Ya hemos publicado de Felice Vinci "Homero en el Báltico", y creemos de sumo interés esta visión distinta de la geografía sagrada que si bien es distinta a la conocida y estudiada no se opone a ella puesto que podría ser posible que una misma leyenda se ubicara en ámbitos y geografías distintos.
EL OPTIMUM CLIMATICO, EL PARAISO INDOEUROPEO Y EL JARDIN DEL EDEN 
FELICE VINCI
En el volumen Homero en el Báltico,1 intentamos demostrar que el escenario real de los hechos de la Ilíada y la Odisea fue el mundo báltico-escandinavo, sede primitiva de los rubios navegantes aqueos: estos fueron descendiendo sucesivamente por el Mediterráneo, donde, en torno a los inicios del siglo XVI antes de Cristo, fundaron la civilización micénica2, trasladando además de los nombres geográficos, también poemas épicos y mitología que trajeron consigo desde la perdida patria nórdica. 

Todo esto nos ha permitido conectar en un cuadro unitario el descenso de los Aqueos por el mar Egeo con la diáspora de otros pueblos indoeuropeos que, más o menos en el mismo período (o sea, en la primera mitad del II milenio antes de Cristo), se aposentaron en sus respectivas sedes históricas: pensamos en los Hititas en Anatolia, los Casitas en Mesopotamia, los Tocarios en el Turkestán, los Arios en la India3. Considero a estos últimos "primos" de los Aqueos, además de hablar una lengua afín (de la que ha permanecido huella desde el mundo nórdico hasta la actual lengua lituana). A este respecto es significativa la tesis de Tilak, un sabio brahmán indio que ha encontrado en el mundo védico considerables indicios de un probable origen nórdico, o mejor dicho, ártico4. En efecto, en nuestra exposición del mundo homérico hemos encontrado varios indicios de una situación precedente a la báltica, todavía más septentrional, que parece localizar sobre las áreas de Laponia y costas del mar Ártico la sede de una civilización primordial, ligada al mundo de los dioses. 

En particular, los misteriosos etíopes, "ancestros de los hombres", mencionados repetidamente desde Homero, tendrían una ubicación absolutamente incongruente con la actual Etiopía africana: parece ser que esta otra estaría orientada entre el Cabo Norte y la península Nordkinn, en el extremo septentrional de Escandinavia5. Con estas consideraciones, nos parece bastante significativo que los mitos de la India mencionen una tierra, situada en los "confines extremos del mundo", correspondiente con la Etiopía homérica: el Mahabharata la llama "Uttarakuru", o sea la "tierra extrema" o "región extrema", denominada en sánscrito "Paradesha", en iránico "Pairidaeza", en griego "Paràdeisos", en hebreo "Pardes"6. Además, en la tradición védica aparece, en lugar de Airyana Vaêjo, el "Uttarakuru" como lugar primigenio de los Arios védicos7. Así pues, "las fuentes indo-iranias dan testimonio de la presencia de un culto solar en la tierra de Airyana Vaêjo antes de que sobrevinieran los climas glaciares: el culto apolíneo, que proviene desde tierra de los Hiperbóreos y que según la tradición se asienta en Grecia, crea a propósito un paralelismo impresionante. Los hiperbóreos, que viven en los confines del océano (...) encuentran un paralelo con aquellos Arios que viven en un territorio que, según las fuentes avésticas y védicas, es soleado durante seis meses (o diez según otras fuentes) con un clima suave, donde la divinidad predominante es la solar, y con una noche de otros seis meses (o dos, si nos remitimos a la anterior variante)"8. En el Himno homérico a Hermes, ambientado en la Pieria (región contigua al Olimpo, sede de los dioses), una aparentemente incomprensible anomalía astronómica, ligada a las fases de la luna, nos conduce a un lugar ártico, situado por encima del círculo polar y, más concretamente, en una región que se identifica con la Laponia septentrional, donde la noche solsticial se prolonga durante casi dos meses9 

