SYMBOLOS
Revista internacional de 
Arte - Cultura - Gnosis
 
HIMNOS DEL AGARTHA

REDACCIÓN SYMBOLOS


Introducción.

Uno pudiera pensar que ya todo está dicho, que no hay nada que agregar al discurso de la Vida. Sin embargo, la vida del Ser Universal sigue desplegándose y continúa penetrándonos su siendo, ese ritmo de contracción y expansión cósmica que se actualiza a cada instante. El Verbo exhala su discurso y el ser humano, su emisario, lo pronuncia poniendo voz a la Voz del Espíritu. Es a este oficio al que los integrantes de la Redacción de SYMBOLOS nos entregamos unánimemente, sin ninguna pretensión, afán ni protagonismo, y reuniendo nuestras voces en un canto armónico.

Nos mueve alabar al Origen de este cosmos animado, y haciéndolo, imbuirnos del Misterio que lo envuelve. Invocamos a todas sus potencias intermediarias conforme al destino al que nos hemos adherido libremente y estamos dispuestos a reiterar este rito día tras día hasta el fin del ciclo.

De lo más interno y oculto de la caverna se expande en espiral un encadenado de letras, el Fiat Lux despertador de las Potencias que atentos oídos escuchan y repiten y vuelven a repetir orquestando una sinfonía que ejecutan todos los integrantes de la Cadena Áurea.

Nos sumamos a este Hilo de Oro que a lo largo del tiempo ha entonado tantos cantos de alabanza y lo hacemos en pleno siglo XXI, con nuestras maneras de decir y con las luces que nos han sido dadas, animados por las palabras de nuestro guía. ¡Que sean ellas las que inicien estos Himnos del Agartha!


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*    *

Y aquí estamos nosotros, personal calificado en estas disciplinas, y a nuestra medida y forma haremos todo lo posible y seguiremos volcándonos hacia los otros para mantener el esplendor de la Tradición Hermética.
Eso somos, trabajadores de una Tradición muy antigua, que ha tomado diferentes modos de expresión y de la cual somos servidores y empleados y sobre todo soldados, con muy poca fuerza pero convencidos de la inmensidad de lo que representamos.
Acepta, pues nuestra labor ya que tú sabes que hace largos años que estamos en estos menesteres.
Y eso es todo, aunque siempre hay cosas nuevas y formas diferentes de realizar nuestro trabajo para despertar el intelecto divino. Y agradecerte por todo ello, una y otra vez, entonando estos himnos de alabanza.*


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A Calíope, madre de Orfeo, Musa de inspiración a los cantos sagrados.
A Federico, nuestro instructor y poeta en la edad tardía.
A Pedro, hermano del alma.

Los iniciados del crepúsculo

Ser testigo y dar testimonio del Misterio,
Dar fe de lo Uno sin par,
Y hablar del silencio de su nombre impronunciable.

Loados sean los dioses, potencias divinas que lo manifiestan:
Desde Egipto, pasando por Grecia y Roma, Alejandría y las potencias de la Gnosis;
Las tradiciones del libro y la Cábala, la historia sagrada de Occidente;
Las tradiciones orientales y precolombinas.
Pues todas ellas expresan lo sagrado a través del tiempo.

Por eso, mediante las labores de Saturno,
El iniciado se empeña en encontrar claves simbólicas,
Llaves que abren las puertas de la Obra divina:
A la que el alquimista se suma con gran paciencia y tesón,
Así, cuando comprende su esencia,
Queda maravillado de los prodigios de la Naturaleza.
Y entonces,
Entonces abre su alma al vuelo del espíritu.
Y todo ello por querer conocerlo todo sin saber nada de nada,
Pues la ignorancia es el suelo que pisamos a diario en nuestro quehacer sacro.

En hora tardía,
Como si de un anunciado ocaso se tratara,
Alzamos nuestra mirada al Cielo y, con los pies en la tierra,
Recordamos la Dignidad del hombre proferida por Pico:

Te he puesto en el centro del mundo
para que más cómodamente observes cuanto en él existe.
No te he hecho ni celeste ni terreno, ni mortal ni inmortal,
con el fin de que tú, como árbitro y soberano artífice de
ti mismo, te informases y plasmases en la obra que
prefirieses. Podrás degenerar en los seres inferiores que
son las bestias, podrás regenerarte, según tu ánimo, en
las realidades superiores que son divinas.
1

Sabedores de que Eros es la fuerza que cohesiona toda la creación,
A este dios “pícaro y sinvergüenza” pues, nos encomendaremos;
No en vano conjuga las energías de Marte y Venus en cópula celestial,
En la perpetua conjugación de contrarios.
Rastrearemos, pues, en nuestro quehacer cotidiano,
El simbolismo derramado por los iniciados de la cadena Áurea:
Recorreremos el laberinto,
Viviremos el mito,
Seremos peregrinos y actores,
Subiremos y bajaremos del Cielo a la Tierra,
Cuales seres pneumáticos encarnando la Cosmogonía,
E, inspirados por las meditaciones cabalísticas,
Buscaremos la salida del Cosmos,
Vieja prebenda otorgada por el Creador al Hombre Verdadero:
La Libertad por el Conocimiento.

