SYMBOLOS
Revista internacional de
Arte - Cultura - Gnosis
 
 

Repr.

HINDUISMO
IV. El orden social

          
ANANDA K. COOMARASWAMY

La ética, como prudencia o como arte, no es sino la aplicación científica de normas doctrinales a problemas contingentes; el comportarse u obrar bien son asuntos no sólo de la voluntad, sino primordialmente de la conciencia o de la consciencia, y sólo sería posible optar entre obediencia y rebeldía. En otras palabras, las acciones son ordenadas o desordenadas precisamente del mismo modo que la iconografía puede ser correcta o incorrecta, formal o informal.181 El error, que consiste en no acertar, es de esperar en cuantos actúen por instinto o por autocomplacencia. La habilidad (kaushalya = gr. sophía) es virtud, tanto en el comportamiento como en las obras: es necesario recalcar este asunto porque en la actualidad se ha pasado por alto, por lo general, que puede haber un pecado tanto artístico como moral. "El Yoga es habilidad en las obras."182

En lo que hay acuerdo es en cuanto a la naturaleza del fin último del hombre, y en que el Camino mediante el cual los fines presentes y los fines supremos de la vida pueden relizarse es el del sacrificio realizado; es evidente que la forma de la sociedad será determinada por los requerimientos del Sacrificio; y que el orden (yathârthatâ) y la imparcialidad (samadrishti) significarán que todos los hombres estarán capacitados para devenir, y por ninguna directiva errónea se les impedirá devenir lo que por sí han de devenir. Hemos visto que la promesa de que florecerán se formula a quienes mantienen el Sacrificio. Ahora bien, el Sacrificio celebrado in divinis por el Omnitrabajador (Vishvakarman), cuando aquí se lo imita, exige una cooperación de todas las artes (vishvâ karmâni);183 por ejemplo, las de la música, la arquitectura, la carpintería, la agricultura y la de la guerra para proteger la operación. La política de las comunidades celestiales, sociales e individuales son gobernadas por una misma ley. El modelo de la política celestial se revela en la escritura, y se refleja en la constitución del estado autónomo y en la del hombre que se gobierna a sí mismo.

En este hombre, en quien la vida sacramental es completa, hay una jerarquía de poderes sacerdotales, reales y administrativos, y una cuarta clase que consiste en los órganos físicos del sentido y de la acción, que se encargan de la materia prima o "la comida" que hay que preparar para todos; y está claro que si el organismo ha de florecer, lo cual es imposible si se divide contra sí mismo, los poderes sacerdotales, regios y administrativos, en su orden jerárquico, deben ser los "amos", y los que trabajan con la materia prima, sus "sirvientes". Precisamente, del mismo modo, la jerarquía funcional del reino es determinada por los requerimientos del Sacrificio, del que depende su prosperidad. Las castas literalmente "nacen del Sacrificio".184 En el orden sacramental no hay necesidad ni lugar para el trabajo de todos los hombres: y no hay una consecuencia más significativa del principio, Trabajo es Sacrificio, que el hecho de que en estas condiciones, y por lejano que esto se halle de nuestros modos seculares de pensar, cada función, desde la del sacerdote y la del rey, descendiendo hasta la del alfarero y la del basurero, es literalmente un sacerdocio, y cada operación un rito ministerial. Además, en cada una de esas esferas nos encontramos con la "ética profesional". El sistema de castas difiere de la "división" industrial "del trabajo", con su "fraccionamiento de la facultad humana", en que presupone diferencias en géneros de responsabilidad pero no en grados de responsabilidad: y precisamente porque una organización de las funciones como ésta, con sus lealtades y deberes mutuos, es absolutamente incompatible con nuestro industrialismo competitivo, el sistema feudal y de castas es pintado con esos colores oscuros por el sociólogo, cuyo pensamiento es determinado más por su ambiente real que por una deducción a partir de los primeros principios.185