Por otra parte, la hipótesis de la localización de una civilización ártica, impensable con la actual situación climática, no está del todo en contraste con los actuales conocimientos científicos sobre la evolución del clima después de la última era glacial: en efecto, en un largo período, comprendido entre el 5.500 y el 2.000 antes de Cristo, el mundo nórdico, hasta en las latitudes más septentrionales, gozaba de un clima excepcionalmente suave, hasta tal punto, que durante esta época -definida por los climatólogos "optimum climático post-glacial" (correspondiente a la considerada "fase atlántica" del Oloceno)10- la tundra desaparecería casi por completo del territorio europeo y el área de la vid se extendería hasta Noruega11. Tal situación tendría su fin hacia el 2000 antes de Cristo, así pues, sería esa la época en que el optimum climático terminó y comenzó la "fase sub-boreal", caracterizada por un clima un poco más rígido, que haría inhabitables las regiones situadas al norte del círculo polar. Así pues, el recuerdo de un antiquísimo desastre climático ha estado en la memoria de muchos pueblos: pensamos por ejemplo en el Ragnarok de los mitos nórdicos, el "Crepúsculo de los dioses" anunciado por una serie de inviernos terribles, de los cuales la Edda de Snorri nos da una reseña dramática: "Vendrá el invierno llamado Fimbulvetr ('invierno espantoso'): una vorágine de nieve caerá por todas partes; aparecerán grandes hielos y vientos punzantes; no saldrá más el sol. Vendrán tres inviernos juntos, sin verano en medio"12. Esto a su vez encuentra un paralelo preciso en la destrucción, siempre operada por la nieve y el hielo, del paraíso primordial de los iranios, el Airyana Vaêjo: según la narración del Avesta, el dios Ahura Mazda advirtió a Yima, primer rey de los hombres, que una serie de rigidísimos inviernos destruiría su país; después de eso vendrían diez meses de invierno y dos de verano. Pues bien, este es efectivamente el clima de las regiones árticas.  

En síntesis, de todas las consideraciones desarrolladas en Homero en el Báltico y que aquí hemos resumido sumariamente (pensamos también en las "islas al norte del mundo" de la mitología céltica, de las cuales habrían descendido los Tuatha Dé Danann, los antiguos habitantes de Irlanda), emerge que la Urheimat, o sea la sede primordial de los indoeuropeos, era con toda probabilidad una tierra ártica, la cual puede ser situada con precisión sobre la carta geográfica: se trata de la extremidad septentrional de Escandinavia, o bien de aquella suerte de "sombrero" del continente europeo, colocado sobre el Mar Glacial, que se extiende desde Laponia septentrional hasta las islas Vesterlen y península de Kola. Fue a partir de aquí que hace cinco o seis mil años, cuando la constelación de Orión señalaba el equinoccio de primavera13 y el Dragón indicaba el Polo Norte14, que se desarrolló la originaria civilización indoeuropea, en el período climáticamente más favorable que se haya verificado nunca en tal área. Sucesivamente, el desastre del clima, atestiguado por varias tradiciones, la vuelve inhabitable, obligando a la población de aquellos lugares a buscarse nuevas sedes en latitudes más meridionales. 

En este punto observamos que Yima, el mítico rey del paraíso iranio, es llamado "Yama" en la mitología de la India, donde es el señor de los muertos. Tiene por lo tanto una precisa correspondencia en la Odisea: nos referimos a Hades, el señor de los muertos homérico. Su lúgubre reino, caracterizado por cuatro ríos15, es localizable en el área lapona16. Por otra parte Yima -que se podría también relacionar con Ymir, un gigante primordial de los mitos nórdicos- fue el primer hombre en conocer la muerte. Esto nos reconduce a Adán, el progenitor de la humanidad según la Biblia. Por lo tanto el mítico reino de Yima-Yama se puede acercar al paraíso bíblico, o sea al jardín del Edén, donde el Señor pone a Adán, el primer hombre. 