Con el Recuerdo del Ahora siempre presente,
A través de la Historia Sagrada de Occidente,
Estamos atentos y, de forma consciente,
Siempre empeñados en el cultivo de la voz sagrada,
Cada vez menos escuchada,
Cada vez menos comprendida, y hasta negada.
Pues vivimos el tiempo de una humanidad cada vez más alejada
De los dioses que habitan el alma del hombre y del mundo.
Y entonces, su recuerdo se tiñe de olvido.

Sean pues las siete cuerdas de la lira de Orfeo,
Las siete vibraciones que la melodía de las esferas danza,
Las siete cifras de construcción cósmica y el sintético sello de Salomón.
Ahora que el carro de Helios se muestra en toda su majestad cíclica, cantamos:
¡Evohé Bacantes!
De Tracia a Eleusis: ¡Fastos en honor a Dioniso!
Pues el logos divino que emana de Apolo,
Alumbra los ciclos y vive en el alma del iniciado.

Somos avatar,
Y nos permitimos persistir en nuestra entrega anónima para
Ser testigos y dar testimonio del Misterio,
Dar fe de lo Uno sin par,
Y hablar del silencio de su nombre impronunciable.


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Al Agartha

Centro oculto,
centro de centros,
corazón de la montaña,
cúbrenos con tu manto estrellado,
protégenos dentro de tus linderos inviolables.
Al nombrarte, Agartha,
desaparecen todos los rostros,
las almas convocadas se saben instrumentos del Rey del Mundo,
y entonan un canto unánime.
Poderoso Legislador,
nos plegamos a tus designios.
Abandonando luchas y afanes,
nos adherimos a la Norma
e integrados en el plan divino
nos acercamos a la luz inmaterial
que se proyecta desde lo más interno de la ciudad subterránea.

Centro oculto,
centro de centros,
núcleo de inmortalidad,
aunque nos sabemos seres transitorios,
unos “tristes mierdas de origen divino”,
hacemos memoria día tras día
para mantener viva la llama que nunca se apaga,
salvaguardando el germen origen de cualquier eón
y la esencia indestructible no sujeta a los cambios.
Ignoramos el día y la hora del cierre de la función,
mas no desfallecemos en el empeño de encarnar el Ser
para soltarlo en un instante,
fugaz,
imprevisto,
por el que se cuele el rocío celeste
que haga resucitar de las viejas cenizas, un Mundo Nuevo.


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Al Dios Desconocido

Apenas sé cantar pero cómo no cantarte
hasta el último aliento,
dejando de ser yo para ser sólo canto,
el que tú me enseñaste para recordarte.
Una sola voz y un solo canto,
que canta a la vida que me das
para conocerte y así poder amarte
como sólo tu Sabiduría sabe hacerlo.

Desde su silencio, que es el tuyo,
bien sé que no estoy solo.
Todo está en mí porque estás en mí:
¿quién eres tú sino tú en mí?
Dándolo todo, lo tengo todo
y teniéndolo todo, te lo doy todo.
Y porque sé lo que callas,
sólo eso quiero oír.

Contigo aprendí a amarte y penetrarte
para poder ver en lo ordinario lo sublime.
Te inviertes y desdoblas
para que pueda reconocerte
y de cada reflejo tuyo
de dos hagamos uno.
Y en cada encuentro nos dejamos
para no dejar de encontrarnos.


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A la Memoria

Sagrada Memoria, habitante del eterno presente. Recibe en tu seno nuestro sacrificio, nuestra todavía forma corpórea no está sino para encarnar todo el legado que una vez tras otra nos muestras sin descanso a través de la historia mítica, el lenguaje y la ciencia simbólica. Que nuestros cuerpos no sean sino templos andantes de la Tradición que salvaguardas.

Recibe, por favor, nuestras experiencias intelectivas para que sea en éstas donde podamos hallarte, ahora, tan viva como siempre, en mitad de este ciclo al que todo lo sagrado le es ajeno.

Mediante ejercicios de concentración te presentas, envuelta en un precioso traje de veintidós letras, engalanada con siete estrellas y coronada por tres zafiros. A ti, Mnemosine, madre de las Musas y amante de Zeus, que unes a través de las artes que tus hijas inspiran los cuatro mundos. A ti, amada, que otorgas al humano fuerza, fe y serenidad. Y que haces que el Santo respire a través de sus hijos, ya contigo inmortales. A ti, Memoria, que eres camino, candil y cayado en el continuo peregrinar hacia nuestra verdadera morada.