El hecho de que las capacidades y las vocaciones correspondientes son hereditarias proviene necesariamente de la doctrina del renacimiento progenitivo; el hijo de cada hombre está calificado y predestinado, por nacimiento, para asumir el "carácter" de su padre y ocupar su lugar en el mundo; y es por esto que es iniciado en la profesión de su padre y es confirmado finalmente en ella mediante los ritos de transmisión del lecho de muerte, después de los cuales, si el padre sobreviviera, el hijo se convierte en el jefe de la familia.186 Al reemplazar a su padre, el hijo se libera de la responsabilidad funcional con la que cargaba en esta vida, al mismo tiempo que se provee una continuación de los servicios sacrificiales.187 Y por la misma señal, la línea familiar llega a su fin, no por falta de descendientes (puesto que esto puede remediarse con la adopción) sino siempre que se abandona la vocación y la tradición familiares. Del mismo modo, una confusión total de las castas es la muerte de una sociedad, y lo que queda es sólo un populacho en el que un hombre puede cambiar de profesión como quiera, como si hubiera sido algo completamente independiente de su propia naturaleza. De hecho, así es como las sociedades tradicionales son asesinadas y su cultura destruida por el contacto con civilizaciones industriales y proletarias. La estimación oriental ortodoxa acerca de la civilización occidental puede expresarse justamente con las palabras de Mathew Arnold:

Oriente se inclinó ante Occidente
con profundo y paciente desdén.

Sin embargo, debe recordarse que los contrastes de esta clase sólo pueden trazarse entre el Oriente todavía ortodoxo y el Occidente moderno, y no hubiera sido de aplicación en el siglo XIII.

El orden social es designado, por su integración de funciones, para que propenda al mismo tiempo a una prosperidad común y permita que cada miembro de la sociedad realice su propia perfección. En el sentido de que la "religión" ha de identificarse con la "ley" y distinguirse del "espíritu", la religión hindú está hablando estrictamente de obediencia; y que esto sea así aparece claramente en el hecho de que a un hombre se lo considera hindú de buena posición no por lo que cree sino por lo que hace; o en otras palabras, por su "habilidad" para comportarse bien acatando la ley.

Pues si no hay liberación por las obras, es evidente que la parte práctica del orden social, por fielmente que se la cumpla, no podrá considerarse, como cualquier otro rito, o que la teología afirmativa, algo más que un medio hacia un fin que está más allá de ella. Siempre queda un último paso, en el que se abandona al ritual y se niegan las verdades relativas de la teología. Así como fue por el conocimiento del bien y del mal que el hombre cayó de su posición primera y elevada, de igual modo él deberá finalmente liberarse del conocimiento del bien y del mal, y de la ley moral. Por lejos que uno haya ido, queda un último paso por dar, que implica una disolución de todos los valores anteriores. Una iglesia o una sociedad (la religión o la cultura) –el hindú no haría diferencias– que no proporcione una vía de escape de su propio régimen, y que no deje que su gente se marche, está anulando su propio propósito.188

Precisamente por este último paso, se crea la cláusula en la última de las llamadas "Cuatro Etapas" (âshramas) de la vida.189 El término mismo implica que todo hombre es un peregrino (shramana, asketes), cuyo único lema es "seguir marchando" (caraiva). La primera de estas etapas es la del discipulado-estudiante; la segunda, la del matrimonio y la actividad ocupacional, con todas sus responsabilidades y derechos; la tercera es la del retiro y la comparativa pobreza; y la cuarta, un estado de renunciamiento total (sannyâsa).190 Se verá que mientras en una sociedad secular un hombre prevé una vejez de comodidad e independencia económica, en este orden (consignación) económico él prevé llegar a ser independiente de lo económico e indiferente a la comodidad y la incomodidad. Recuerdo la figura de uno de los hombres más magníficos: luego de haber sido un padre de familia de riqueza casi fabulosa, a los setenta y ocho años de edad estaba en la tercera etapa, vivía solo en una cabaña de troncos, y él mismo se cocinaba y lavaba con sus propias manos las dos únicas vestimentas que poseía. Dos años después abandonaría todo esto, que era medianamente superfluo, para convertirse en un mendigo religioso, sin bienes materiales de ninguna índole, salvo un taparrabos y un cuenco de pordiosero en el que recibiría sobras de comida que los otros, que estaban todavía en la segunda etapa de la vida, le daban espontáneamente.

