SYMBOLOS
Revista internacional de 
Arte - Cultura - Gnosis
 

 RENE GUENON
CARTAS A LOUIS CATTIAUX
I

El Cairo, 17 de noviembre de 1947

Señor,

Acabo de recibir su carta; habría debido agradecerle ya el amable envío de su libro, y me disculpo de no haberlo hecho hasta ahora. Tengo la intención por otra parte de decir algo de él en Études Traditionnelles; solamente, será necesario sin duda esperar aún un poco para esto, no solo porque no llego nunca a encontrar bastante tiempo para todo lo que querría hacer, sino también porque el sitio del que disponemos para las reseñas es muy limitado. Por lo demás, puesto que tiene a bien proponerme el enviarme un ejemplar completo, acepto con mucho gusto y se lo agradezco de antemano; veo pues que vale más que espere a conocerlo para hacer esta reseña, y también para hacerle saber directamente mi impresión como me pide.

El Sr. Chauvet me ha hablado de usted varias veces, pero no sabía que estaba usted en relación con el Sr. de Gaigneron.

Crea, le ruego, en mis mejores deseos.

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El Cairo, 31 de enero de 1948

Estimado Señor,

Acabo de recibir su carta, así como el ejemplar completo de su libro, por el que le doy las gracias. Cuando hable de él en Études Traditionnelles, por supuesto que diré francamente lo que pienso de él como usted me pide, y como hago por otra parte siempre.

De momento, permítame solamente hacerle una pregunta con respecto a la disposición de su texto en dos columnas paralelas: entre las cosas puestas así enfrente una de otra, si hay en ellas algunas cuya relación es bastante clara, hay muchas otras en cambio, en las cuales no aparece claramente; ¿le sería posible explicarme un poco cuáles han sido sus intenciones al adoptar esta disposición?

Disculpe estas notas escritas de prisa, y crea...

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El Cairo, 24 de marzo de 1948

Estimado Señor,

Acabo de recibir su carta del 17-2, y le agradezco las explicaciones que ha querido darme con respecto a su libro. No tengo apenas necesidad de decirle que no estoy extrañado en modo alguno de que ninguna de las personas que me cita haya pensado en usted para ciertas cuestiones, ya que la mayoría no son más que escritores completamente "profanos", y, por mi parte, no he tenido nunca la menor confianza en las posibilidades de comprensión que se puede encontrar entre los literatos.

Puesto que habla de Paul Le Cour, le diré que no me habría ocupado nunca de él si él mismo no hubiera sentido la necesidad de perseguirme constantemente con sus necedades, y si no me hubiera dado cuenta de que su evidente desequilibrio le predisponía, en ciertas circunstancias, a servir de instrumento a influencias más peligrosas.

En cuanto a J. Marcireau, cuyas empresas no tienen más que un fin exclusivamente comercial, estoy muy disgustado de servir, a pesar mío, a la publicidad de este poco interesante personaje; pero desgraciadamente, no he podido encontrar hasta el momento ningún medio eficaz para obligarle a poner término a esto...

Volviendo a su libro, ya había observado en seguida que los títulos de las columnas de la izquierda eran una serie de anagramas compuestos todos por las mismas letras, pero pensaba que esto había sido deseado expresamente, y debo decir francamente que veía en ello una de esas singularidades que se encuentran casi siempre en las obras que se refieren al esoterismo occidental, y que causan una impresión un poco molesta a los que, como es mi caso, están más acostumbrados a las formas orientales. Había por otra parte observado también, aquí y allá, otras cosas del mismo género, como por ejemplo, el versículo 46 de la columna de la derecha de la página 29...

¿Podría preguntarle por qué escribe Kristo, lo que no está de acuerdo con la forma griega original (Christos y no Kristos)?

En cambio, hay varios versículos que me han recordado algunos aforismos taoístas; ¿sería indiscreto preguntarle si ha tenido ocasión de estudiar el Tao-Te-King?

En el fondo, no estoy muy sorprendido de que usted mismo pueda descubrir siempre algo nuevo en lo que ha escrito, pues, a parte del sentido general del que forzosamente debe estar claramente consciente, puede introducirse en la formulación muchas cosas secundarias que pasan en principio inadvertidas.

Pero lo que me parece lo más importante, sería saber si la pluralidad de sentidos de los que habla ha sido completamente intencionada, o bien si, de esto también, no se ha dado cuenta enteramente sino después... Por otra parte, cuando dice que el sentido último es el sentido "alquímico", ¿cómo lo entiende exactamente?, y ¿es que considera este sentido como superior a los otros, o solamente como constituyendo en cierta manera el vínculo entre ellos?

Me disculpo por tantas preguntas, y lamento únicamente no poder examinar todo tan extensamente y con tanta atención como ello requeriría, no a causa de preocupaciones de orden exterior, sino sencillamente porque el tiempo no basta nunca para todo el trabajo que tendría que hacer...