¡Ven Sagrada Memoria y alumbra este anillo cada día y cada ocaso! ¡Aparta de aquí la estulticia y el olvido! ¡Ven, ven e ilumina este canto, que tu nombre sea escuchado a través del tiempo!


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A Hermes

A ti Hermes, transmisor de la tradición perenne,
Tócanos con tu vara mágica,
para despertar de este profundo sueño, llamado ignorancia.
Sé nuestro guía, ábrenos los ojos, para no perdernos en el laberinto de la mente.
¡¡Avívanos!! ¡¡Zarandéanos!!
No nos quedemos complacientes con lo conocido,
¡¡Arriesguemos!!
Tenemos mucho que ganar y poco que perder.
¡Ganar! Un mundo nuevo,
que gracias a la Tradición y al rito diario de estos trabajos,
se puede realizar.
¡Perder! Todas nuestras miserias
que hemos tomado como realidades,
en las cuales hemos apostado todo este tiempo.
Rompamos las cadenas que nos atan a lo viejo y caduco.
¡Libéranos!
Despertemos a la inteligencia del corazón,
la única verdad existente.
Condúcenos hasta el centro,
a las fuentes originales, de donde todo emana,
¡La inmortalidad!
Sacrifiquémonos a nosotros mismos.
Separemos lo sutil de lo denso, Solve et coagula,
haciendo un espacio en nuestro interior,
para que crezca la semilla de la inmortalidad,
la cual está oculta en nuestro corazón.
Apostemos por la verdad, con mucha paciencia y amor.
Lo más pequeño es lo más poderoso.
¡Gracias!


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A los Ancestros

Soplo del Espíritu,
Sabiduría e Inteligencia,
resonantes ecos del Origen,
Palabra viva, Verbo encendido,
rapto del Corazón,
Gracias del Cielo, Memoria y Conocimiento,
Caridad y Rigor,
guía e instrucción,
Luz que ilumina, sombra de Dios,
Agua de Vida y Muerte,
Fuego de Amor,
divino furor de las almas prendidas,
chispas que se inflaman hacia su principio atraídas,
influencias del gran Hermes-Thot,
dominios, potestades,
plumas de Quetzalcóatl –el escriba divino–,
prolongaciones del dios desconocido y civilizador,
inspiraciones de las Musas,
amantes de la Verdad, hábiles en el disfraz,
cainitas condenados por una maldición filial.
El mito fratricida se representa ahora mismo:
Va de retro lo correcto o lo bueno, de la pequeña mentalidad humana el sustento.
Muerte al adversario, que impide la realización del Ser Universal.
Viva la Sagrada ascendencia depositaria de símbolos y arcanos.
¡Bendita tropa divina!
¡Asistid a vuestros hijos y hermanos que os necesitan!


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Al Árbol de la Vida

Comienzo por cantar al jardinero que sembró al voleo las semillas del Árbol cósmico.

Canto su ímpetu, su amor, su destreza en el arte de modelar y dar forma a las ideas, repitiendo sus nombres y el orden de la emanación, un día tras otro, sin descanso, sin enmienda, a golpe de verso y conjugando rigor y gracia mientras se fuma un puro sentado en la butaca del centro.

Canto al corazón arado que recibe la simiente y la deja germinar desde la más recóndita oscuridad cada vez que recuerda los nombres de las 10 esferas que al mismo tiempo son, como se sabe, sagradas numeraciones.

Canto al uno, al dos y al tres, triángulo primordial cuya cúspide es Kether, la corona del cosmos, el Uno sin par. De ti brotan todas las potencias sin que tú salgas jamás de tu mismidad. ¡Que toda la conciencia se concentre en este punto! Y veremos pasar mundos, días y años, abriendo y cerrando ciclos mientras el universo se levanta y se destruye apoyado en las siete sefiroth de construcción, cuyos nombres incanto desde Malkhuth hasta Hesed, para entregar el alma a sus más altas instancias más allá del abismo, Tehom.

Canto a la Inteligencia, Binah, que alumbra todos los mundos y se encierra en el regazo de la Sabiduría, del semillero cósmico, Hokhmah; equidistantes diosas que se equilibran en Daat. ¡Venga a nosotros el Conocimiento! Que se abra el tercer ojo hacia el punto más elevado del cielo, liberándonos así del peso de cada esfera hasta alcanzar las raíces implantadas allende la Corona, en el En Sof insondable.