A este respecto, el libro del Génesis caracteriza geográficamente la región del Edén de un modo muy puntual, mencionando los cuatro ríos que de allí parten: "El nombre del primer río es Pisón; este circunda toda la región de Abila, donde se encuentra el oro; el oro de ese país es puro; allí se encuentra también la resina perfumada y la piedra ónix. El nombre del segundo río es Gihon: este circunda todo el país de Etiopía. El tercero se llama Tigris y fluye al oriente de Asiria. El cuarto río es el Eúfrates"17. Pero, en consideración a esto, en el área mesopotámica se encuentran solamente el Tigris y el Eúfrates, mientras que los otros dos ríos son inexistentes. Y no sólo esto: estos ríos que, según la Biblia, nacen en la zona del Edén, se asocian a dos regiones, Etiopía y Asiria, ¡dispuestas en continentes diversos! Se trata de un absurdo -por no hablar de aquella misteriosa "región de Abila", con su oro fino, jamás localizada en ninguna parte- que parece transformar la narración bíblica en algo geográficamente inverosímil.  

En este punto un lector nuestro, el doctor Luigi Cesetti de Falerone, nos ha señalado que, si este problemático "país de Etiopía" fuese la Etiopía homérica, que hemos localizado en la extremidad septentrional de Europa, todo parecería encajar. Examinemos en efecto el río que la baña, el Tana (que por lo tanto correspondería al Gihon bíblico): este nace en una zona de la Laponia finlandesa, en el área de Enontekiö (nombre que significa "que hace grandes ríos")18, desde el cual, efectivamente parten otros ríos. Uno es el Ivalo, que los lapones (o Sami) llaman "Abbil". La semejanza con "Abila", la región bíblica del oro, por sí sola podría ser casual, pero también es cierto que este territorio es rico en oro, como atestigua el museo del oro de Tankavaara19, a pocos kilómetros del río Ivalo. Por lo demás se trata de un oro excepcionalmente puro, como afirma el pasaje bíblico: este llega a 23 quilates20, lo cual lo distingue del oro extraído en los yacimientos de otras partes del mundo. La resina es segregada por pinos y abetos y, en lo que respecta al ónice, esta zona de Laponia es rica en piedras, como el calcedonio y el diaspro, similares al ónix por la composición de sus cristales.  

¿Y los otros dos ríos, o sea los "prototipos" del Tigris y el Eúfrates? Siempre en el área de Enontekiö nacen un afluente del Mounio-Tornionjoki y el Ounas-kemijoki, que fluyen en paralelo hacia el sur para después desembocar juntos en la extremidad septentrional del golfo de Botnia. El conjunto de estos ríos, con el territorio comprendido por ellos, delinea una suerte de "Mesopotamia" finlandesa, extraordinariamente parecida a la asiática (V. tabla anexa). 

Por lo tanto podría ser esta la región de "Ur de los Caldeos" desde la cual partió Abraham, directo hacia la tierra prometida y desde donde descendieron los Sumerios21, que la habrían después transformado en la Mesopotamia bien conocida por nosotros. El cambio del clima la dejaría pues inhabitable, como nos recuerda el profeta Isaías: "He aquí que el Señor despuebla la tierra, la devasta, altera su aspecto y dispersa a sus habitantes"22. ¡Podría ser la "Terre Gaste" de los mitos artúricos! Este concepto a su vez encuentra una precisa correspondencia en la "morada en ruinas ('domon eurwenta') de Hades", mencionada en la Odisea23, a la cual también son asociados varios ríos y que asimismo es localizable en el área lapona24. 