Pienso que, entre los personajes que están considerados en Occidente como "grandes santos", hay en realidad muchas categorías diferentes entre ellos, y no creo que aquellos que han llegado a ser "sociales", como usted dice, puedan representar algo más elevado desde el punto de vista espiritual, lo cual no tiene absolutamente nada que ver con la "filantropía".

Crea...

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El Cairo, 24 de mayo de 1948

Estimado Señor,

Hubiera debido agradecerle antes las nuevas explicaciones que ha tenido a bien darme aún respecto de su libro en su carta del 7 de abril; discúlpeme por no haber podido hacerlo, al haber estado algo cansado durante todo este tiempo.

Me parece que la pluralidad de sentidos es algo completamente natural, ya que es inherente a todo simbolismo, y, desde el momento que se acude a éste, no hay necesidad de desearla expresamente para que exista. Ahora, si comprendo bien, es el sentido alquímico el que usted considera en cierta manera como fundamental con respecto a los otros; parecería según esto, que su punto de vista se refiere sobre todo al orden "cosmológico", aunque naturalmente este sentido sea también susceptible de una transposición a un orden superior; pero quiero hablar de aquello a lo que él se refiere directamente. Si usted ha leído lo que he escrito respecto del hermetismo en Aperçus sur l'Initiation podrá comprender fácilmente lo que quiero decir.

No puedo sino aprobarle completamente haber modificado algunos pasajes que tenían un aspecto un tanto demasiado enigmático. No hay que olvidar que ciertas indicaciones numéricas, que son algo normal cuando se emplean ciertas lenguas como el árabe y el hebreo (e incluso hasta un cierto punto el griego, aunque aquí estén mucho menos vinculadas a su misma constitución), no lo son en absoluto en las lenguas occidentales. En el alfabeto latino, el orden mismo de las letras no puede dar gran cosa, ya que no corresponde a un valor numérico; es por esto por otra parte por lo que es completamente imposible, aunque lo pretendan algunos, calcular realmente el número de un nombre europeo. Por otro lado hay que desconfiar de ciertas aproximaciones lingüísticas que no son debidas más que a apariencias engañosas; así, Cristos no tiene nada en común con la raíz Kri, ji y kappa son en griego dos letras completamente diferentes; de hecho Cristos no es más que la traducción literal del hebreo Messiah. En cuanto a Cristóbal, no conozco este nombre más que como una deformación de Cristóforos en español; no me explico pues en absoluto el sentido que usted piensa encontrar en él.

Lo que dice a propósito de los Evangelios no es desgraciadamente sino muy cierto; la mayoría de los cristianos actuales parecen haber tomado partido para no ver en estos nada más que trivialidades morales y sociales.

La traducción del Tao-Te-King por P. Salet es probablemente la más defectuosa de todas; este hombre, que es astrónomo de profesión, ha traducido así todo tipo de textos sin conocer nada de las lenguas en las cuales están escritos, y haciendo simplemente una especie de media, lo cual no es un procedimiento muy serio... Es cierto que ninguna traducción puede ser enteramente satisfactoria, y sucede lo mismo para todos los libros tradicionales sin excepción.

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El Cairo, 7 de septiembre de 1948

Estimado Señor,

Me he retrasado en responder a su carta del 24-6, que por otra parte ha tardado mucho en llegarme; hay ahora algunas que tardan dos e incluso tres meses en llegar, no se sabe por qué... Entre tanto, había preparado una reseña de su libro, que aparecerá, pienso, en el número de Études Traditionnelles de este mes; espero que no esté muy disgustado por esto.

La búsqueda de las etimologías es seguramente interesante, pero a menudo peligrosa cuando no se apoya sobre bases suficientes; las elucubraciones de Paul Le Cour al respecto son un terrible ejemplo.

Conozco las obras de P. Milaire de Barenton; son de una inverosímil fantasía; descomponiendo las palabras como él hace, se podría llegar a probar cualquier cosa; es verdaderamente una lástima ver tantos esfuerzos gastados inútilmente.

Pienso que la ortografía Krist en bretón es debida simplemente a una razón fonética, ligada a las reglas convencionales que han debido adoptarse para escribir esta lengua en caracteres latinos.

No estoy muy sorprendido de lo que usted me dice a propósito de la manera en la que ha podido encontrar cierta materia pictórica; en efecto, he conocido en otro tiempo alguien que había encontrado también, por indicaciones recibidas en sueños, ciertos procedimientos perdidos de los iluminadores de la Edad Media. Únicamente, lo que pasa es que todas estas cosas dependen de un orden psíquico y no espiritual, y que están por consiguiente completamente fuera (o al lado si usted quiere) del trabajo iniciático entendido en su verdadero sentido.