Árbol de Luz que das la vida, que la recreas con el residuo, reshimu, de la divinidad más oculta. ¡Que por tu intermedio todos los que nos hacemos uno con tu tronco, tus ramas, frutos y raíces, ardamos en tus cenizas, devolviendo tu núcleo indestructible, Luz, a su origen increado! Y a medida que recorremos los 22 senderos de Sabiduría nos vamos fundiendo, sin confusión, en el secreto del Misterio absoluto.


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Al Ser que respira

A ti, que también eres yo,
que eres todo a la vez sin contradicción,
aunque se me olvide a veces,
no te pido nada porque no se puede.
Podría pedirte muchas cosas,
¿pero a quién se las pediría?
¿Y qué podría pedir a quién lo da todo a cada instante?
Podría pedirte muchas cosas,
pero si miro en mi corazón no te pido nada,
Y mejor callo.

Pedir no, pero invocar sí.
No para que así baje un premio de un cielo externo,
más bien para despertarte en mí.
Porque sé que es lo único sensato,
aunque se me olvide a veces.
Porque sé que eres el único significado,
aunque te adornan muchos, múltiples significantes.

Entonces te invoco,
aunque a ti en verdad no te puedo invocar,
sólo puedo callar;
pero sí puedo invocar
a las múltiples facetas
que en ti se manifiestan.
Y así pellizco tu piel que es mi piel,
tu carne que es mi carne,
tu alma que es mi alma,
las acaricio, las estrujo, las masajeo,
para que corra la sangre,
y llegue el alimento a todos los rincones,
para que se despierte la vida,
la verdadera vida,
y pulse a tu ritmo.

Invoco al Ser que respira,
que es una esfera,
que se contrae y se expande,
que se oscurece y se ilumina,
que gira,
que tiene un punto de donde aspira la vida,
que tiene límites que protegen y contienen,
que retorna de donde venía,
expirando la vida.

Invoco a su corazón,
centro del mundo,
puerta hacia otro mundo,
que en verdad es el mismo;
que late en cuatro tiempos,
que marca el ritmo,
que acelera y ralentiza su marcha,
que recibe todo y todo lo da,
motor de la vida.

Invoco a Aquel,
que surge de las Tinieblas
más que luminosas,
para determinar un punto
principio de todo,
que desciende en cuatro planos
y tres columnas,
para volver a ascender
en movimiento circular,
espiral.

Invoco a los cuatro planos en mí,
invoco sus nombres,
Atsiluth,
Beriyah,
Yetsirah,
Asiyah.

Invoco a las tres columnas en mí,
invoco sus nombres:
Pilar del rigor,
Pilar central,
Pilar de la gracia.

Invoco para que se haga en mí.
Para reconocer que trascendencia e inmanencia,
son dos caras de una misma moneda.

No hay razones,
pero hay Orden.
No hay razón,
sólo Misterio.


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A la Shekhinah

Te invoco y actualizas en mi tu recuerdo,
inmanencia de lo Absoluto,
águila que me raptas hacia lo más alto
infundiéndome la memoria del Uno.

Se diría que te es indiferente mi gesto,
tal tu generosidad sin par.
Pues te entregas a cada momento
aunque ya ha tiempo
que tu puerta está sin golpear
por éste, sumido como está
en un módico tedio
del que no alcanza a zafar.
(¡tantos años!)

En nuestro trato,
tu tercio es dar
(y a fe mía que siempre das)
y mis dos terceras partes, acoger y retornar.
Y como en nuestra empresa
las cosas van por unanimidad,
si un accionista no concurre a la asamblea,
¿qué obra se podría operar?

Pero me has llamado por mi nombre.
Te oí ayer en mi sueño
(¿eras tú, verdad?)
y me despertaste.
Te he buscado en el bosque
donde tu presencia solía intuir.
Y mira tú por dónde
es hoy aquí,
en este otro lugar sin acondicionamiento,
que te descubro sentada ante mi asiento.
Y aquí me tienes,
diciendo:
“¡Shekhinah!”
Tu nombre que también es mi nombre,
porque soy lo que tu eres,
amante que vienes a mi encuentro.


*
*    *

A la diosa Atenea

A ti te canto Atenea,
venerable diosa de la inteligencia,
hija predilecta de Zeus,
numen tutelar de todos los héroes,
como Odiseo en su regreso a Itaca,
Heracles en sus 12 trabajos,
Perseo en su gesta por decapitar a Medusa,
que acabó en tu égida como insigne guardiana,
convirtiendo así su veneno en tu mayor protección.

Divinizas al héroe con las gracias más altas:
inteligencia y sabiduría,
que conducen a la Verdad.
Y lo provees de firmeza, paciencia y perseverancia
para que sea coronado por la diosa Victoria.
También de prudencia,
suprema virtud.

Diosa dadora del pensamiento sintético,
de la idea revelada
y del juego de correspondencias;
única aliada imbatible en todas las guerras,
y en las más difíciles:
las cada vez más invisibles e internas.

