por lo tanto la primera letra par representa el principio pasivo, y la segunda letra impar el activo. Con respecto a estos números dentro de la tradición China Guénon manifiesta en La Gran Tríada, que:

Ahora bien, a lo que es menester prestar atención, es que aquí la unidad, al ser propiamente el principio del número, no se cuenta ella misma como un número; en realidad, lo que la unidad representa no puede ser sino anterior a la distinción del Cielo y de la Tierra, y ya hemos visto en efecto que corresponde al principio común de éstos, Tai-ki, el Ser que es idéntico a la Unidad metafísica misma. Así pues, mientras que 2 es el primer número par, es 3, y no 1, el que se considera como el primer número impar; por consiguiente, 2 es el número de la Tierra y 3 el número del Cielo; pero entonces, puesto que 2 es antes que 3 en la serie de los números, la Tierra parece estar antes que el Cielo, del mismo modo que el yin aparece antes que el yang; se encuentra así en esta correspondencia numérica otra expresión, equivalente en el fondo, del mismo punto de vista cosmológico de que hemos hablado más atrás a propósito del yin y del yang. (René Guénon, La Gran Tríada, pág. 47).

Guénon observa que el número 1 representa la unidad que es anterior a toda diferenciación entre el principio activo y el pasivo. Por esto dentro de la tríada de letras Bet, alef, iud, hemos considerado el valor del nombre del alef 111, el número polar axial, su función vertical para representar el principio masculino; porque el alef se corresponde con el alif del alfabeto árabe, llamada la letra polar, la cual es masculina, en tanto que la be árabe es femenina, misma correspondencia existe entre el alef y la bet hebreas.

El número 2 es la Tierra nos dice Guénon, por lo tanto este es un número yin, pasivo; y el número 3 (y no el 1) es el número del Cielo, por lo tanto es yang, activo. Por esto el 2 al que se reduce la resh (200) representará el principio pasivo femenino, y el 3 al que se reduce la shin (300) al principio activo masculino dentro de la tríada de letras resh, shin, tav que forma la palabra reshet en Berishit.

Entonces tenemos que hay una correspondencia entre alef, bet, iud, y la segunda tríada de letras, resh, shin tav. Porque la ר resh se corresponde con el ב bet7 en su posición, forma y el valor numérico representando el principio femenino; mientras que la ש shin con el א alef 8, representando el principio masculino; y finalmente la ת tav con la י iud. Esta letra tav, nuevamente se relaciona (como la Iud) con la cruz que simboliza la conjunción de ambos principios (activo y pasivo), porque su valor 400 responde al cuaternario al reducirse a 4, así como el valor de la iud responde al denario, y porque la forma arcaica de la tav era justamente una cruz.

La relación entre el denario y el cuaternario expresada a través del tercer término del ternario de Berishit (representado en la letra iud de la primera tríada, y la tav de la segunda tríada), está manifestada también en la ley de la tetraktys pitagórica:


1 + 2 + 3 + 4 = 10

O inversamente, en la fórmula que nos describe la división del Manvántara:


10 = 4 + 3 + 2 + 1

Ambos valores, el cuaternario y el denario, están relacionados entre sí y con la cruz que representa la conjunción del principio activo masculino con el pasivo femenino. La letra tav (como la iud de la primera tríada) representa entonces este tercer principio del ternario, es decir, el hijo divino, y este principio está ligado con la cruz, según lo indican estas relaciones.

Dijimos que la palabra Berishit contiene en ella tres grandes misterios: Creación, Caída y Salvación. El primer y el tercer misterio que representan la Generación y la Re-generación del mundo, dentro de la palabra Berishit parecen presentarse a través de los mismos principios pero dispuestos según un orden de analogía inversa. En este orden inverso de simetría, el tercer principio del ternario representado en la letra iud, dentro del misterio de la Creación (Generación) representará el germen divino del que todo parte, nacido del matrimonio del Padre y la Madre o el Esposo y la Esposa, que representan al aspecto masculino y femenino de la Divinidad; y desde el misterio de la Salvación (Re-generación) representará a la simiente divina encarnada, que viene a regenerar el mundo, es decir al Mesías.

La relación entre el denario y el cuaternario

Vimos que en la correspondencia establecida entre las tres letras: בּ beth, א alef y י iud, que representan al ternario, con las tres letras restantes que conforman la palabra Reshet en בְּרֵאשִׁית Berishit, es decir: ר resh, ש shin y ת tav, a la letra iud de valor 10, que representa el tercer término del ternario, el hijo divino, le corresponde la letra tav de la segunda tríada, y esta letra se relaciona también con la cruz (como la iud), porque su valor 400 se reduce a 4, el cuaternario, ya que en la correspondencia entre las figuras geométricas y los números la “cruz representa el cuaternario bajo su aspecto dinámico, mientras que el cuadrado lo hace bajo su aspecto estático…” advierte Guénon. Y por otra parte, la forma de la letra tav arcaica era una cruz y es el origen de la tau griega; ambas letras representan el tercer término del ternario, la iud y la tav, sus respectivas formas arcaicas son el origen de la iota y la tau griega, dos letras relacionadas con Jesús, en la tradición Cristiana.