No tengo apenas necesidad de decirle cuánto le apruebo que no se deje influir por todo lo que pueda decir la gente, en uno u otro sentido; los eruditos en particular, cuando no son nada más que eso, tienen verdaderamente muy poca importancia en el fondo. Deseo que el proyecto de traducción y edición de su libro en América pueda tener éxito; desgraciadamente, en las circunstancias actuales, las dificultades de publicación son aquí poco más o menos tan grandes como en cualquier otra parte; y ¿quién sabe cuándo todo esto podrá volver a las condiciones normales?

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El Cairo, 7 de octubre de 1948

Estimado Señor,

Acabo de recibir su carta del 31 de agosto que ha debido cruzarse con mi respuesta a la anterior, pues me parece que debió de ser hacia mediados del mes pasado cuando le escribí.

Como puede pensar, no estoy sorprendido en modo alguno de la acogida dispensada a su libro; ya se trate del clero, de la universidad o de otros medios, es en todas partes lo mismo en materia de mentalidad estrecha y limitada, salvo muy raras excepciones. Debe sentirse aún más bien afortunado si no se trata más que de aislamiento como usted dice, sin manifestación de una hostilidad más "activa". En lo que me concierne, en los últimos tiempos que estuve en Francia, eso llegaba a ser verdaderamente insostenible de cualquiera de las maneras; afortunadamente, desde que estoy aquí, todo ese mundo no puede ya más que acosar de lejos, lo que es evidentemente mucho menos molesto.

En cuanto a la pregunta que me hace, debo confesarle que me siento un poco incómodo para responderla. En los países islámicos, la gente que se interesa en las cosas de este orden no conoce generalmente ninguna lengua europea; los otros están demasiado "occidentalizados" o "modernizados", lo que es la misma cosa en el fondo. En la India, hace falta al menos que un libro esté escrito o traducido en inglés para poder llegar a un público más o menos numeroso, ya que aquellos que saben francés no son más que una pequeña minoría. Hay además una dificultad de otro género: esta dificultad es que la forma de su obra es muy diferente a los modos de expresión de las tradiciones orientales, para que sea asimilable tal cual es.

Diría incluso que no sería traducible, y que no se podría contemplar más que una especie de adaptación, lo que necesitaría evidentemente un trabajo considerable. Si entre tanto la traducción inglesa de la que usted me había hablado fuera editada en América, podría intentar quizás introducirla en la India; no veo verdaderamente qué otra cosa podría hacerse, a menos que se den circunstancias más satisfactorias, pero hay que ver las cosas como son: en el dominio puramente metafísico, se puede encontrar siempre en todas las tradiciones equivalencias exactas; pero no sucede así cuando se trata de un punto de vista cosmológico como aquel al que se refiere el hermetismo.

Como quiera que sea, deseo que a pesar de todo no se deje desalentar demasiado fácilmente por la lamentable mediocridad del mundo occidental actual; hay que pensar que se trabaja solamente para algunos, y no preocuparse de los otros.

Crea, le ruego, estimado Señor, en mis cordiales deseos.

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El Cairo, 2 de diciembre de 1948

Estimado Señor,

He recibido hace algunos días su carta del 19-10, y me he sentido confuso al ver que me expresa tantos agradecimientos por la reseña que he hecho de su libro. No digo nunca más que lo que pienso realmente, y me veo obligado a menudo a decir más mal que bien de las obras de las que tengo que hablar; por lo tanto estoy muy dichoso cuando se encuentra una que hace excepción, como ha sido el caso de la suya.

Le agradezco muy profundamente su intención de ofrecerme un cuadro suyo, y lo aceptaría con gran placer si viera un medio de hacérmelo llegar. Un envío por correo sería muy arriesgado, y es muy dudoso que pudiera llegar sin estropearse en el trayecto. Habría que poder encontrar alguien que viniera aquí y que se encargara de traerlo; tal ocasión puede presentarse (ha habido ya otras), pero desgraciadamente no veo ninguna por el momento, de manera que hay que resignarse a esperar, y, en todo caso, no preveo que pueda ser antes del verano próximo.

Gracias de antemano por el envío de otro ejemplar de su libro con las correcciones definitivas. Por lo que se refiere a su idea de transformar mi reseña en "introducción" con vistas a una futura reedición, con mucho gusto le satisfaría, pero no me atrevo nunca a comprometerme demasiado a nada. En todo caso, como esto no es para hacerlo inmediatamente (aunque deseo no obstante que tenga éxito en su búsqueda de un editor), hay todavía mucho tiempo para pensar en ello... Pero, por otro lado, usted tiene ya la de Lanza del Vasto; ¿no será demasiado con dos?