En ti hallo la fuerza inagotable
para derrotar al Adversario,
promotor de la ignorancia, la ira, la pereza y la soberbia.

Gracias a ti el alma va tejiendo la memoria del Ser.

A ti dedico todas mis alabanzas.

Te invoco para que recojas todas mis súplicas
y fecundes mis pensamientos
con la majestuosa presencia de la Verdad.

La belleza es un reflejo de la verdad,
pues la verdad es bella porque es virgen y simple,
está desnuda, desprovista de cualquier velo o sombra que la perturbe.

Que uno no quiere otra cosa
que la Luz de la inteligencia.

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¡Escúchame!, Padre celestial...

Entre nubes te ocultas,
allá en tu palacio en lo más alto de la Montaña celeste.
Misericordioso y gracioso,
de gran inteligencia,
signas tu creación con tu rayo luminoso
que penetra planos y mundos que creas
expandiéndose su luz
hasta los límites del espacio que circunscribes
con el número cuatro.
Arriba y abajo, derecha e izquierda,
en cuyo centro imperturbable,
quieto, impalpable como la Noche,
mora el Éter de donde vienes a Ser.

Fijas el espacio y el tiempo, implacable,
que en movimiento pones
con el solo gesto de tu soberana y hermosa cabeza.
En tus manos sostienes el rayo y el cetro,
ordenando con tu penetrante mirada,
tus designios, tu creación,
a la que bendices,
con tu lluvia dorada.
¡Padre misericordioso!
que del éter todo recibes,
fecundando a mundos
gobernados por tus vástagos, los dioses y diosas,
Tú, que ante la belleza de lo femenino te muestras irresistible
pues con ellas, y mortales hijas, mutando tu aspecto,
te unes.

Reyes y sabios, ¡oh, rey de Reyes!
cantan la gloria de su linaje,
que de ti proviene,
encarnando tu sabiduría,
que por herencia divina
han hecho suya.

Con tu rayo purificador
penetras y sacudes el universo entero
lanzando tu potente voz
con relámpagos y truenos
que conmueven hasta el más
oculto recodo de la tierra y sus entrañas,
haciendo retumbar todo cuanto existe con tu sola presencia,
¡Tú, principio y fin de todo!

¡Escúchame!, Padre celestial.
¡Escúchame!
Que cada mañana, al abrir los ojos,
reconozco mi terrible ignorancia,
mas te veo en todo lo que me rodea,
pues todo eres, el cielo, las estrellas,
el sol y la luna, los mares, el aire, la tierra...
No hay nada en la creación que tu cuerpo no abarque,
que no toque tu gracia en perfecto equilibrio.
¡Bello y gracioso señor!

Bañarme quiero en tu agua color de oro,
¡radiante luz!, fecundadora del alma,
que sumida en la oscuridad,
atrapada en ropaje terrestre,
navega por las aguas del olvido.
Mnemosine,
con quien procreaste
en nueve noches,
a bellas Musas,
de melodiosa voz,
alegra, Amoroso señor,
a los que te invocan sin cesar,
derramando tu gracia e infinita misericordia,
en sus corazones
impulsándoles con tu resplandor
a retornar a su morada celeste,
allá donde habitas, en lo más alto de las cumbres celestes,
de donde,
en realidad,
sólo han salido para reconstituirse
en la estabilidad de tu perfecta cuadratura divina.


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A Maya o Maia

La primera, hija de Atlas al que Júpiter
hizo sostener el estrellado cielo,
¿por qué, diosa,
te amó de sobremanera la celosa Juno,
si bien, su esposo, el Rey del Olimpo,
en secreto y en oscura cueva,
lejos de los dioses
se unía contigo,
mientras ella dormía,
concibiendo de él al alado Mercurio,
que luego, se dice, ella amamantó?

La causa de este amor:
que al salir tú,
llega la primavera y el estío,
alegrándose el aire,
por la hermosura de Juno,
pues igualmente eres para romanos la tierra fecunda
que oculta las riquezas y reinos
que aquella protege.

Y cuentan que, bajo este ropaje,
en las kalendas de mayo,
(mes que de ti recibe el nombre)
te fue consagrado un templo
pues Bona Dea te llaman
siendo tú, Bona Dea y la Tierra,
Fauna, Opis y Fatua,
diosa de la salud y la fertilidad.

He oído que casaste con Vulcano,
pues en las kalendas de mayo,
su flamen te invoca en sagrada ceremonia.
Pero no es verdad: la esposa de éste,
Majestad se llamaba, no Maya.

Alegra, pues, nuestros corazones,
ninfa de hermosos bucles,
madre venerable, Maya,
que cumplida tu gestación,
de Júpiter diste a luz al versátil Mercurio,
rico en recursos, mensajero de los dioses,
dador de la palabra a los hombres,
intérprete de todo cuanto brota
de la cabeza de su Celestial Padre.