Pero además teniendo en cuenta la imagen que emerge con la palabra Reshet9 (en Berishit), al tercer término del ternario, es decir, al Hijo, representado en la letra iud (de la primera tríada), le corresponde el lugar de aquel punto de conjunción donde la vertical se une con la horizontal, punto del que surge la imagen de la cruz; entonces aquí nuevamente se establece la relación entre la iud y la cruz, entre el denario y el cuaternario. Y donde la iud al señalar aquel punto de conjunción de las perpendiculares, nos está marcando además el eje de la rueda, porque el punto de unión del eje horizontal con el vertical en el simbolismo de la cruz representa el eje de la rueda cósmica, símbolo del Manu en la tradición hindú.

Podemos observar entonces, que en esto que parece un detalle casi imperceptible e insignificante, hay por el contrario una profunda correspondencia de enorme significación; entre la forma de la iud, y su valor 10, con la imagen de la cruz que emerge de la palabra resht, como así también con la última letra que compone esta palabra, la tav10, cuyo valor se reduce a 4. Relación que une la imagen del círculo con la cruz, porque el denario es el número que corresponde a la imagen geométrica del círculo con el punto en el interior (tengamos en cuenta que la circunferencia representa siempre el ciclo); mientras que el cuaternario representa a la cruz en su aspecto dinámico, como también a las fases que componen un ciclo completo, por ello la fórmula: 10 = 4+3+2+1, describe las cuatro edades que integran un ciclo cósmico, reuniendo al denario con el cuaternario en la imagen de la rueda cósmica.

 

+ =

   

Ambas figuras, el círculo con el punto en el interior que responde al denario y la cruz que responde al cuaternario, nos dan unidas la imagen de la rueda que representa el movimiento de los ciclos. Y al mismo tiempo esta correspondencia nos señala que la imagen de la cruz está unida al tercer término del ternario, el que se identifica con el punto de conjunción donde se une la vertical que responde al principio activo, con la horizontal que responde al pasivo, tercer término representado en la iud (y también la tav en la segunda tríada de letras), el hijo divino, que simboliza al Mesías en el nivel del misterio de la Salvación, y el lugar señalado para él según lo indican estas correspondencias, responde al eje de la rueda cósmica, símbolo de Manu.

La cuadratura del círculo

La relación entre el denario y el cuaternario, expresada a partir de la letra iud de la primera tríada (bet, alef, iud) y la tav de la segunda tríada (resh, shin tav), las dos letras que representan el tercer término del ternario, es decir, el hijo divino, además de señalarnos la imagen de la rueda cósmica, nos indica también otra imagen que está ligada al movimiento de los ciclos. Esta imagen vincula el círculo con el cuadrado, porque si la representación dinámica del cuaternario es la cruz, la estática es el cuadrado. Esta relación entre el círculo y el cuadrado nos habla sobre el tema de la “cuadratura del círculo”, vinculada a la relación entre el Paraíso Terrestre y la Jerusalem Celeste, dos símbolos que ligan el fin de un ciclo con el comienzo de otro.

La forma del 'Paraíso terrestre', que corresponde al comienzo del ciclo, es circular, en tanto que la de la 'Jerusalem celeste', que corresponde a su fin, es cuadrada; y el recinto circular del 'Paraíso terrestre' no es otra cosa que el corte horizontal del 'Huevo del Mundo', es decir, de la forma esférica universal y primordial".11

La forma del Paraíso terrestre era circular al ser una proyección directa de la forma celeste durante el comienzo del ciclo, y en realidad solo al final de este, cuando la Jerusalem Celeste desciende del cielo a la tierra, al término de ese descenso entonces es cuando adquiere su forma cuadrada.

"La reconstitución debe obrarse al final del mismo ciclo; pero en ese caso, en la figura de la Jerusalem celeste, el círculo es reemplazado por un cuadrado, y este indica la realización de lo que los hermetistas designaban simbólicamente como la 'cuadratura del círculo': la esfera, que representa el desarrollo de las posibilidades por la expansión del punto primordial y central, se transforma en un cubo cuando este desarrollo está acabado y que el equilibrio final es alcanzado para el ciclo considerado".12

El reemplazamiento del círculo por el cuadrado supone una trasformación de la rueda de los ciclos cósmicos, con el detenimiento de la rotación “y su fijación en un estado final que es la restauración de un estado primordial, cuando sea alcanzada la manifestación sucesiva de las posibilidades que contenía este”. Pero esta fijación no es definitiva ya que en el encadenamiento de los ciclos la Jerusalem celeste debe devenir en el Paraíso terrestre del ciclo futuro.



