SYMBOLOS
Revista internacional de 
Arte - Cultura - Gnosis
 

CARTA EDITORIAL

En Noche de Brujas, auto sacramental en dos actos, el Diablo apremia a sus amadas, hijas y hermanas a que permanezcan perpetuamente despiertas para no ser devoradas por el gran letargo colectivo, instándolas a conocer el mapa invisible, la geografía del otro mundo; alentándolas a incursionar en la Ciudad Celeste,

un espacio al que todo habitante del mundo puede llegar, aunque se hace muy difícil el acceso, sobre todo en estos tiempos acelerados en que nos ha tocado vivir. También se dice que tiene tantas entradas como hombres hay en el mundo significando la misma idea.

De más está decir que la ciudad celeste es un lugar real y tangible, aunque la frase se utilice en un tiempo otro y en un espacio de dimensión imposible geométricamente. Es decir, que no es computable ni visible sino al ojo del corazón, y en donde viven los ancestros. Allí la pasamos a nuestras anchas, podemos leer a gusto todos los libros, pasearnos desnudos entre innumerables hembras cuya función consistiría en embellecer a un solo pubis, guardián de lo arquetípico, que se nos abre poderoso. Tal cual comparan al más allá en varios esoterismos y religiones.

Es la constante conjunción de opuestos la que alegra el corazón y dispara la mente hacia lo que No Es y no será por siempre jamás.

Ser un habitante de esta ciudad es un privilegio del que muy pocos gozan, pero a lo largo del tiempo suman miles y aún decenas de miles quienes la conocen.

Es la mejor nave para navegar el cielo de lo siempre presente, es el antro de las ninfas, o sea, la caverna del corazón.

Una exquisita fragancia acompaña a estos seres que intentan comunicarse con el exterior en vano, pese a que se da la paradoja de que para ellos todo es posible.

Marsilio Ficino la llamaba,

"la Altísima Ciudadela de la Bienaventuranza Celeste."

Todas las Tradiciones han conocido, bajo otros nombres, esta idea del otro mundo a la que apodaban: "Ciudad de los Inmortales", "Ciudad de Dios", "Tierra de los Vivos", "Tierra de los Bienaventurados", Colegio Invisible, o Iglesia Secreta, Olimpo o Elíseos, Jerusalén Celeste, etc., las utopías de todo el mundo como testimonio de que puede arribarse a ese sitio. Allí moran los dioses y los inmortales, o sea, los que han realizado la unión última entre el Ser Universal y lo que No-Es, aceptando el mundo tal como es, y su ignorancia propia de ese mismo mundo a la par que su condición1.

Para ello el Diablo (Dionisos, actualmente en activo como no puede ser de otro modo), como gran hierofante iniciador en los Misterios de la Vida y la sexualidad, nos exhorta con el fuego de su entusiasmo a realizar los sacrificios (de sacrum facere, hacer sagrado) estudiando minuciosamente y sin desmayo los antiguos textos de la ciencia, y los de la naturaleza y los de nuestra propia vida, donde podremos leer como en un libro abierto, si nuestra actitud, (nos advierte), es la adecuada.

Se puede decir más alto pero no más claro: se nos ofrece la posibilidad de transponer el umbral dejando atrás todo condicionamiento, comenzando por las concepciones mentales, de las que se ha dicho son las más esclavizadoras y conforman nuestra personalidad2, lo que no es posible realizar sin una “entrega total a la llama del amor”3, (Eros representado por el falo primordial, “la potencia siempre renovada y el acto continuamente virgen”4), “y a los éxtasis y goces de la sublime y fogosa belleza”5, lo que constituye la efectivización de un salto cualitativo a otro nivel, en el que se produce la conjunción de los opuestos complementarios en la copa del corazón, (en el interior de uno mismo): la cópula sagrada entre el Cielo y la Tierra, signada precisamente por el solsticio que celebramos.

Sirva todo esto como introducción a la nueva actualización de SYMBOLOS, ámbito que se revela como un modelo a escala de una Inteligencia viva que opera inesperadamente en la conciencia produciendo rupturas de nivel, mediante la adecuada disposición por parte del recipiendario, análoga a la de una tierra pura en la que se deposita la semilla de vida.