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A Hermes

A ti Hermes, con alegría te invocamos. Despertador del sueño, conductor de las almas en la realización del Sí Mismo. Tú eres el guía y revelador de los secretos y misterios de esta Tradición a la que pertenecemos, legado metafísico que hemos recibido como el más preciado tesoro, en lo más intimo de nuestros corazones y nos hemos entregado por Amor, fecundados por tu furor.

¡Cómo no cantarte himnos de alabanza, alado mensajero, hálito de vida!

Nos has mostrado el Modelo. El viaje de ida y vuelta, que Todo es Uno y Uno es Todo. El tuteo reiterado con tus compañeros, los dioses, a los que invocamos con confianza. Teúrgia viva que va operando la lenta y delicada transmutación alquímica del alma, uniendo los fragmentos de Uno mismo hacia la síntesis definitiva.

Dicha de Amor tan grande que todo lo trasciende. Palabra, inmortal y eterna, dadora de vida, despertadora de la Intuición Intelectual, del vuelo del alma. Tan plena de Sabiduría y Belleza, que pese a nuestra total ignorancia, nos ha alumbrado e imantado, despertando la Memoria del Origen que es nuestro Destino, a través de la extraordinaria adaptación y vivificación de la doctrina que hizo nuestro querido maestro y hermano, siempre amado por las Musas, encarnación humana de ti, dios mensajero, vivísimo en nuestros corazones agradecidos y unidos por este anhelo de vivenciar la Utopía hermética, imantados por esta corriente de agua fresca que emana de la Palabra.

¡Oh heraldo divino! Tocados por tu varita áurea nos hemos convertido en los cultores del Misterio, del Dios Desconocido, Loado sea por siempre. Insúflanos la fuerza que impulsa a redoblar sin cesar, muriendo a lo caduco y devolviendo lo recibido, laborando e invocando con ardor para que ninguna flaqueza y adversidad nos aparte de seguir manteniendo esta llama encendida. ¡Oh Bienaventurado Hermes!


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A la Presencia

¿Como empezar a alabarte Siempre Presente?

Siempre presente en aspectos que se pueden ir nombrando, Nombres llenos de Tu vacío que les insufla el sentido, la Luz que nos vuelve a Ti, como un todopoder sin querer, que no es nada y es la única aspiración. Nada que arranca de Sí el Nombre Innombrable que penetra Su Misterio, llamando a la Luz para Ser. Siempre Presente, en todo, en uno. Presencia.

"Los que a Yahveh teméis, dadle alabanza, raza toda de Jacob, glorificadle, temedle, raza toda de Israel" (Salmos 22,24).

¿Qué o cómo va uno a cantar a Tus modos perfectos de Ser? Aquí esta vestidura de osadía se torna en la humildad de un corazón que se vacía para albergar tu misma voz, tratando de escapar a cualquier tintura personal. Que la osadía quede en la vida del ser que la sueña, y este sea el incantamiento que brota en el asombro del despertar. Un botar y brotar que reabsorbe mientras se camina en el Recuerdo por la Semejanza.

A Binah:

¿Qué puedo cantarte a ti, deidad generadora de todos los ciclos y ritmos, intelección que camina para la unión del Alfa y el Omega? Madre, madre arquetípica, madre de amor infinito, madre belleza, Luz vertida de la Sabiduría, guía en nuestro corazón. Tantos nombres has recibido, tantos cantos en tu nombre. Inteligencia de Dios, Pureza y Claridad de la mente, Señora de lo que viene a Ser, Tú que viertes en movimiento creador la fecundidad del Cielo, movimiento que nace para morir en el conocimiento de Sí Mismo. Tu cuidado amoroso no tiene límites, tan perfecto y tan sutil que se nos escapa a menudo en arrogante ignorancia, cáncer de nuestro tiempo. Madre de lo múltiple y Luz del Uno, Reina del cielo haz que nuestro pensamiento siga recogido en tu dulzura maternal, amamantándose de la inteligencia que viertes en las ramificaciones del Azar.

Al arte de las Musas:

Alegría del padre Zeus. Pulmón que sostiene el sentido de mismidad de Creador y creación insuflando el Recuerdo… Seguid, seguid haciendo sonar la melodía anti-olvido en mi permanente cuestionar de ¿quién o qué es lo que soy? ¿Qué realidad es la de este mundo? ¿Por qué y de dónde venimos? ¿A dónde es que se va?

Sí, seguid que ya empezó el camino que lleva definitivamente a quedar instalado en la comprensión del “valor del Silencio”.