El interés, ciertamente muy superficial, de los medios literarios por todo lo que atañe más o menos al esoterismo no me parece muy tranquilizador, y pienso de esto enteramente como usted. ¿Cómo se podría incluso esperar que esta gente sepa nunca distinguir entre el esoterismo verdadero y sus múltiples falsificaciones? Y es muy probable que sean más bien éstas, ocultismo y otras, quienes les atraigan en realidad...

La abstención de los miembros de la ONU, de la que usted se queja, no me sorprende en absoluto, ay. Ya que existen preocupaciones que son difícilmente compatibles entre sí. En cuanto a la "occidentalización" de algunos orientales, la deploro aún más que usted, porque, aquí donde estoy, me afecta más directamente.

Gracias por ofrecerme tan amablemente recibirme si fuera a París, pero ¿quién sabe si esto llegará nunca? Hace casi veinte años que no me he movido de aquí, no habiendo sido nunca muy "viajero", y ahora, con los desplazamientos que van siendo cada vez más difíciles y complicados desde todos los puntos de vista, esto no es verdaderamente muy atractivo.

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El Cairo, 7 de febrero de 1949

Estimado Señor,

Acabo de recibir su carta, y veo que lleva fecha del 12-12; la informalidad del correo es cada vez más incomprensible...

Su pequeño cuadro ha llegado también justo al mismo tiempo, y, contrariamente a lo que hubiera podido temerse, en perfecto estado; no sé verdaderamente como agradecerle su amabilidad. Ha escogido usted ciertamente muy bien el tema; el aspecto es en efecto un poco extraño a primera vista, como usted dice, pero hay algo bastante sorprendente en los colores, que recuerdan los de las antiguas vidrieras; ¿hay algo en la materia empleada que pueda explicar esta cercanía? En todo caso esto no tiene afortunadamente nada en común con los colores habituales de los pintores modernos, que me dan la impresión de ser "falsos", si puede decirse, un poco de la misma manera como las notas de la música occidental actual...

Pienso que, entre tanto, usted habrá recibido por su parte mi respuesta a su carta anterior, que, si mal no recuerdo, debe estar fechada aproximadamente hace dos meses. Ya que hemos entrado desde entonces en un nuevo año, le envío mis mejores deseos, con el pesar de que, por la propia marcha de nuestra correspondencia, no pueda llegarle más que muy tardíamente. Deseo en particular que, a pesar de las dificultades que van unidas en suma a las condiciones propias de nuestra triste época, consiga encontrar un editor para su libro puesto a punto; veo por otra parte que no pierde su tiempo mientras espera, ya que encuentra siempre algunas modificaciones y adiciones que hacerle, lo cual por supuesto, no me extraña en modo alguno.

Por lo que se refiere al prefacio de Lanza del Vasto, es cierto que, cualesquiera que sean en éste las cualidades, no guarda una relación muy directa con el libro mismo; creo que en el fondo, después de todo lo que me han dicho de él, está mucho más preocupado de las realizaciones sociales que de la cuestión de la doctrina; de otro modo, ¿habría podido tomar a Gandhi por maestro si ello fuera de otra manera?

Seguramente, la inteligencia y la comprensión de los medios literarios no van más lejos, y se puede decir también lo mismo de la de los medios universitarios; no estoy tampoco sorprendido de la necedad prodigiosa que me ha señalado en el prefacio de esa traducción del Corán de la cual ignoraba hasta ahora su existencia, como ignoraba del todo igualmente el nombre de Octave Pesle; puede verdaderamente esperarse de todo por parte de esta gente. Es risible en efecto, pero es también peligroso, porque el común de los lectores cree demasiado fácilmente en la competencia de estos imbéciles diplomados y acepta ciegamente todas sus ideas falsas. No se sabrá nunca todo el mal que los orientalistas han hecho desde este punto de vista, y hasta qué punto han impedido toda verdadera comprensión de las doctrinas tradicionales a mucha gente que habrían sido capaces de ello si no hubiesen seguido la influencia de sus escritos; ellos no hacen por otra parte en esto, aunque inconscientemente lo más a menudo, sino desempeñar muy exactamente el papel que les está asignado en la empresa de falsificación de la mentalidad actual...

Aparte de estas consideraciones, hay que decir también que una traducción del Corán, como del resto de todas las Escrituras sagradas, es en realidad algo completamente imposible; quiero decir que la mejor traducción que se pueda concebir no podría nunca dar más que el sentido más exterior, lo que evidentemente es totalmente insuficiente, puesto que aquello que se le escapa forzosamente es, en el fondo, lo que hay en él de más esencial.

Si usted tiene la intención de viajar en el futuro, habría que esperar que los desplazamientos fuesen más fáciles y menos complicados que lo que son actualmente, pero desgraciadamente esto no me parece que vaya por ese camino; las múltiples formalidades administrativas que se exigen ahora bastarían por sí mismas para desalentar a los más intrépidos viajeros.