En esta cuarta etapa de la vida puede también entrarse en cualquier época, si –y solamente si– el hombre está maduro para ello, y si el llamado es irresistible. Quienes así abandonan la vida de padres de familia y adoptan la desheredad son conocidos de diversos modos, como renunciantes, errabundos o expertos en la búsqueda de un blanco (sannyâsi, pravrâjaka, sâdhu)191 y como Yogis. Incluso hoy en día sucede que los hombres de más alto rango, logro y riqueza "cambian sus vidas" (anyad vrittam upâkarisyan, BU.IV-5.1) de este modo; esto es literalmente un morir respecto al mundo, pues se celebran sus ritos funerarios cuando abandonan su hogar y salen a vivir al raso. Sería un gran error suponer que esos actos son de algún modo penitenciales; más bien reflejan un cambio mental; luego de llevar la vida activa imitando a la deidad de las transacciones, ahora la equilibran imitando al Deus absconditus.

La mera presencia de estos hombres en una sociedad a la que no pertenecen más, con su afirmación de los valores últimos, afecta a todos los valores.192 Por muchos que sean los hipócritas y evasores de su responsabilidad que adopten este modo de vida por una variedad de razones inadecuadas, aún subsiste el hecho de que si pensamos en las cuatro castas como representando a la esencia de la sociedad hindú, la vida supersocial y anónima del hombre verdaderamente pobre, que voluntariamente abandona todas las obligaciones y todos los derechos, representa su quintaesencia. Estos son los que renunciaron a sí mismos y lo abandonaron todo, para "seguirMe". La realización de esta elección suprema está abierta para todos, independientemente de la posición social. En este orden de los Don Nadie, nadie pregunta: "¿Quién eras o qué eras en el mundo?" El hindú de cualquier casta, o incluso un bárbaro, puede convertirse en un Don Nadie.193 Bendito es el hombre en cuya tumba puede escribirse esto: "Hic jacet nemo (= nadie yace aquí).

Estos ya están liberados de la cadena del destino o de la necesidad, a la que sólo queda adherido el vehículo psicofísico hasta que llegue el fin. La muerte en el samâdhi no cambia nada esencial.194 De su estado de allí en adelante poco más puede decirse, salvo que ellos existen. Ciertamente no están aniquilados, pues la aniquilación de algo real es no sólo metafísicamente imposible, sino que está claro que "Nunca yo no he sido, ni tú no has sido, o jamás no serás."195 Se nos dice que el yo perfeccionado se convierte en un rayo del Sol, y en alguien que se mueve-a-voluntad (kâmacârin, CU. VII.25-2) arriba y abajo de estos mundos, asumiendo la figura y comiendo el alimento que quiera; tal como en Juan, el que se salve "entrará y saldrá, y hallará pastos" (Juan X:9).196 Estas expresiones concuerdan con la doctrina de la "distinción sin diferencia" (bhedâbheda) supuestamente peculiar del "teísmo" hindú pero presupuesta por la doctrina de la esencia única y de la naturaleza doble, y por muchos textos vedánticos, incluyendo los del Brahma Sûtra, no refutados por el mismo Shânkara.197 La doctrina misma concuerda exactamente con lo que significa el Maestro Eckhart con "fundidos pero no confundidos".