Te invocamos Erato honrando al Amor, y a ti Calíope y a ti Urania en el hilo de la voz más bella, a las demás también, Thalía, Clío, Terpsícore, Melpomene, Euterpe, diosas cantad para el alivio de nuestras pesadas ilusiones, elevad si es necesario el tono pues somos de esta estirpe que nace hundida en la peor de las bullas, y de continuo necesitamos el refresco del Furor que nos arranca del sucumbir bajo las poderosas garras de este sinsentido que a diario vivimos, en un mundo moribundo en el que todo ya se disuelve. A ti Polimnia te guardo para el final de estas alabanzas.

¿Cómo es todo tan misterioso dios Hermes?:

Misteriosa la palabra que lleva el Mensaje, misterioso el Recuerdo que despierta, misteriosa la vida de este denso sueño cósmico, sí, el sueño que produce el distanciamiento del centro, pero… ¿Cómo medir, cualquier alejamiento de un punto, en lo Infinito? Ahí no hay distancia, ni nada que pueda nombrar nada. Piense lo que piense se descompone mi mente, por eso el que te alaba abre el corazón, capaz de albergar de alguna manera misteriosa cierta potencia del Silencio. ¡Qué cosa misteriosa es el corazón!

Misterio en todo, este andar es un seguir el rastro de lo que no deja rastro, siempre en el filo de la paradoja, desde lo que parece ser, al misterio del Ser que Es en el No Ser. Memoria del olvido, recordar que nos hemos olvidado que no somos. Recupero el estribillo: Musa, Musa, no te alejes, sigue vertiendo este vino que endionisa.

Y ¿qué es necesario decir? porque creo que junto a los expertos en cosas divinas oímos celebrar las potencias paternas, protectoras, soberanas y sanadoras”. (Proclo, Teología).

Hoy también, me levanto en la somnolencia de una otridad, tengo que volver a recordar que mi vida es Tu vida, sí, tan fácil como devolver lo que uno se apropia, tan fácil como dejar que todo siga y sea como realmente es, todo Tú, así de ligero, así de simple, como se vive en el instante que se roba para sí la eternidad, al aunarse los tres tiempos en el siempre presente. Este es tu ladroneo sagrado Mercurio.

A la Música:

Esto es el canto: un llamado a cualquiera de Tus nombres, en cualquiera de los modos, un encontrarse cara a cara con esa deidad que se vuelve y deja contemplar en sí una realidad de Tu Ser, el reconocimiento de la Presencia siempre presente en la diversidad de todas las realidades que entre velo y velo desgarran mi ser de su ignorante amor mundano para revelar la Realidad Única, desnudez absoluta de todo algo.

Uno al que todas las Jerarquías cantan los himnos más excelsos, la Música que es arquetipo de lo que aquí suena según ese nombre, un misterio inserto en la posibilidad de la palabra. Este es el gozo del hombre, la participación consciente de esta misteriosa vibración.

Presencia cercana, presencia viva siempre en nuestros días, cómo finalizar estas líneas de alabanza sin llamarte, Fede, aunque también te nombran la Caridad, la Inteligencia y la Sabiduría entre otras, unión perfecta de Gracia y Rigor, tú, encarnación de la unidad de todas las esferas, derramas esa posibilidad en nuestros corazones. Guía bien querido gracias siempre por lo innumerable de tus favores.

Que estos cantos breves con diferentes coloridos, invocándote a ti, Señora de los himnos, la del dedo que sella la palabra, Polimnia, sean acordes al son del Silencio.


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A la Luz

¡Oh! Luz.
¡Resplandor inaccesible!
Sonríeme con el brillo de tu manto.

¡A ti! Luminosidad,
que en tu estar la oscuridad se funde.
Inalcanzable incandescente que no quema.

¡Para ser Tú hacia Ti andamos
por los caminos inexplorados y oscuros,
en busca de tu Realidad!

¡Oh! ¡Tus rayos, Luz,
qué suavidad, qué esperanza, qué promesas!
¡A ti, Luz, que eres Todo, para no ser Nada!

Y cuando tu pureza se nos brinde,
¡acógeme!
para no ser, Contigo.


*
*    *

A la Idea

Dos rostros y un solo corazón
en cuyo silencio late la Idea,
tan libre que nada necesita.
Contenida, queda.
Tan sabia que todo lo contempla
sin dar nada por hecho.
Tan entregada que nada esconde
ni nada se queda.
Fiable y veraz,
con arte domina la espada.
Tan bella es que por sí sola
todo lo enciende e ilumina.
Victoriosa brilla la noche
cuando por el incierto horizonte
gloriosa se alza.
Desde su oculta morada reina,
delicada, prudente, secreta,
para con su sola fuerza
alumbrar toda la Tierra.
Tan libre que nada necesita.