El que promueve las artes y sublevaciones desde su morada en el centro de la tierra nos llama. El ignorante a sueldo del espíritu nos contagia su entusiasmo exhortándonos con su furor a ser los ejecutores permanentes de órdenes divinas. “¡Esta es la época de nuestra producción!”, grita encendido, encendiéndonos y ardiendo en la llama del amor. Este es precisamente el fuego de vida implícito en SYMBOLOS, que se manifiesta en las ideas que vehicula, ya sea invocando a las Musas, como es el caso, -entre los estudios y artículos-, de lo escrito por Lucrecia Herrera: ¡Venid, Musas, a inspirar este canto!, o realizando un recorrido por la Cosmogonía Hermética con Venus, tal y como propone Alberto Pitarch, o bien adentrándonos con Alcinoo en su Didaskalikos, “una actualización de la doctrina Platónica para su tiempo, y también para la posteridad” al decir de su autora, María Correa.

Y esto es sólo el comienzo del “sumario”, que en “Notas y Noticias” continúa con la presentación de los cuadernos La Máscara Real y su simbólica, de Mireia Valls y Marc García y Las diosas se revelan, de la misma autora en colaboración con Lucrecia Herrera, ambos editados por Libros del Innombrable dentro de la nueva colección Aleteo de Mercurio, que también se anuncia entre las novedades que trae la sección “Libros”.

Asimismo encontramos reseñada la presentación del libro Tartesos, La Ciudad de Ulía, el Señorío de Montemayor y el Castillo Ducal de Frías. Linajes históricos y mitos fundadores, obra que el propio autor Francisco Ariza presentó recientemente en la Biblioteca Pública Arús en Barcelona, de lo que da cuenta Carlos Alcolea.

E igualmente en la mencionada Biblioteca Pública Arús, se presentaron los recién reeditados cuatro libros de Federico González: El Simbolismo de la Rueda, Hermetismo y Masonería, El Simbolismo Precolombino y Las Utopías Renacentistas. Presentación a cargo de diversos colaboradores de SYMBOLOS que recoge Francisco Ariza en una síntesis que nos adentra en el meollo de la obra.

En la sección “Reseñas”, Ángela Sardá y Mª Rosa Alorda nos introducen en La Máscara Real y su simbólica, revelándose los dioses como aspectos o máscaras de la Divinidad.

En cuanto al “Cuaderno de Imágenes”, una recopilación de bellas ilustraciones escogidas para la primera publicación de Letra Viva, nos sume en el recogimiento y la meditación de la simbólica hermética que promueve su visionado atento y concentrado.

Precisamente celebrando el primer aniversario del nacimiento de Letra Viva -una expresión de la “Escuela de Pensamiento Federico González Frías”-, se presentan ahora los cuatro primeros números publicados trimestralmente cuyos títulos en orden de aparición son como siguen: La Iniciación Hermética, La Academia Numénica, El Altar Portátil y Que nadie entre aquí si no es geómetra.

También contamos con una nutrida compilación de novedades que aparecen en las páginas de nuestro Anillo telemático.

A destacar en SYMBOLOS youtube, el nuevo Canal de Video-Arte Documental La Memoria de Calíope: “un espacio donde la Historia, el Arte, la Cultura, las Tradiciones comparadas son enfocadas desde la Vía Simbólica y la didáctica que de esta se desprende”.

Y también en primicia, el vídeo de la presentación que tuvo lugar recientemente en la Librería Alibri (Barcelona): El Anillo Telemático de SYMBOLOS, Pensamiento, Palabra y Símbolo en la red.

Queda en manos del lector dar cuenta de lo que se cuece en su interior.

Feliz San Juan.

El consejo de redacción.


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NOTA:

En lo tocante a esta nueva actualización de SYMBOLOS que ahora ve la luz con el número 52, no podemos pasar por alto un hecho significativo desde el punto de vista de la simbólica tradicional de los ciclos y ritmos cósmicos en relación con los calendarios precolombinos, por constituir dicho número un acontecimiento reseñable en su conteo calendárico, es decir un hito en el tiempo (sagrado y no insignificante) que signa el final de una era y el comienzo de una nueva (con todo lo que eso conlleva), hecho que reclama nuestra atención y en el que vamos a detenernos aunque no más sea para dar alguna pincelada al respecto, como introducción a dicha ciencia de los ciclos y ritmos universales, lo que quizá pueda llevar al lector interesado en estos temas (espoleado por la imperiosa necesidad instalada en su corazón de Conocer-se), hasta el umbral que se sugiere más arriba, dándose la oportunidad de transponerlo.