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El Cairo, 2 de abril de 1949

Estimado Señor,

Acabo de recibir su carta del 17-2; ya ve que esto no va más rápido; parece que la dificultad de los viajes, de la que le hablaba la última vez, no existe únicamente para los humanos, sino también para todas las cosas.

Es lástima que no haya podido enviarme el marco con la pintura, pero creo que en efecto esto era ciertamente algo imposible. Su elección del Arbol de la Vida ha sido verdaderamente excelente, y se lo agradezco de nuevo; lo que me dice de esta sustancia viva en el centro es verdaderamente extraño, aunque naturalmente comprendo la posibilidad de ello...

Veo con agrado que estamos completamente de acuerdo en nuestra apreciación de la pintura y de la música modernas; lo contrario me hubiera sorprendido mucho. Tiene mucha razón al decir que todo está así actualmente, y pienso que no hemos alcanzado aún del todo el punto más bajo, aunque nos acercamos manifiestamente con una rapidez cada vez mayor; qué mala suerte tener que vivir en semejante época.

Y, a propósito de las "falsificaciones químicas", ¿qué decir también de la medicina actual, y, más en general, de todo lo que se hace para que la gente no pueda tener ya más que una vida casi totalmente artificial desde todos los puntos de vista? No se apresure por la puesta a punto de su libro; pues, de todos modos, hay que esperar, aunque usted diga que, cuando esté acabada, podrá encontrar un editor, ya que esto es evidentemente mucho menos fácil que si se tratase de literatura de moda, filosofía existencial o alguna otra tontería del mismo género...

En lo que se refiere a las Escrituras sagradas, es muy cierto que no puede verse contradicciones entre ellas sino en la medida en que no se las comprende. En cuanto a las traducciones, es verdad que incluso las más malas no pueden dejar de dar a pesar de todo algo de su sentido; pero ¿no piensa usted que no son utilizables más que para aquellos que tienen ya conocimientos suficientes, y que corren más bien el peligro de extraviar a los otros?

No sabía que Lanza del Vasto continuaba su experiencia, ya que había oído decir que los primeros resultados que había tenido eran más bien desalentadores. Me han dicho también (pero no sé si esto es cierto) que había ido recientemente donde Gurdjieff, pero que se había marchado de allí casi inmediatamente, al no poder admitir las vejaciones y las brutalidades a las cuales todo el mundo está expuesto por parte de este personaje; esto, en todo caso, estaría de acuerdo con lo que sé de los singulares métodos de éste.

Conocía el nombre de Théophile Briant, pero lo hacía solamente poeta; es poco probable desgraciadamente que pueda tener la ocasión de encontrármelo, ya que no tengo ninguna relación con los medios europeos de aquí, que forman como un mundo enteramente separado de aquel donde vivo...

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El Cairo, 8 de junio de 1949

Estimado Señor,

No hace más que ocho días que he recibido su carta del 13-4; ya ve que la rapidez de las comunicaciones no se mejora aún, y no creo que esto se deba a la lista de correos.

Le agradezco que me ofrezca tan amablemente enviarme un marco para su pintura, pero cuanto más lo pienso, más imposible me parece que llegue sin algún contratiempo, de manera que en definitiva valdrá más sin duda que encuentre el medio de arreglar esto aquí mismo. En lo que se refiere a la materia del centro, usted habla de un "exudado de roca"; eso me recuerda algo de lo que he oído hablar en otro tiempo, que ciertos hermetistas llamaban "manteca de montaña" y a lo cual parecían dar una gran importancia; me pregunto si no se tratará de la misma sustancia...

No había oído hablar nunca de la revista Elites Françaises (este plural me hace el efecto de un enojoso contrasentido); si tiene la posibilidad de enviarme ese número especial, me gustaría mucho poder conocer su casa... y su gato; y usted ¿no figura en esas fotografías?

Dice que no existe el azar; no solamente estoy totalmente de acuerdo en ello con usted, sino que me parece incluso algo completamente evidente; en el fondo, el azar no es más que una pseudo-idea inventada por los occidentales para no reconocer que hay cosas cuyas causas se les escapan, o que rehusan doblegarse a su manía de explicaciones racionales.

Le felicito por su admiración por el Corán, que prueba que, a pesar de toda la imperfección de las traducciones, usted presiente en él el significado real; es lástima de todos modos que no haya persistido en su intención de aprender el árabe, lo que le habría permitido seguramente encontrar todavía mucho más en él...

Comprendo muy bien cuánto debe disgustarle vivir en el medio europeo actual; me considero afortunado de haber podido salir antes de que haya caído hasta este nivel, ya que todo lo que me entero de él me muestra hasta qué punto se han agravado las cosas desde hace una veintena de años, y con todo no era ya ciertamente maravilloso en aquella época.