Con respecto a la hipótesis de que los Sumerios procedieran del Norte, tomemos nota de que uno de los más significativos testimonios de la antigua cultura báltica está constituido por los "Dainas", antiquísimos cantos populares de Letonia en verso, relativos a temas épicos, míticos, astronómicos y culturales, transmitidos oralmente durante milenios (y que se vuelven a encontrar también, aunque con menor frecuencia, en Lituania, donde se los llama "Dainos"): pues bien, fuera del área báltica, únicamente en los textos sumerios y acadios se han observado correspondencias con los Dainas letones. Un ejemplo es el himno Agushaya (donde "Agushaya" podría aproximarse al letón "Augs¹aja", "[sobre lo] más alto"), un antiguo texto, estudiado en su momento por el orientalista Wolfram von Soden, en el que muchos versos presentan fuertes analogías con los Dainas (http://www.dainas.com/index.htm). Y no solamente esto: se han hallado extraordinarias equivalencias léxicas entre la lengua letona y la sumeria (en Internet se encuentra disponible un larguísimo catálogo de vocablos idénticos o muy similares: http://www.lexiline.com/lexiline/lexi37.htm). En este punto, muy probablemente podría cerrarse el círculo admitiendo una relación, que algunos ya han planteado como hipótesis, entre los Sumerios, los Cimbrios (de quienes se podría hacer derivar el nombre céltico de Gales, Cymru) y los Cimerios homéricos, aquéllos que vivían junto al Hades: todo, en suma, parecería apuntar a una antiquísima raíz común localizable en el extremo norte, que posteriormente se habría fraccionado en muchas ramas secundarias en las direcciones más dispares, desde Lituania a Gales y Mesopotamia.

Abila-Abbil recuerda también la legendaria "Avalón" del mundo artúrico que probablemente hace referencia a la sede primordial céltica: esto parece llevarnos a una relación entre caldeos y celtas, que encuentra correspondencia en ciertas analogías entre el mundo céltico y el hebraico (por cierto, en la literatura céltica se encuentra la locución "Tierra de la Promesa": "Tir Tairngiri")25. Notamos también que, trasladando la descripción bíblica al contexto lapón, el mítico jardín, puesto "en Edén a oriente"26, parecería estar en el centro de una suerte de trébol constituido por cuatro regiones (Edén, Etiopía, Abila, Asiria): esto traza un cuadro singularmente parecido a aquel de la mítica subdivisión de Irlanda, tierra céltica por excelencia, en la que un centro político-religioso, Tara, era circundado por cuatro regiones periféricas. Por cierto, el nombre de un río edénico, el Pison (o Fison) recuerda Pisa, un topónimo tanto finlandés como lapón mencionado también en el Kalevala27. 

Entre las observaciones del doctor Cesetti, es de particular interés la referencia a otro versículo de la Biblia: "Caín se alejó de la presencia del Señor y habitó en el país de Nod, al oriente del Edén"28. Ahora bien, al este de Enontekiö, o sea, al "oriente del Edén", en la Laponia rusa se encuentra el río Nota y el lago Nota (Notozero). Además, descendiendo al sur de la cuenca del Nota se encuentra la región de Kainuu29, en territorio finlandés y situada al este del golfo de Botnia. Esta corresponde al territorio de los lapitas homéricos30, entre los cuales la Iliada menciona a Caineo, abuelo de un héroe lapita que participó en la guerra de Troya31. Esto podría indicar que los descendientes de Caín, en el momento en que el clima comenzó a cambiar y la tundra adquirió predominio volviendo inhabitables las regiones situadas por encima del círculo polar se trasladaron desde la cuenca del Nota hacia un territorio más habitable, situado a una latitud ligeramente más baja. En este punto se podría asimismo conjeturar que el diluvio de Noé sea el recuerdo (después trasladado al mundo caucásico, importante encrucijada de migraciones desde el norte hacia el sur) de una desastrosa inundación que habría afectado a una vasta área de la Laponia septentrional, cuyo territorio está caracterizado por sus densos e intrincados lagos, ríos y aguazales32. 

En cada caso, la estrecha relación entre el mundo originario semítico y el indoeuropeo, queda probada, no sólo en la común ascendencia de Sem y Jafet, sino también en el pasaje bíblico que proclama la afinidad entre los hebreos y los espartanos: "¡Ario, rey de los espartanos, a Onia, Sumo Sacerdote, salud! En un escrito referente a los espartanos y a los judíos, se ha encontrado que son hermanos, porque de la misma estirpe de Abraham (...) nuestros ganados bienes son vuestros, y aquello que es vuestro es nuestro"33. 

En relación a Sem, es curiosa la semejanza de su nombre con el de los Sami, los actuales habitantes de Laponia. Estos además tienen un monte sagrado, el Saana, que recuerda el Sinaí, el monte sagrado de los hebreos (en las pendientes del Saana, yace el lago Kilpis, desde el que brota una ramificación del Mounio-Tornionjoki, el río correspondiente al Eufrates mesopotámico).  