Cómo podrá ser eso, podemos entenderlo mejor con la analogía de la relación de un rayo de luz con su fuente, que es también la del radio de un círculo con su centro. Si pensamos que ese rayo o ese radio ha "entrado", a través del centro, en una infinitud indimensional y extracósmica, no podrá decirse nada de él; si pensamos en él como el centro, existe, pero identificado con el centro e indistinguible de éste; y sólo cuando "sale", tiene una posición y una identidad aparentes. Entonces hay un "descenso" (avatarana)198 de la Luz de Luces como una luz, pero no como "otra" luz. Ese "descenso", como el de Krishna o Rama, difiere esencialmente de las encarnaciones fatalmente determinadas de las naturalezas mortales que han olvidado Quiénes son; en realidad, es su necesidad la que ahora determina el descenso, y no alguna carencia por parte de quien desciende. Ese "descenso" es el de aquél "cuya alegría sólo está en él mismo",199 y no está "gravemente" involucrado en las formas que asume, no por alguna necesidad coactiva sino sólo por "juego" (krîdhâ, lîlâ).200 Nuestro Yo inmortal es "como la gota de rocío en la hoja de loto",201 tangente pero no adherente. "Ultimo, inoído, inalcanzado, impensado, recto, invisible, indiscernido e inexpresado, aunque es quien escucha, piensa, ve, habla, discierne y pre-conoce, de esa Persona Interior de todos los seres uno debería saber que "El es mi Yo",202 "Eso eres tú."203 (CU. VI.8.7).

 
  
NOTAS     Abreviaturas utilizadas
181
De hecho, así como en los Shilpa shastras se prescriben las formas de las imágenes, de igual modo en los Dharma shastras se prescriben las formas de la acción. El arte y la prudencia son ambos ciencias por igual, difiriendo de la metafísica pura solamente en el hecho de su aplicación a los factibilia y agibilia (lo factible y lo ejecutable). El hecho de que haya una aplicación a problemas contingentes introduce un elemento da contingencia en las leyes mismas, que no son idénticas para todas las castas ni en todas las edades. En este sentido, la tradición es adaptable a condiciones cambiantes, siempre que las soluciones provengan directamente de los principios primeros, que nunca cambian. En otras palabras, si bien puede haber una modificación de las leyes, sólo podrán llamarse correctas aquéllas que puedan reducirse a la Ley Eterna. Del mismo modo existe, necesaria y correctamente, una aplicación de la metafísica pura a la variedad de las religiones, que corresponde a la variedad de las necesidades humanas, y cada una de esas religiones será "la religión verdadera" en la medida en que refleja los principios eternos. Al decir esto establecemos una diferencia entre metafísica y "filosofía", y no estamos sugiriendo qua alguna filosofía sistemática o natural pueda jactarse de la validez de la teología, que Aristóteles dice ocupa el primer lugar sobre todas las otras ciencias (Metafísica, I.2.12 y siguientes, VI.1.10 y siguientes).
182

«yogah karmasu kaushalam BG. II.50; asimismo, "El Yoga es la renuncia (sannyâsa) a las obras", BG. VI.2. Sannyâsa es la remuneración o consignación de las obras a su verdadero autor. En otras palabras, yoga no significa hacer menos o más que lo suficiente, ni hacer nada en absoluto, sino hacerlo sin apego al fruto de las obras, sin incluir pensamiento alguno para mañana. "En verdad, él ve inacción en la acción, y acción en la inacción", BG. IV.18 y en otros pasajes. Esta es la doctrina china del wei wu wei.

Literal y etimológicamente, Yoga es un "yugo", como el de los caballos; y a este respecto no habrá que pasar por alto que en la india, igual que en la psicología griega, los "caballos" del vehículo corporal son las facultades de los sentidos mediante los cuales se lo lleva por este camino o por aquél, para bien o para mal, o hasta su meta última si los caballos son controlados por el conductor al que están uncidos por las riendas. La individualidad es el equipo, y el Controlador Interior o el Hombre Interior es el jinete. Entonces, el ego u hombre "se unce como un caballo inteligente" (RV. V.46.1).