La grosería de la que habla no me sorprende; eso va con todo lo demás; cuando las personas han perdido su tradición, no pueden sino rebajarse siempre cada vez más y desde todos los puntos de vista, hasta que esto desemboque en una catástrofe si no pueden enderezarse a tiempo para evitarlo.

Sí, como usted dice, todo está falseado hoy; se quiere obligar a la gente a vivir artificialmente para transformarla más fácilmente en una especie de máquinas, y la medicina tiene seguramente que desempeñar un gran papel en la realización de este plan diabólico. Lamento a menudo no tener ni el tiempo ni la facilidad para examinar más de cerca dicha medicina con todas las precisiones requeridas; sería de desear que se encontrara alguien que pudiera y osara emprender esta tarea.

Estoy contento de saber que su amigo Théophile Briant ha comprendido las razones por las que no recibo a visitantes occidentales; hay personas que no quieren o que no pueden comprenderlo, y que se ofenden porque se imaginan, sin razón, que se trata de una exclusión dirigida hacia su persona, mientras que es simplemente una medida de orden general destinada a asegurar mi tranquilidad; no hablo ya de aquellos quienes, para poder contar mentiras, pretenden haberme encontrado aquí aún cuando no les he visto jamás...

No sabía que Lanza del Vasto había estado también con Ivanoff; un personaje muy siniestro y que ha engañado numerosas veces; parece incluso que, a pesar de lo que ha pasado, algunos no se acuerdan de ello, y se proponen obtener su rehabilitación. Gurdjieff es de otra clase, pero no es menos inquietante; ejerce sobre sus discípulos una verdadera fascinación, que demuestra ciertamente una fuerza psíquica poco corriente, pero que, espiritualmente, es un signo muy desfavorable; por lo demás, todos los pretendidos "maestros" que no dependen de ninguna forma tradicional determinada deben por ello mismo ser evitados pura y simplemente.

Gracias por la reseña de la experiencia de videncia que ha adjuntado a su carta; hay que desear que ello se verifique, pues en suma, con todos los rumores de la cercana guerra que corren un poco por todas partes, es más bien tranquilizador. Lo que me dice acerca de las condiciones en las cuales ese trabajo ha sido hecho, así como las ponencias anteriores que se han realizado ya, parece indicar que hay en esto algo verdaderamente serio. En cambio, hay siempre motivo para no fiarse de los "profesionales", incluso aunque no se trate en modo alguno de charlatanes, especialmente porque están todos vinculados o al menos en contacto con los medios espiritistas u ocultistas, y las ideas que reciben de estos deforman inevitablemente lo que sus facultades naturales les permiten percibir; así, cuando un vidente se pone a contar historias de reencarnaciones, no hay necesidad de llevar las cosas más lejos para saber a qué atenerse. Por otro lado, tiene usted razón sobre los reparos a poner con respecto a las fechas, ya que parece que esto sea una de las cosas más difíciles de determinar exactamente; es fácil de comprender, por otra parte, que haya estados en los cuales la noción del tiempo terrestre ha desaparecido más o menos totalmente.

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El Cairo, 7 de octubre de 1949

Muy Estimado Señor,

Hace ya mucho tiempo que he recibido su carta del 5-7, que ha tardado en llegar, después de todo, menos que la anterior; pero (y esto es lo que confío me sea una excusa por haber tardado tanto en responderla) estaba esperando lo que usted me anunció, y hasta el momento no ha llegado nada. Hay todavía, con bastante frecuencia, cosas que se pierden, sobre todo los impresos cuando no están certificados (no se pierden sin duda para todo el mundo); es verdad que hay algunas veces que terminan por encontrarse cuando uno no cuenta ya con ello. Como quiera que sea, lamento no haber tenido la revista en cuestión, puesto que ello me priva del placer de ver las fotografías de su casa y de usted mismo...

No he recibido tampoco las pruebas de su obra sobre la pintura; como me decía que las certificaba, es todavía más raro, y me pregunto qué ha podido pasar, a menos que no haya hecho el envío en el momento en que me lo anunciaba, pues puede que los impresores le hayan hecho esperar las pruebas más tiempo de lo que usted pensaba, lo cual tienen bastante por costumbre. A propósito de esto, debo decirle francamente que no veo de qué manera me sería posible escribir para esta obra una introducción como la que tiene a bien pedirme, no solamente a causa de la falta de tiempo, que no obstante merece ya ser tenida en consideración, puesto que no alcanzo sino cada vez con mayor dificultad a preparar mis artículos habituales en el tiempo deseado (mi correspondencia toma proporciones cada día más enormes), sino también y sobre todo porque no tengo ninguna competencia especial sobre el tema. El interés que tengo en ello no basta desgraciadamente para darme esta competencia: quizás lograría escribir sobre esto a lo sumo tres o cuatro páginas, ateniéndome a vagas generalidades, pero 25 páginas o más, es un trabajo del que no puedo incluso concebir cómo lo llevaría a cabo. Espero que lo comprenda fácilmente, y no por esto le agradezco menos haber tenido esta idea ya que ella muestra que me atribuye más posibilidades de las que tengo realmente...