¿Y Cam, el otro hijo de Noé? Volvamos al Kemijoki, el "río Kemi", que desciende desde Laponia hacia el extremo septentrional del golfo de Botnia: a sus espaldas nace el río Tana, el cual después se dirige hacia aquella Etiopía ártica que encontramos tanto en Homero como en la historia bíblica del Edén. Tal configuración representa casi un espejo del Egipto africano, la "tierra de Kem", habitada por los descendientes de Cam y situada a lo largo del gran río que proviene desde Etiopía y el lago Tana (de los cuales tiene origen el Nilo Azul). Por lo tanto los primitivos Egipcios, como nos confirma una serie de indicios referentes a su posible origen nórdico (in primis el culto notablemente solar)34 quizá provenían también del área lapona: éstos pues, analógicamente a lo sucedido en Mesopotamia, una vez llegados al valle del Nilo (pasando probablemente por el Cáucaso, donde dejaron significativas huellas toponomásticas halladas por Flinders Petrie35) reconstruyeron a su modo el remoto mundo ártico desde el cual habían descendido. Por otra parte también sus documentos, así como la Biblia y los mismos poemas homéricos -pensamos en la tierra donde los Feacios vivían junto a los dioses, en la Pieria del Himno a Hermes, en la sede del Olimpo, de los Etíopes y del Hades, todas situadas en el área lapona- recuerdan su patria originaria como la "tierra de los dioses" . 

En resumidas cuentas, si ya Laponia nos ha dado no pocos indicios para localizar la ubicación de la sede primordial indoeuropea, estas convergencias con el Edén bíblico por un lado representan una confirmación, y por el otro amplían el cuadro a perspectivas todavía más sorprendentes, dando una riqueza ya sea histórica, ya sea geográfica a la concepción tradicional del origen "hiperbóreo" de nuestra civilización, y uniéndola al mismo tiempo al concepto bíblico del origen común de los semitas, de los camitas y de los indoeuropeos.  

Todo esto en cambio va irremediablemente a chocar con la vieja idea del origen oriental de la civilización europea ("Ex Oriente Lux")36. Por otra parte hay que señalar que tal concepto ha entrado en crisis hace un tiempo por la introducción de la datación por medio del radiocarbono, corregida con la dendrocronología (es decir, el calibraje de los anillos anuales de los árboles). A este respecto, un acreditadísimo estudioso como el profesor Colin Renfrew afirma que "se verifican toda una serie de inversiones alarmantes en las relaciones cronológicas. Las tumbas megalíticas de la Europa occidental se tornan ahora más antiguas que las pirámides o las tumbas circulares de Creta, deducidos sus antecedentes; (...) en Inglaterra, la estructura definitiva de Stonehenge, que se pensaba quizá hubiese sido inspirada por maestros micénicos, fue completada mucho antes de los inicios de la civilización micénica"37. En resumen, el desplazamiento de los orígenes de nuestra civilización desde el oriente al septentrión resulta perfectamente en línea con las más recientes adquisiciones de la ciencia. 

Por otra parte es evidente que las precedentes consideraciones requieren ulteriores verificaciones y profundizaciones por parte de los especialistas en varios ámbitos de esos temas: nosotros preferimos por lo tanto considerar esto como un punto de partida, más que de llegada, en la búsqueda de los orígenes de la civilización humana. 

Traducción: Carlos Alcolea
 
 
Los ríos que se reparten desde el "Edén" lapón, correspondiente a la zona del actual Enontekiö (situada a 68.23 lat. N., 23.38 long. E.) en la Finlandia septentrional. 
 