Continuación

Novedades

NOTAS

* Ana Emilia Agüero de Chazal es Licenciada en Artes plásticas por la Facultad de Artes de la provincia de Tucumán, Argentina, con especialidad en escultura; ha publicado también en nuestra Revista: "El nombre Emmanuel a la luz de la Tradición Perenne" así como "La Virgen". El presente texto es una adaptación de la autora a partir de dos capítulos de un libro que está preparando. Algunos diagramas se reproducen de Introducción a la Ciencia Sagrada.

1 La palabra Pardes significa vergel, es el origen de la palabra Paraíso. Pardes es entendido como un acróstico compuesto por cuatro palabras que representan los cuatro niveles de interpretación del texto sagrado: Peshat (sentido literal), Remez (la alusión), Deras (las enseñanzas de la tradición) y Sod (el secreto).

2 Almendra לוּז se pronuncia “luz” en hebreo, Guénon advierte que esta palabra representa lo que está oculto, escondido, secreto; como la semilla escondida debajo del hueso, pero que sin embargo tiene el poder de la regeneración del ser. Podríamos entender este concepto como un símbolo de la luz primordial secreta y oculta.

3 El Zóhar (I, 16b).

4 La letra hebrea Alef representa como el Alif árabe, el principio activo masculino, porque su nombre corresponde al valor 111, el mismo número de la palabra polo (en árabe kutb y en hebreo kteb existe la misma correspondencia). El polo representa la función axial, vertical y por ello masculina.

5 La letra iud, es la más pequeña de todas las letras, es como un punto, esta letra es llamada por los cabalistas el punto luminoso cabeza de toda la creación, el germen divino del que todo parte. Esta letra representa el tercer principio del ternario, compuesto por el Padre, la Madre y el Hijo, representando al germen divino que nace del matrimonio del Padre y la Madre.

6 El número 10 se relaciona con el símbolo de la cruz en diferentes culturas tradicionales, nos dice Guénon, por ejemplo en la cultura china el 10 es representado por la cruz, o también dentro de los números romanos, el 10 es simbolizado por una X, la cual es una cruz dispuesta de otra manera.

7 La letra ר resh por su posición se corresponde con la beth (al ser la primera dentro de su tríada), y al poseer el valor 200, que se reduce a 2, mismo valor de la ב Beth. El 2 es un número par y por lo tanto es femenino, por ello la resh como la Beth representará el principio femenino dentro de su tríada.

8 La shin, ocupa el mismo lugar que el alef dentro de su propia tríada, y es de valor 300, valor que al reducirse a 3 se corresponde con el valor del nombre del alef 111, que también se reduce a 3, y al ser impar representará el principio masculino.

9 La manifestación de la palabra Reshet (red, malla, cuadrícula) dentro de Berishit, nos señala la presencia del simbolismo del tejido contenida en esta palabra. Y el símbolo de la cruz que se manifiesta en la palabra Berishit, está inmerso dentro del mismo simbolismo del tejido, sobre el cual no nos ampliaremos en este texto por razones de espacio. Pero podemos advertir, que este simbolismo no solo está presente en la palabra Reshet que nos señala el cruce perpendicular de los hilos de la urdiembre atravesados por los de la trama; sino en toda la integridad de la palabra Berishit. Porque las tres letras restantes: Bet, alef y iud, también participan de este simbolismo, representando el alef como principio axial la lanzadera del telar, que atraviesa la matriz del tejido representada en la Bet (el principio femenino); mientras que la letra iud, que es como un punto, representará el punto de cruce que produce la lanzadera al atravesar los hilos de la urdiembre, punto en el que se manifiesta el símbolo de la Cruz.

Dentro del simbolismo del Bordado, la letra iud (que simboliza al hijo divino), representará el punto producido por el huso (el alef) y el hilo sobre la tela (la bet), punto que sostiene el hilo extendido verticalmente desde el huso, representando el axis mundi que desciende del Cielo con el Padre y es sostenido desde la matriz, la tierra por el hijo divino.

10 Observemos que así como entre la primera letra de Berishit, la Beth, y esta palabra existe una relación hologramática; también entre la palabra Reshet (contenida en Berishit) y su última letra, la tav, hay una relación hologramática, porque la forma que emerge con reshet nos señala el principio de la cruz, el mismo que está inscripto en la letra tav, por su valor asociado al cuaternario, y porque su antigua forma era una cruz.

11 René Guénon, Le règne de la quantité…, p. 191.

12 René Guénon, El Rey del Mundo. Luis Cárcamo, Madrid 1987, p. 113-114.




Estudios generales


Home Page