En cuanto a su Mensaje Reencontrado, deseo profundamente que pueda lograr editarlo en Desclée, lo que estaría seguramente muy bien; sólo hay una cosa que me inspira algunos temores, es que la casa está quizás un poco demasiado especializada en el ámbito propiamente religioso. Si su obra pudiera complacer a Stanislas Fumst (supongo al menos que éste está todavía en la casa), sería una verdadera suerte para usted; tiene ciertas pretensiones en esoterismo, pero, a decir verdad, es tan raro que no es posible prever qué efecto pueda producir esto en él...

No necesito decirle que no estoy sorprendido en modo alguno de que los quehaceres de los artistas, más aún quizás que todos los otros, vayan más bien mal en las circunstancias actuales; lo contrario es lo que sería asombroso.

Hay que confiar en que su medicamento le dé los medios de suplir, sobre todo si no teme demasiado, en cuanto a su tranquilidad, las molestias casi inevitables de los médicos. Esta gente ha llegado en esto a adueñarse en cierto modo del mundo entero, y pronto no se tendrá ya derecho a vivir sin su permiso.

En lo que se refiere a los críticos de arte, religioso u otros, no creo, desgraciadamente, que haya mucho que hacer para poner fin a la incomprensión de la que dan prueba, salvo muy raras excepciones. Es muy cierto también que la mayoría de los cristianos actuales limitan su horizonte al punto de vista que se designa con el nombre bárbaro de "historicismo", en cuanto a la doctrina, es evidente que esto no les interesa en modo alguno.

He advertido a menudo que, cuando algunos hablan de "trascendencia" del Cristianismo, lo que entienden por esto es justamente la negación de toda verdadera trascendencia, quiero decir de todo significado profundo; me pregunto lo que puede haber de trascendente en las trivialidades morales y sociales en las cuales se complacen únicamente. La verdad es que el espíritu moderno se infiltra cada vez más por todas partes, incluso en aquello que debiera serle lo más radicalmente opuesto; un ejemplo verdaderamente espantoso, es esta "reorganización de las órdenes religiosas" de la que se ha hablado actualmente y que, de hecho, equivale sencillamente a la desaparición de las órdenes contemplativas como tales; cuando se ven cosas como éstas, uno no se puede ya asombrar de nada...

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El Cairo, 21 de octubre de 1949

Estimado Señor,

Acabo de recibir su carta del 27-9, que se ha cruzado con mi respuesta un poco retrasada a la anterior. No puedo desgraciadamente más que confirmarle que, como le he dicho en ésta, no he recibido hasta ahora nada de lo que usted me había anunciado el envío. En cuanto a su propuesta de escribir una introducción para su obra sobre la pintura, le he explicado las razones, falta de tiempo y también de competencia, que no me permiten verdaderamente encargarme de tal trabajo; cuanto más lo reconsidero, tanto menos veo de qué manera me sería posible llevarlo a cabo satisfactoriamente...

Estoy un poco sorprendido, agradablemente por otra parte, de lo que me dice a propósito de su reciente viaje a Bélgica, ya que, de todo lo que he sabido de ese país hasta ahora, no tenía la impresión de que pudiera haber en él muchas personas que se interesaran realmente en el esoterismo; hay ahí un número bastante grande de teósofos y de ocultistas de todo tipo, pero, evidentemente, esto es enteramente otra cosa, por no decir que es incluso lo contrario...

Existe ahí, no obstante, también (y me pregunto si esto no tendrá alguna relación con aquello de lo que usted habla) el grupo Cahiers du Symbolisme Chrétien, que está animado ciertamente de excelentes intenciones, y al cual le falta solamente un poco de prudencia y discernimiento; esperemos que esto venga cuando haya adquirido un poco más de experiencia.

Lo que dice del género de obras que tienen mayor éxito en París no me sorprende mucho; se tiene la impresión de una especie de locura que se extendiera cada vez más. Me felicito de estar lejos de todo eso; naturalmente, por lo que me escriben y por las publicaciones que me llegan, tengo ecos suficientes para darme cuenta poco más o menos de lo que hay; pero al menos he tenido la suerte de poder arreglarme de manera de no tener ningún contacto directo con ese mundo occidental.