NOTAS
1 F. Vinci, Omero nel Baltico, 3ª ed., Palombi Editores, Roma, 2002.
2 El origen nórdico de la civilización micena ha sido propuesto por varios estudiosos acreditados, entre los que se encuentran el historiador de las religiones Martín P. Nilsson y el filósofo Bertrand Russell. 
3 En este cuadro se puede introducir el hecho de que la edad de bronce en China comienza en el mismo período, o sea entre el siglo XVIII y el XVI a. C. 
4 B. G. Tilak, La dimora artica nei Veda (La morada ártica en los Veda), Génova, 1994.
5 Omero nel Baltico, p. 366 sg.
6 B.G. Tilak, B. G. Tilak, Orione: a proposito dell'antichità dei Veda (Orion: A propósito de la antigüedad de los Veda), Génova, 1991, p. 15 (prólogo de G. Acerbi).
7 Antichi popoli europei (Antiguos pueblos europeos), a cargo de O. Bucci, Roma, 1993, p. 56.
8 Ibid, p. 59.
9 Omero nel Baltico, p. 360 sg. También la articulación del primitivo calendario romano sobre diez meses (el último de los cuales era en efecto llamado December) podría ser indicio de una procedencia ártica.
10 Para los detalles sobre la evolución del clima en el período olocénico (así viene definida la edad post-glacial), v. p ej.: M. Pinna, Climatologia, Turín, 1977; F. Ortolani, Le variazioni climatiche storiche, in Integralismo ambientale e informazione scientifica (Las variaciones climáticas históricas, en Integralismo ambiental e información científica), Actas de la Jornada de Estudio AIN 2001, Roma, 2001, p. 97 sg.; Enciclopedia Treccani, término "Olocenico, periodo".
11 Otro período climáticamente favorable, pero bastante más breve que el "Optimum" prehistórico y con temperaturas menos elevadas se verificó durante aproximadamente 3-4 siglos a caballo del año 1.000 de nuestra era, cuando los Vikingos colonizaron Islandia y Groenlandia (la "Tierra verde") y, precisamente en virtud de tales condiciones favorables, llegaron a alcanzar las costas septentrionales del continente americano. Incluso en el siglo XII se atestigua una diócesis católica, con un obispo vikingo, sobre costas groenlandesas frente al Labrador.
12 Gylfaginning, 51.
13 En su Orión, B. G. Tilak demuestra que la primitiva civilización védica se desarrolló en el "período oriónico", cuando el equinoccio de primavera correspondía aproximadamente a la constelación de Orión (4.000 - 2.500 a. C.). Además sabemos aquello que Tilak ignoraba, o sea que aquel período coincide exactamente con la fase culminante del optimum climático. Permanece también un recuerdo en la mitología griega: en efecto, esto probablemente se identifica con la feliz edad de Cronos, el rey de la Edad de Oro (después suplantado por Zeus, que posee todas las características del "dios de la tempestad" indoeuropeo).
14 La posición polar asociada al Dragón en aquella época -en el 2.830 a. C. la estrella Alpha Draconis, o Thuban, se encontraba a apenas 10'del polo celeste (a título de comparación, actualmente la Estrella Polar dista 50')- lo hizo surgir como emblema, así como señor del cielo estrellado nocturno: he aquí por qué el Apolo hiperbóreo, o sea el principio solar (alias Ra, Thor, Miguel, San Jorge, Maui, etc.) a su retorno de las tinieblas solsticiales lo "mataba" a golpe de flecha (o sea con sus rayos). Respecto al Apolo hiperbóreo, v. M. Duichin, Apollo, il dio sciamano venuto dal Nord, en Abstracta, n. 39, julio-agosto, 1989.
15 Od. X, 512-514. Notamos que en el mundo de Hades Homero menciona un particular sacrificio, (Odisea, XI, 131), presumiblemente antiquísimo, análogo al sautramani hindú y el suovetaurilia romano. Por otra parte todo el episodio está caracterizado por aspectos que denotan un extremo arcaicismo así como, probablemente, un trasfondo de tipo "chamánico" (ver Omero nel Baltico, p. 374 sg.).
16 Omero nel Baltico  , p. 370.
17 Génesis 2, 11-14.
18 Las informaciones sobre Laponia son en su mayor parte extraídas del libro Iter lapponicum de Ada Grilli Bonini, Bergamo, 2000.