Como disciplina física y mental, el Yoga es Contemplación, dhârana, dhyâna y samâdhi, que corresponden a consideratio, contemplatio y excessus o raptus de la doctrina cristiana. En su consumación y significación total, yoga implica la reducción de las cosas separadas a su principio unitario, y de esta manera, a lo que a veces se llama la "unión mística"; pero debe comprenderse claramente que el yoga difiere de la "experiencia mística" en que no es un procedimiento pasivo sino activo y controlado. El yogi perfeccionado puede pasar a voluntad de un estado del ser a otro, como por ejemplo, el Buda, M.I.249.

En alguna medida, todo hindú es un practicante del Yoga, y precisamente lo que esto implica es expresado admirablemente por Platón en La República 571 f.: eis sunnoian autos autó aphichomenos = recogiéndose en meditación.

Sin embargo, cuando se trata de una contemplación más intensa, y la intención es escalar las alturas supremas, el practicante debe prepararse mediante ejercicios físicos adecuados, y deberá haber adquirido especialmente un control y una consciencia perfectamente equilibrados de todo el proceso respiratorio antes de avanzar hacia cualquier ejercicio mental; ninguno de estos ejercicios podrá tampoco ser emprendido con seguridad sin la guía de un maestro. Se obtendrá alguna idea sobre la naturaleza de los primeros pasos, mediante la cual se detiene y controla la vagarosa corriente del pensamiento, si se intenta pensar en alguna cosa, sin importar cuál sea, durante un lapso de hasta diez segundos; se descubrirá con sorpresa, y tal vez con perplejidad, que ni siquiera esto puede hacerse sin mucha práctica.

183

SB. IX.5.1.42. Del mismo modo que el Sacrificio Cristiano exige colaboración de todas las artes. Ver Nota 180.

184

La mejor discusión de esto se hallará en A. M. Hocart, Les Castes, París, 1939.

185

Sir George Birwood observa en su Sva, 1915, págs. 83-84: "Las disposiciones del Código de Manú y las legislaciones análogas de los hindúes alcanzaron su plenitud antes de que Atenas y Roma fueran fundadas. ...ahí descubrimos los brillantes perfiles de una economía industrial independiente, autónoma, simétrica y perfectamente armoniosa, profundamente arraigada en la convicción popular de su carácter divino, y protegida, a través de todas las vicisitudes políticas y comerciales, por el poder absoluto y la sabiduría y el tacto maravillosos del sacerdocio brahmánico. Nosotros consideraríamos que ese orden social ideal es imposible de realizar; sin embargo, sigue existiendo y brindándonos, en los todavía vivos resultados de su actividad diaria en la India, una prueba de la superioridad, en muchos modos insospechados, de la civilización hierática de la antigüedad sobre la moderna civilización de Occidente, secular, triste, insustancial y autodestructiva.

186 Una razón de la actual declinación de la natalidad es la pérdida de un sentido de responsabilidad para con la sociedad a este respecto, que debe ser una pérdida del concepto de vocación, métier y ministerium. Cada responsabilidad implica a la otra.
187 AA, II.4.5; Ait. Up. IV.4: "Para la perpetuación de estos mundos; pues así estos mundos se perpetúan. Ese es su nacer de nuevo. Este yo suyo es puesto en su lugar para la realización de las santas obras [SB. X.4.3.9, I.9.3.21, VIII. 6.1.10; BU. I.5.17]. Ese otro Yo suyo, luego de hacer lo que había que hacer, y de alcanzar su edad, se marcha (de este mundo). Ese es su tercer nacimiento". Cf. JUB. III.9.6; MU. VI.30. RV. VI.70.3: pra prajâbhir jâyate dharmanas pari. RV. IX.97.30: pitu(na) putrah kratubhir (Sâyana-karmabhir) yatâna = Como un hijo que persevera en los ritos de los sacrificios asegura el bienestar de su padre. De manera parecida, SB. I.8.1.31.: tasmât prajottarâ devayajvâ = "la futura adoración de los dioses significa hijo". La herencia de las vocaciones proporciona la continuidad del servicio divino. La casta y la vocación son hereditarias; no se debe abandonar el trabajo para el que una nació: sahajam karma... na tyajet, BG. XVIII.48. Esto lo sostiene el Eclesiastés XXXVIII:34: "Pero ellos sostendrán la fábrica del universo, y en su artesanía está su plegaria". Desde el mismo punto de vista, en Platón, Las Leyes 773 Ef.: "En lo atinente al matrimonio... se establece que debemos adherir a la naturaleza siempre productiva proveyendo siervos de Dios en nuestro propio lugar; y esto lo hacemos dejando siempre detrás de nosotros a los hijos de los hijos". Esto lo sostiene Sir Peter Renouf en su Religion of Egypt, pág. 147: "Que un hijo permanezca eternamente en mi lugar manteniendo vivo el nombre de mi casa".
188