*
*    *

Al Dios Desconocido

A Ti, Dios Desconocido.
Origen de la Causa primera,
Misterio insondable.
¿Qué se puede decir de Ti? Altísimo Innombrable.
¿Cómo comprender Tu grandeza? Pues nada puede abarcarte, más Tú lo abarcas todo.

¡Oh Tú! ¡Único Inconmensurable!

¡Oh Gran Inmortal! Sin principio ni fin. El único Desconocido. Auténtico Inidentificable.

¡Oscuridad más que luminosa! De Ti emana todo el universo, todo lo creado, todo lo conocible.

¡Glorificado seas por siempre! ¡Agradecemos tu Grandeza! ¡Tu misteriosa contracción! Que nos ha permitido cantarte alabanzas.

Henos aquí, permanentes soldados Herméticos. Asidos al eje invisible y comunicador de todas Tus emanaciones, por donde todo desciende y por donde todo se une para retornar a Ti.

Somos la espada.
Armas silenciosas e inamovibles de tu Misterio.
Morimos cada día,
Ya que nuestro anhelo más grande es fundirnos en las llamas de Tu Amor.
Purificando el alma, para el ansiado reencuentro con el Espíritu,
vehículo de nuestro origen y destino.

¡Copas vacías que brindan!

¡Sea Reino!
¡Sea Fundamento!
¡Sea Gloria!
¡Sea Victoria!
¡Sea Amor!
¡Sea Rigor!
¡Sea Misericordia!
¡Sea Inteligencia!
¡Sea Sabiduría!
Sea Todo Uno, y Uno Todo.
Sea Ser,
Para No Ser.


*
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A la Nada Infinita.

Volar a la Nada, siguiendo la voz del nombre impronunciable.

No podemos nombrar lo que, no existiendo, hace que todo exista. Entreguemos nuestra alma a estos altos vuelos, donde siempre estuvimos y luego nos fueron velados, sin saber cómo.

En el insondable silencio de la Nada, volamos libres, ligeros como una pluma. Entregados sin reservas. Nuestro corazón, auxiliado por el rayo luminoso, nos conduce al sendero que la razón nos vela con palabras.

¡Invoquemos a los nombres divinos! ¡Abramos nuestro pensamiento a la luz, a lo que no hay que comprender, a lo que no está signado por ningún nombre ni ningún número! ¡Entreguémonos a la belleza como puente hacia la Nada Infinita, a la virginidad de lo que No Es! El Ser es un límite contenido en la infinitud de lo que No Es.

El Ser nos encadena a la vida, en toda su explosiva manifestación. Sólo la luz inteligible del pensamiento, inefable, eterna, inalterable, es la que nos salvaguarda.

¡Libremos la batalla para ascender por el sendero vertical de la sabiduría!

En esta senda que no tiene nombre, aguarda el Misterio. El todo como posibilidad. Nada conocido, nada más real que el silencio inmutable. La certeza del Infinito. ¡Qué nuestra alma sea penetrada por el Misterio, y que nos revele algo que jamás conoceremos!


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Al Misterio

Viajeros, marineros de aguas procelosas
de un fin de ciclo nos preguntamos por el sentido
de este sin sentido.

Queremos querer tu Voluntad
en la confianza que gracias al timón sagrado, casta áurea,
el alma surca por los espacios que le están reservados.
Las velas son las alas por las que el pensamiento anhela
esa presencia siempre ausente. Luz

Lux umbra dei ¿Quién?

Cómo no amar la vida
si es la huella de tus pasos,
hierofanía perenne de tu revelación,
milagro constante de crecimiento y generación,
no hay sino transformación en la manifestación
de tu divina proporción.

Memoria y olvido, elevación y caída,
vaivenes de las aguas del devenir,
sin embargo un punto permanece inmóvil en sí mismo.

Es tu Voluntad el querer que las cosas sean,
¿qué más habría que añadir si el Destino es nuestro Origen?
La reabsorción en la Posibilidad Universal
que es como decir Eternidad,
y eso ya se sabe que no se sabe.

Una voz resuena ¿con que nombres apelas hoy al Misterio?
Determinaciones del lenguaje,
umbral de lo humano,
que pretende nombrar lo Innombrable.
Ni esto, ni aquello, del vértigo a la nada.
Solo el Silencio puede nombrarte.

La Inteligencia te busca en la Sabiduría
pero no hay ni tú ni yo sino solo amor.
Amor es la esencia que unifica el Nombre
¡Qué gran paradoja este Misterio del Ser y No-Ser!


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NOTAS.
* Federico González Frías, Diccionario de Símbolos y Temas Misteriosos, entrada: “Himnos”. Ed. Libros del Innombrable, Zaragoza, 2013. Ver completo en diccionariodesimbolos.com
1 Pico de la Mirándola. Discurso sobre la Dignidad del Hombre.
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