19 Ver sitio http://www.urova.fi/home/kulta/eindex.htm.
20 A. Grilli Bonini, Iter Lapponicum, p. 277.
21 El doctor Giuliano Bruni nos señala que en sánscrito "Sumeru" indica el polo ártico (Monier-Williams, Sanskrit-English Dictionary). A este respecto podría ser significativo el hecho de que el Kojiki, texto sagrado sintoísta, llame "Sumera" a los primeros emperadores del Japón (además reporta diversos mitos asimilables a los clásicos no sólo por los sucesos, también por los nombres: por ejemplo, el "japonés" Inaihi tiene una serie de vicisitudes muy similares a aquellas del "griego" Inaco; por lo demás Inaihi e Inaco tienen también dos parientes casi homónimos: Mikenu y Micenas, respectivamente hermano de uno e hija del otro.
22 Isaías 24, 1.
23 Od. X, 512.
24 Omero nel Baltico, p. 370 sg. Señalemos que el nombre de Hades, el señor de los muertos homérico parece recordar el bíblico Adán y el mismo Edén. Por otro lado Hades, llamado también "Aidoneo" por Homero, tiene varios rasgos en común con Adonis que a su vez está relacionado con el mundo subterráneo así como a un árbol (en tal caso nos parecen merecedores de atención también los así llamados "jardines de Adonis" del mundo clásico).
25 MacCulloch, La religione degli antichi Celti (La religión de los antiguos celtas), Vicenza 1998, p. 352.
26 Génesis 2, 8.
27 La misma raíz se encuentra en vocablos homéricos como "pisoV" (pisos, "lugar bañado") y pidax (pidas, "fuente"). Señalemos que nombres de las áreas "ligures" (los ligures eran una antigua población probablemente indoeuropea) como Pisa, Savona y Levanto se encuentran casi inalterados en el mundo finlandés: Pisa, Savolinna, Levanto.
28 Génesis 4, 16.
29 Treccani, app. 2000, término "Finlandia", tab. 2 (ver también sitio http://www.kainuu.com/eng/ ).
30 Omero nel Baltico  , p. 262 sg.
31 Il. II, 745-746.
32 Si se admite que la historia del diluvio, difundida entre tantos pueblos, puede tener un fundamento histórico, el considerar que el monte de la salvación sea localizable en la región caucásica entre altas cimas de más de 5.000 metros, ¡parece francamente absurdo! Es en cambio razonable suponer que esto haya tenido un prototipo en otro lugar, o sea un territorio llano, caracterizado sobre todo por relieves aislados y sujeto a inundaciones, tal como el territorio de Laponia.
33 Macabeos 12, 20-23. El concepto del origen común de hebreos y espartanos está confirmado en II Macabeos, 5, 9. Sobre no pocos puntos de contacto acerca del mundo homérico y el bíblico nos hemos detenido en el cap. XVIII de Omero nel Baltico. Aquí agregamos la analogía del sacrificio de Abraham descrito en el Génesis 15, 9 con los presumiblemente antiquísimos ritos que se encuentran casi idénticos en Homero, en la cultura hindú y en el mundo romano arcaico (ver nota 15).
34 Ver caps. XIII y XVIII de Omero nel Baltico. Subrayamos en particular la extraordinaria semejanza entre el mito de Osiris, hecho pedazos, desaparecido, reencontrado, recompuesto y resucitado, y una casi idéntica desventura ocurrida al héroe finés Lemminkäinen (runas XIV y XV del Kalevala): ambos fácilmente explicables en términos de metáfora del ciclo anual del sol en las regiones árticas (v. Homero en el Báltico, p. 279).
35 The origin of the book of the dead, en Ancient Egipt, junio, 1926, citado por Rachewiltz en Il libro dei morti degli antichi egiziani (El libro de los muertos de los antiguos egipcios), Milán, 1958, pág. 8.
36 A tal concepción han contribuido probablemente ya sea la antigüedad de las civilizaciones mesopotámicas, ya sea la indicación (mal entendida) del Génesis respecto a la localización del jardín del Edén "a oriente", en los alrededores de los manantiales del Tigris y del Eufrates.
37 C. Renfrew, L'Europa della preistoria (La Europa de la prehistoria), Bari, 1996, p. 63.
 
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