He aquí a modo de guías, algunos textos e imágenes respecto al calendario precolombino y sus pautas. Los hemos extraído en su mayoría de El Simbolismo Precolombino. Cosmovisión de la Culturas Arcaicas, de Federico González.

Fig. 1.



Representación del periodo de 52 años,
que los antiguos mexicanos dividían en 4 partes de 13 años cada una, llamada tlalpilli.
(Códice Tovar)

En los calendarios mesoamericanos, la rueda calendárica o atadura, es la combinación del ciclo de 260 días del calendario ritual (tzolkin en maya, tonalámatl en azteca) con el de 365 días del solar y civil (haab en maya, xihuitl en náhuatl, pije en zapoteco) que para encajarse tardan un período de 52 años, 18.980 días, que corresponde también a la culminación de las Pléyades.

Fig. 2.

     

Calendario maya de 260 días (izquierda) engranando con el año de 365 (derecha).
La Civilación Maya, R. J. Sharer basado en S. Morley.

Para celebrarlo las culturas mesoamericanas realizaban importantes ceremonias. En el caso de los mexicanos era la llamada "ceremonia del fuego nuevo o tuxiuh molpilia".

Fig. 3.



Ceremonia del fuego nuevo.
(Códice Borbónico).

Se piensa generalmente que el Fuego Nuevo se celebraba únicamente cada 52 años debido a la importancia calendárica del xiuhmolpilli (atadura de años) cuando coincidía el final y por tanto el inicio de los dos calendarios, el tonalámatl, calendario ritual de 260 días, y el xihuitl, de 365 días. Era entonces cuando se renovaban todas las imágenes y otros objetos de culto, junto con los enseres domésticos, es decir, tanto lo sagrado como lo profano.

El momento considerado en que se realizaba, era cuando las Pléyades llegaban al punto más alto del cielo.

Nos dice Bernardino de Sahagún (1540-1585) en Historia general de las cosas de Nueva España:

De la gavilla o atadura de los años, que era después que cada uno de los cuatro caracteres havían regido cada uno treze años, que son cincuenta y dos, y de lo que en este año de cincuenta y dos hazían. De cómo toda la gente, después de haver tomado fuego nuevo, renovavan todos sus vestidos y alhajas. Donde se pone la figura de la cuenta de los años.

Fig. 4.



Xiuhmolpilli, atadura de los años. Procede de la Ciudad de México.
Museo Nacional de Antropología.

Al mismo tiempo se consideraba fundamental el que dado el ciclo de Venus cada dos “ataduras de años” (52x2=104 años) coincidía el comienzo del tonalámat, del xihuitl y del ciclo de Venus.

Fig. 5.



Rueda del Tiempo, compuesto de 52 años.

Para ahondar en el tema:

http://diccionariodesimbolos.com/ciclos_ciclologia.htm#diccionario
http://diccionariodesimbolos.com/calendario.htm#diccionario
http://americaindigena.com/20calendariosmesoamericanos.htm

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NOTAS
1 Federico González Frías. Diccionario de Símbolos y Temas Misteriosos. Entrada “Ciudad Celeste”. Para quien quiera ver la entrada completa remitimos a la siguiente dirección:
http://diccionariodesimbolos.com/ciudad_celeste.htm#diccionario
2

Federico González Frías. En el Vientre de la Ballena. Textos Alquímicos. Ediciones Obelisco, Barcelona, 1990.

3

Federico González Frías. Noche de Brujas. SYMBOLOS, junio de 2007.
Para acceder al visionado de la obra filmada:
https://www.youtube.com/watch?v=sxT_2IrG_ZU&list=PLeuqr7FCYunn4h1yF4FWd-G6ZaeWBwYY9

4 Op. cit.
5 Op. cit.
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