Sobre Ley y Libertad, cf. San Agustín, De spiritu et littera. El Poder Temporal se libera de su esclavitud mediante el Poder Espiritual ("... en verdad, mediante el sagrado poder del Brahman, él [Brihaspati] lo libera [a Indra] del lazo que lo ata". TS. II.4.13). Cf. AB. VIII.13. Ver también Divina Comedia, Paraíso. Esquilo, Las Coéforas 256 y siguientes; Filón, Congr. 94, Dec. 119.

189

MU. IV.4. Ver también Shankârachârya, Brahma Sûtra, SBE. Tomo XXXVIII, Index, S.V. "Etapas de la vida (âshrama)". Las tres primeras conducen a los estados celestiales del ser, y sólo la cuarta, en la que se puede entrar en cualquier tiempo, conduce hacia una inmortalidad absoluta en Dios.

Sobre la cuarta âshrama, cf. Platón: "Pero con el avance de la edad, cuando el alma empieza a alcanzar madurez... no deberían hacer nada (considérese todo el tiempo y todo el ser), a no ser una labor de tiempo libre, si es que han de ser conducidos hacia una vida bienaventurada, y cuando terminen de coronar la vida que llevaron (aquí) con una suerte correspondiente allá... cuando lleguen a esa vida en la que nacerán nuevamente" (La República, 498 C, D con 486 A). Con una vida "de mortificación", una verdadera filosofía es un ars moriendi, un arte de morir, videha mukti (Fedón, 61, 64, 67).

190

Mientras se establece la diferencia entre tyaj, tyâga = abandonar y sannyasa = renunciar, ver las diversas implicaciones de sannyâsa y karma en BG. V.1-2, III.30, VI.2, V.10, II.50, III.27, V.8, IX.27, V.13.

191

En cuanto a referencias a pravraj = ir al exilio, renunciar a todos los apegos mundanos, entrar en la cuarta etapa de la vida, ver BU IV.4.22, IV.5.2.

Sobre vraj, ser proscripto, etc., cf. Filón, Raem. 117: "no es la infame huida del paria sino la huida de un proscripto desde el mal hacia la salvación, una proscripción que puede verdaderamente considerarse mejor que una revocación". (Cf. Filón, De Abr. y De Migr.)

192

"Bendito es el reino en el que uno de ellos mora; en un instante, ellos harán más bien duradero que todas las acciones externas efectuadas" (Meister Eckhart, traducción de Evans I.102; y como también dice: "mientras los demás velen, ellos estarán durmiendo", cf. BG. II.69. Pues aquellos a quienes nosotros llamamos ‘inútiles’ son los "verdaderos pilotos" (Platón, La República 489 y siguientes y M.6.3: por qué Duda fue un ermitaño).

193

NOTA DEL COMPAGINADOR. Esto significa que mukti o la Liberación está al alcance de toda alma individual, pero no necesariamente "tomando sannyâsa". La iniciación en el sannyâsâshrama no está normalmente al alcance de todas las vârnas (= castas) en la sociedad hindú. Sin embargo, incluso un "paria" podría ser un santo y ser adorado por todas las castas.

194

Enéadas IV-7.14: "No desaparecerá nada del reino del ser real".

195

BG. II.12.