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El Cairo, 30 de noviembre de 1949

Estimado Señor,

He recibido hace unos días su carta del 24-10, y acabo de recibir la del 3-11. Me he quedado estupefacto al saber que lo que me había enviado le ha sido devuelto; se trata evidentemente de un error de correos, que soy incapaz de explicarme; es la primera vez que se produce una cosa parecida. Esperemos que no ocurra lo mismo ahora, puesto que quiere enviármelo de nuevo; solamente, como puede pasar algún tiempo antes de que me llegue (los impresos tardan generalmente bastante más que las cartas), prefiero escribirle sin esperar para no encontrarme tan retrasado con usted...

Estoy contento de que haya comprendido las razones por las cuales me es verdaderamente imposible hacerle una introducción sobre la pintura; me será seguramente más fácil con el Mensaje Reencontrado, aunque no pueda prometerle hacer algo muy extenso; no se qué pasa que, aunque pierdo el menor tiempo posible, no llego nunca a todo lo que querría.

El ofrecimiento de traducción que ha recibido de América es realmente una buena noticia y deseo que se lleve a efecto; pero ¿quién es el Dr. Piper? Lo que usted dice sobre la influencia persistente del racionalismo cartesiano en Francia es muy cierto; permítame solamente decirle que me asombro del valor que parece atribuir a Krishnamurti. Debo reconocer que éste me fue simpático en cierta ocasión, cuando tuvo el valor de desembarazarse de los dirigentes teósofos y de sus miras "mesiánicas"; pero eso es todo, y esto no prueba evidentemente nada desde otro punto de vista. Sus "enseñanzas" son algo tan vago e inconsistente como es posible, sin ninguna base doctrinal sólida, y donde cada uno puede encontrar lo que quiera (esto me ha hecho pensar siempre, en ciertos aspectos, en la filosofía de Bergson); en cuanto a su actitud netamente antitradicional de oposición a todos los ritos, es el peor signo que puede haber para alguien que pretende desempeñar un papel de guía espiritual.

En lo que se refiere a mis libros, hay cuatro que se han publicado ya en Inglaterra, y varios más están actualmente en preparación; hay también proyectos para publicar algunos en América, en particular La crisis del mundo moderno y El Reino de la Cantidad. Donde he tenido más traducciones hasta ahora ha sido en Italia, y casi todo lo que no está todavía publicado va a estar listo de aquí a muy poco. En Suiza, se ocupan seriamente de las traducciones alemanas cuya publicación va a empezar pronto; la situación actual causaba muchas dificultades al respecto, pero se ha encontrado por fin el medio de resolverlas; una traducción española de la Introducción General se ha publicado en Argentina durante la guerra, y una traducción portuguesa de La crisis del mundo moderno en Brasil el año pasado. Por otro lado, se proyecta ahora traducir al hindi la Introducción General y El Hombre y su devenir; ya ve pues que en suma no tengo mucho de qué quejarme al respecto.

El grupo Symbolisme Chrétien está animado ciertamente de las mejores intenciones, le falta únicamente tener ideas suficientemente bien establecidas, ya que llega a acoger cosas muy desiguales, pero quizás un poco más de experiencia podrá remediarlo. Por otro lado, tiene dificultades desde el punto de vista financiero, de manera que su revista no puede salir más que muy irregularmente; desgraciadamente no hay de qué sorprenderse, ya que los que se interesan en estas cuestiones son no solamente bastante raros, sino también, como usted dice, están muy dispersos y difíciles de alcanzar.

La influencia occidental y moderna (es la misma cosa en el fondo) gana terreno desgraciadamente por todas partes, y es de temer su intrusión incluso en el Tíbet; esto es un signo de que el fin de ciclo no puede estar muy lejos... Sin embargo en los países orientales esta influencia no afecta todavía más que a una minoría; pero naturalmente es solamente esta minoría la que es conocida en Occidente, lo cual falsea la perspectiva en gran medida.

Sí, en nuestra época donde todo está industrializado y comercializado, los médicos no piensan apenas ya más que en sus intereses, y los fabricantes de medicamentos "que están de moda" igualmente; pero existe también en el lanzamiento de ciertos productos "razones ocultas", de las cuales probablemente aquellos que los recomiendan son generalmente inconscientes, y que son aún menos tranquilizadoras...

Es muy de desear que no se vea obligado a dejar su casa, pues una mudanza es siempre algo muy desagradable, y además se dice que es muy difícil actualmente encontrar algo, sobre todo en París. Esas destrucciones que han tenido lugar en los sitios de los que ha tenido que salir son verdaderamente extrañas; uno puede preguntarse qué es aquí causa y efecto; ¿no podría ser que precisamente se haya visto obligado a marcharse de allí porque la plaza debía ser destruida, lo que indicaría que usted ha sido objeto de una protección muy especial?

Evidentemente eso no excusa la injusticia de los instrumentos humanos en este caso, pero ellos han podido servir sin saberlo y a pesar de ellos.

Traducción: Miguel A. Aguirre

 

Final


Presentación

René Guénon

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