ARQUETIPOS MITOLOGICOS. Rosana Asís. Editorial Brujas. Córdoba, Argentina, 2008. 168 pp.

El título que Rosana Asís ha elegido como frontispicio de este interesante libro sintetiza perfectamente el contenido de la obra al igual que el punto de vista al que su autora se adscribe.

Este volumen, en efecto, trata de arquetipos, esto es, de númenes, dioses, energías e ideas a través de los cuales la luz emanada del Principio es transmitida a todos los ámbitos del Ser Universal, de espacios canales por los que se vierte la Inteligencia que hace posible el conocimiento del Todo y la experiencia de su origen increado. El adjetivo mitológicos da cuenta de que las fuentes del estudio de la escritora argentina son los mitos -principalmente de la tradición grecolatina- que constituyen el fundamento de la astrología hermética, el arte liberal que sirve de encuadre al tratado. Y el subtítulo Resonancias simbólicas de Hermes, Urano, Neptuno y Plutón. Venus, Marte, Júpiter, Saturno, la Luna y el Sol revela lo que es este texto ante todo: una invitación a la contemplación del símbolo para despertar la memoria del Sí y alcanzar el verdadero Conocimiento.

Los contenidos de Arquetipos Mitológicos pueden dividirse en tres partes. La primera de ellas está compuesta por acápites en los que la autora enuncia el propósito de la obra e introduce con un lenguaje fresco y radical a las claves del pensamiento simbólico.

El símbolo no es un invento o algo que usamos porque no conocemos la verdad. El símbolo es algo que usamos porque sospechamos la verdad y tendemos hacia ella; esa tensión origina el lenguaje simbólico, que es otro modo de conocer y comunicar. (p. 7)

Los símbolos son vehículos cognoscitivos entre los diferentes planos de la realidad. La simbología no se ocupa de la perspectiva histórica, busca la identidad de los símbolos que se manifiestan en un diferente tiempo y espacio, tratando de vivenciar el sentido. (p. 28)

Aprender a leer los símbolos requiere de una consagración, de una conciencia iniciada en los misterios. El conocimiento simbólico no divide, no es analítico, sino sintético; busca percibir la realidad de manera unitaria, como una totalidad. (p. 29)

Con la filosofía simbólica, intentamos seguir el consejo de Delfos: conócete a ti mismo y conocerás a Dios. Somos un objeto de conocimiento muy escurridizo, peor que las células o los átomos, así que para acercarnos recurriremos al mensaje de la filosofía, al de los mitos y su relación con el cielo. (p.12)

La parte central del libro se adentra en la simbólica de los mitos de Hermes, Urano, Cronos, Zeus, Afrodita, Ares, Poseidón, Hades, Selene y Helios de la mano de Hesíodo (Los Trabajos y los Días y la Teogonía), Homero (La Ilíada y La Odisea), Ovidio (La Metamorfosis) y Platón (varios Diálogos) así como de obras contemporáneas entre las que destacamos los textos de Jean Chevalier, Federico González, Robert Graves, Pierre Grimal y Karl Kerenyi referenciados en la bibliografía del volumen. Nos han parecido particularmente interesantes las apreciaciones de la señora Asís acerca del simbolismo astrológico de Urano, Neptuno y Plutón enraizadas en el mito, al igual que otros fragmentos inspirados tales como estos párrafos del capítulo dedicado a Hermes:

El lenguaje literal, descriptivo, como el de las ciencias, sólo informa; cuando el lenguaje es simbólico, como el de los textos sagrados, la poesía o la astrología, evoca realidades presentidas, recordadas; por eso no podemos quedarnos con lo literal. La palabra, aunque encerrada en su forma escrita, tiene un espíritu que la vitaliza, y quiere llegar a nuestro corazón para dar su mensaje. Eso sucede cuando el lenguaje es simbólico, el símbolo es el encuentro entre lo profano y lo sagrado. Y hasta allí debemos volar. Entonces la conciencia, y el valor heroico para remontarse más allá de lo conocido, de lo cotidiano, de lo rutinario, de lo “sabido”, es la clave de la interpretación. (pp. 54-55)

Hermes es el mensajero e intérprete de la voluntad divina y, por tanto, del sentido profundo. Es hijo de Zeus y de una de las Pléyades: Maya. Simboliza una naturaleza intermedia, ambivalente, dual, y es por eso mediador, intermediario. Esta dualidad está expresada en su caduceo, en el cual se encuentran las serpientes enroscadas. La piel de las víboras simboliza lo más profundo, instintivo, lo que repta por tierra, pero con un gran poder de mutación. Por encima las alas: símbolo del mundo Olímpico, celestial, la luz, la diafanidad de la divinidad. Unido por la vara: el eje del mundo. Hermes justamente por esta dualidad es capaz de comunicar los contrarios: la verdad, busca que se realice rápidamente lo que piensa. “Así cuidaba el glorioso Hermes que fuesen simultáneas la palabra y su ejecución”. (pp. 56-57)

En el último bloque de la obra se proponen ejercicios de meditación de calibre diverso en relación a los arquetipos tratados en el libro. Si bien la autora titula “Parte Práctica” a esta última sección, consideramos que la lectura concentrada y la evocación desnuda de los mitos reunidos en la parte nuclear del volumen puede constituir un acto operativo de alcance acaso mayor.

No podríamos finalizar esta reseña sin mencionar las referencias reiteradas de Rosana Asís a la obra de Carl Gustav Jung y a conceptos tales como el “inconsciente colectivo”, una especie de cajón de sastre con nombre equívoco que agrupa a todo lo que no es cognoscible por el individuo mediante la percepción sensorial o el raciocinio. No negamos que en el discurso de Jung cabe reconocer ecos de enseñanzas tradicionales sobre el símbolo y el alma, pero es evidente que sus teorías han dado pie muy mayoritariamente a desarrollos horizontales de tipo dual que nada tienen que ver con la Ontología y la Metafísica. En este contexto, Arquetipos Mitológicos se erige como una obra iluminada que trasciende el jungismo pese al empleo de algunos términos propios de esta escuela de psiquiatría, pues afirma el carácter espiritual y no meramente psíquico de las realidades arquetípicas así como la posibilidad de la intuición intelectual y por tanto del verdadero Conocimiento, supraindividual y supracósmico. M. G.

 
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