196

RV. IX.113.9; JUB. III.28.3; SA. VII.22; BU. II.1.18; CU. VII.25.2; VIII.1.5-6; Mund. Up. III.1.4; Tait. Up. III.10.5; Pistis Sophia II.191b.

197

Brahma Sûtra II.3.43 y siguientes. Das Gupta, Indian Philosaphy, II.42. y siguientes. Asimismo, Enéadas VI.6.7.

198

Avatarana = Katâbasis como en La República 519 D y en Juan III:13. El "retorno a la caverna" de quienes efectuaron el "escarpado ascenso" corresponde al re-descenso del Sacrificador, cuyas referencias aparecen en nota 166.

Avatri varía de significado: de "venir" a "vencer"; este último significado es el que predomina en los textos primitivos. El significado de "descender’’ se expresa a menudo con otros términos o con otros verbos, como por ejemplo, avakram o avasthâ, prati-i, (praty-) avaruh. La más remota referencia al "descenso" de Vishnu puede ser TS. I.7.6.1,2: ...punar imam lokam pratyavaroha, cf. SB. XI.2.3.3, donde Brahma imân lokân ... pratyavait. En vista del posterior reconocimiento de que el Buda fue un avatâra, cf. J.I.50, donde el Buda desciende (oruyha - avaroha) del cielo Tushita para nacer: la ilustración de este hecho en Bharhut, que dice bhagavo okâmti (= avakrâmati), y DhA. III.226 donde desciende (otarityâ = avatîrtvâ) del cielo en Sankassa.

Cf. Windisch, Buddha’s Geburt, 31 y siguientes.

D. II.108, Buda dice: Yada bodhisartto tusita-kaya cavitva sato sampajano (cf. JUB) matu kucchim okkamati ... matu kucchisma nikkhamati.

En cuanto a la idea de un "descenso" expresada de otro modo, Ver JUB. III.28.4; SB. I.9.3.10 y BG. IV.5 y siguientes. =Clementine Homilies III.20: "Sólo lo tiene (al espíritu de Cristo) quien cambió sus formas y sus nombres desde el principio del mundo y así reapareció una y otra vez en el mundo".

199

"che solo esso a sè piace", Dante, Divina Comedia, Purgatorio XXVIII.91.

200

Ver nota 76 y "Juego y Seriedad" en Journal of Philosophy XXXIX. 550-552. Nitya y Lîlâ, lo constante y lo variable, son Ser y Devenir, en la Eternidad y el Tiempo. Cf. Enéadas IV.8.5.

201

CU. IV.14.3; MU. III.2; Sn. 71, 213, 547 (como KU. V.11), 812, 845; A. II.39.

202

AA. III.2.4, cf. AV. X.8.44; JUB. III.14.3; CU. IV.11.1, VI.8.7 y siguientes; Kaus. Up. 1:2, I.5.6 etc.

203

SA. XIII, y nota anterior. Otras referencias sobre el tema: RV. X.7.6; SB IX.2.3.27; Filón, Fug. 121-122, Somn. I.248; Diez L.8.17,18 (¿?).

"Todo lo que vosotros habéis sido, visto, hecho y pensado,
No sois vosotros sino yo quien lo ha visto, sido y hecho...
Peregrino, Peregrinación y Camino
fueron sólo Yo Mismo hacia Mí Mismo: y vuestro
Arribo sólo fui Yo mismo a mi propia Puerta...
Venid vosotros, Atomos perdidos, a vuestro Centro...
Rayos que habéis vagado en la vasta Oscuridad,
Retornad y hundíos de vuelta en vuestro Sol."
Matiqu’t-Tair (según versión de Fitzgerald).

"Y ya no vivo yo", Gálatas II:20. "Él existe formal y externamente... pero ... realmente es inexistente como agente individual y sólo "persiste" en virtud de la Vida y la Energía Divinas que constituyen la totalidad de su ser." Comentario de Nicholson sobre el Mathnawi I.128, III.3670.

 
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