EL SIMBOLISMO EN EL ARTE INDIO, EGIPCIO Y AZTECA
EDWIN CORREA*
 

A lo largo de la historia de la humanidad el arte constituye un espejo en el que los seres humanos ven reflejada su propia realidad, y esto no sólo en cuanto al mundo material, sino a una realidad más sutil que pertenece a las regiones del espíritu, a los secretos recovecos de la mente superior del hombre. Los símbolos son a menudo los elementos que permiten conocer  aunque en forma velada una sabiduría, un estado de alma o una etapa de evolución espiritual y material en la vida de una civilización.

Cuando el símbolo se manifiesta en el arte nos comunica una idea, un mensaje, quizás una creencia o un mito lejano, pero jamás comunica algo que no exista en la realidad concreta o abstracta del mundo. Tres ejemplos de civilizaciones no europeas en la historia del arte nos pueden ayudar a apreciar mejor los alcances del símbolo y sus connotaciones particulares, aunque no aprehendamos del todo su significación más profunda, ya que existen secretos en las obras que no se dejan alcanzar por las interpretaciones personales más inteligentes, por este motivo y para evitar caer en errores me he apoyado en autores que por su conocimiento en la materia pueden ayudarnos a realizar un acercamiento más certero al universo de los símbolos presentes en el arte indio, egipcio y azteca.

Arte de la India

El carácter simbólico del arte indio es evidente y muy probablemente por la falta de familiaridad con la religiosidad, la mitología y la filosofía del pueblo indio, en el pasado algunos eruditos occidentales no libres de prejuicios estéticos y religiosos, vieron en la escultura india figuras “horribles y grotescas”, desprovistas de toda belleza. Kali, quizás la divinidad femenina más importante dentro del hinduismo es un ejemplo de lo anterior. Su aspecto puede parecer grotesco a primera vista, pero ella para los indios es la Madre Divina y simboliza lo bueno y aterrador presente en la naturaleza cósmica, ella posee los atributos de la creación, conservación y destrucción de todo cuanto existe.

Como otras deidades en el arte indio, Kali posee cuatro brazos. Un artista indio ya desaparecido Sananda Lal Gosh, en la emotiva biografía que escribiera sobre su hermano, el mundialmente conocido Swami Paramahansa Yogananda nos describe la simbología de Kali, he aquí un corto extracto de su obra “Mejda”.

“Sus dos brazos derechos representan Su poder para crear universos y conceder bendiciones y salvación a Sus devotos. Sus dos brazos izquierdos blanden una cimitarra y una cabeza decapitada, respectivamente. Estas representan Su poder para conservar el cosmos y causar su disolución en el Espíritu cuando Ella haya concluido Su danza de la creación”.

En las representaciones pictóricas de Kali también se pueden observar un collar que lleva puesto, este es un rosario de cráneos que viene a representar el alfabeto sánscrito compuesto de cincuenta sonidos. Sus tres ojos condensan los estados del mundo: creación, conservación y destrucción, se dice que en la luz de sus ojos toda ignorancia queda aniquilada. Sus dientes brillantes que muerden su lengua roja colgante evoca la cualidad que los indios llaman sattva, presente en los sabios, es la cualidad que discierne y purifica; su lengua roja es rajas, la cualidad de la naturaleza presente en el hombre de acción; su pecho expresa la ternura maternal, Kali es el sustento de la creación y por tanto de sus hijos; su cintura rodeada de manos humanas indica el ciclo de reencarnaciones por las que el alma debe pasar y que son el producto de acciones equivocadas y  deseos insatisfechos.

Tal vez nos parezca un tanto difícil de entender en principio, pero la trascendencia del arte y el pensamiento indio no han dejado de influir en Occidente. En la obra singular del francés Gustave Moreau confluyen las influencias de Delacroix, el arte del Renacimiento italiano y lo que el novelista J.K. Huysmans llamo equivocadamente “artes hieráticas de la India”, ya que su hieratismo es apenas perceptible y por el contrario en la mayoría de obras de arte indio se aprecia un gran dinamismo. Moreau como figura clave del movimiento simbolista en Francia en el campo de las artes plásticas, nos legó en su Júpiter y Semele de 1896, una obra que recuerda en forma impresionante el simbolismo indio.

El Arte de Egipto

No se puede conocer el mundo egipcio sin apelar a sus numerosos símbolos presentes en su arte, como muy bien lo hace saber el egiptólogo Richard H. Wilkinson:

“Los egipcios buscaban representar muchas de sus creencias religiosas e ideas sobre la naturaleza del cosmos a través de los símbolos. En este sentido se utilizaron objetos simbólicos y pinturas para destacar lo trascendental y lo intangible”.

Cualquier estudio sobre el arte egipcio debe tener en cuenta por tanto los símbolos empleados por los antiguos artistas egipcios, en los que se narraba y representaba la vida del hombre y sus ocupaciones, así como sus divinidades. Los símbolos fueron empleados como especie de amuleto para librar al egipcio del mal en la vida y después de la muerte, la creación y el origen de la vida también tuvieron manifestaciones simbólicas. Isis, la divinidad femenina mejor conocida por la mente occidental se la halla en no pocas estatuas y amuletos. En estas, Isis, esposa de Osiris, el dios supremo del mundo subterráneo, en posición sedente amamanta a su hijo Horus. Muy probablemente con la llegada del cristianismo tal imagen fue trasplantada  por los artistas para representar a la Virgen María y el Niño.

Pero la anterior no era la única forma en la que se solía representar a Isis, también aparecía en el arte egipcio llorando la muerte de su esposo Osiris o protegiendo al dios sol en su nocturno viaje por el mundo subterráneo. Debe tenerse en cuenta que tanto los jeroglíficos, como los colores, materiales y números empleados por el artista egipcio forman el lenguaje simbólico propio de la sabiduría de los antiguos iniciados. Egipto siempre fue por mucho tiempo una civilización envuelta en el hermetismo.

Durante el Renacimiento y particularmente en el círculo del filósofo italiano Marsilio Ficino existió un fuerte interés por el antiguo Egipto. Los obeliscos egipcios cobraron tanta importancia, que la palabra “obelisco” circuló por entonces en varias lenguas europeas y estos fueron entendidos como símbolos de la fama eterna. En el terreno práctico se le erigió un obelisco al papa Sixto V en Roma durante 1587 y una de las causas por las cuales el monje dominico Giordano Bruno fue conducido a la hoguera fue el querer revivir la religión de los egipcios.

Arte Azteca

El abstraccionismo y el simbolismo caracterizan en gran medida a un arte del cual abjuró el hombre renacentista por estar asociado a prácticas rituales sangrientas. Los aztecas emplearon la violencia y el terror para someter a otros pueblos y esto se refleja en su arte. Coatlicue madre de los dioses de la guerra y así mismo diosa de la luna y de las estrellas australes, presenta un aspecto verdaderamente aterrador. Su rostro lo conforman dos cabezas de serpiente, no posee cintura y parece asomarse en el centro de la pieza escultórica  una calavera, de su cuello cuelga un collar de manos cortadas y de corazones, las serpientes aparecen por doquier en los brazos, en las manos y en la falda. Tanto las manos como los corazones son símbolos de los sacrificios humanos practicados por los aztecas hasta la llegada de Hernán Cortés y sus hombres en 1521.

Coatlicue tuvo una influencia a largo alcance al servir como fuente creativa a artistas mexicanos de la primera mitad del siglo XX como David Alfaro Siqueiros y Rufino Tamayo. Es muy importante hacer notar la relevancia que algunos animales como la serpiente han  tenido en este tipo de civilización, E.H. Gombrich en su Historia del Arte menciona el caso de Tlaloc, dios de la lluvia.

“En esas zonas tropicales la lluvia es con frecuencia cuestión de vida o muerte, pues sin ella sus cosechas pueden fallar y perecer de hambre. Se comprende, pues, que el dios de las lluvias y las tormentas asuma en su espíritu la forma de un demonio de terrorífico poder. El alba, en el cielo, aparece en su imaginación como una gran serpiente y, por ello, muchos pueblos americanos han considerado a la serpiente de cascabel como un ser sagrado y poderoso”

La escultura de Tlaloc reproducida en el citado libro de E.H. Gombrich muestra como el dios está compuesto de serpientes, aunque su forma temible posea un mayor naturalismo que la abstracta Coatlicue. En Tlaloc pueden verse una boca, una nariz y unos ojos conformados exclusivamente por serpientes.

Conclusión

Son tantas las sociedades que han recurrido al simbolismo en su arte, como se puede observar en los celtas, en el arte paleocristiano, en el arte bizantino y de la Edad Media en Occidente, así como en los períodos siguientes del Renacimiento y el Barroco y teniendo presente además otros pueblos como el arte ritual de Nueva Guinea y el arte profundamente simbólico de los indios rojos de Norteamérica entre otros. Aquí tan sólo se ha destacado el papel de tres civilizaciones que por su riqueza simbólica tienen mucho que enseñarnos.

Bibliografía

BURKE, Peter, El Renacimiento europeo, Barcelona, 2000.

CASTEDO, Leopoldo, Historia del Arte y de la Arquitectura Latinoamericana, Barcelona, 1970.

GOMBRICH, E.H., Historia del Arte, Madrid, 1958.

LAL GOSH, Sananda, “Mejda” La familia, Niñez y Juventud de Paramahansa Yogananda, Buenos Aires, 1994.

LUCIE-SMITH, Edward, El Arte Simbolista, Barcelona, 1997.

WILKINSON, Richard H., Cómo leer el arte egipcio, Barcelona, 2000.

 
NOTA
* Edwin Correa es un autor colombiano, lector de nuestras páginas y que nos envía esta contribución para nuestra sección de "Ensayo y Literatura".
 
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