SYMBOLOS
Revista internacional de 
Arte - Cultura - Gnosis
 

 RENE GUENON
CARTAS A LOUIS CATTIAUX

El Cairo, 2 de enero de 1950

Estimado Señor,

He recibido ayer la revista que contiene las imágenes de su casa, y se lo agradezco nuevamente, así como la amable dedicatoria que las acompaña; correos no ha cometido de nuevo el mismo error esta vez... Me complace ver esa instalación, que testimonia una ingeniosidad que admiro, y de la que le felicito; no hablo ya del gusto, pues eso es algo natural en un artista (o que al menos debería serlo, pues hay que reconocer que los artistas actuales no dan prueba siempre de ello). Es lástima que los personajes sean demasiado pequeños en esas fotografías como para que se pueda distinguir netamente sus trazos... Pienso que si se ve obligado a dejar esa casa, como expresaba el temor de que así fuera en su última carta, debe sentir añoranza por ello. Sólo veo a su casa un posible defecto, que debe provenir de su destino original: es estar probablemente demasiado expuesta a las miradas del público; esto sería al menos un defecto para mí, pero es verdad que no a todo el mundo le molesta igualmente esto.

Acabo de recibir su carta del 11-12, que se ha cruzado con las palabras que le envié por la misma fecha para acusar recibo de la revista; ésta me ha llegado perfectamente esta vez, y espero que pasará lo mismo con el ejemplar completo de su libro que se propone enviarme próximamente. Cosa rara, he sabido estos días que, más o menos en la misma época en la que su envío le fue devuelto, revistas que me habían sido enviadas por otra persona le fueron devueltas igualmente; eso parece confirmar que, como había supuesto, hubo entonces un empleado temporal que no estaba al corriente. En todo caso, desde entonces, no ha habido nada anormal; debo decir por otra parte que, contrariamente a lo que parece usted pensar, no he tenido nunca más dificultades en recibir los envíos certificados que los otros, y es más prudente para los impresos certificarlos, a causa de los aficionados poco escrupulosos que, en el trayecto (no sé si es en Francia o en los barcos), se apoderan con sumo gusto de los libros o de las revistas que les interesan cuando no están certificados.

Me alegro de saber que la edición americana de su libro está ya completamente decidida; lo que me sorprende un poco, es que la deba a un profesor de filosofía, pues, por mi parte, no he percibido hasta la fecha la menor comprensión por parte de personas que ejercen esa profesión, y he tenido siempre la impresión de que su horizonte mental estaba irremediablemente limitado. Como quiera que sea, es muy posible que, como usted espera, esto lleve a los editores franceses a interesarse en su obra; téngame al corriente de los resultados de sus gestiones al respecto; creo entender ahora que no es ya cuestión de Desclée... Por supuesto, cuando haya leído su texto modificado, no dejaré de hacerle saber mis observaciones si procede; en cuanto a la introducción, no me atrevo a prometerle hacer algo muy largo, siempre a causa de la falta de tiempo, y por lo demás, pensaba que lo que quería era en suma una especie de arreglo un poco más desarrollado de mi reseña; ¿es esto exacto?

Veo con agrado que en el fondo estamos de acuerdo en lo que concierne a nuestra apreciación de Krishnamurti; había creído comprender, por lo que me decía la otra vez, que lamentaba que no haya tenido el mismo éxito en Francia que en América, y eso es lo que me había sorprendido. La verdad es que en América cualquier empresa pseudo espiritual encuentra siempre clientela, y ésta es incluso tanto más numerosa y entusiasta cuanto más "simplista" y vacío, desde el punto de vista espiritual, sea aquello de lo que se trata... o cuanto más extravagante, pues las fantasmagorías de todo tipo prenden también aquí con increíble facilidad.

No soy enteramente de su opinión al respecto de los alemanes; sobresalen sobre todo en los trabajos de erudición paciente, pero erudición y comprensión son dos cosas completamente diferentes, y no hay que olvidar que las interpretaciones de sus orientalistas están en el punto de partida de muchas concepciones falsas que tienen curso en todo Occidente a propósito de las doctrinas orientales.

En cuanto a su filosofía, reconozco que no he podido nunca tomar interés alguno por ella, no más por otra parte que por toda la filosofía moderna en general; todo eso no son más que vanas abstracciones y discusiones inútiles y puramente verbales... Ahora, es posible que las circunstancias actuales hayan cambiado algo en esta mentalidad; en todo caso, ya se verá qué acogida se les da a mis libros por este lado, y ésta es ciertamente una experiencia a probar.

La proximidad del fin de ciclo presente no tiene duda para ninguno de aquellos que tienen conocimiento de ciertos datos tradicionales que concuerdan todos en el mismo sentido; la aceleración que crece sin cesar, de la que usted habla, ya no es dudosa, se la constata fácilmente en todo lo que pasa a nuestro alrededor; la he señalado expresamente, por lo demás, varias veces, y sobre todo en el Reino de la cantidad.

No, no me había contado todavía lo que le sucedió cuando la movilización general y lo que ha pasado después; esta historia es verdaderamente extraña, ciertamente, y no obstante no puedo decir que esté muy sorprendido, ya que he sabido de otros casos por el estilo: habría sin duda todavía más casos de estos si la gente supiera prestar atención a ciertos avisos y tenerlos en cuenta... En lo que respecta a no tener visiones, no tiene, en verdad, que compadecerse, sino más bien felicitarse, ya que las facultades psíquicas de este tipo son ciertamente mucho más molestas que útiles. En cuanto a las reacciones hostiles del medio ambiente respecto de todos aquellos que buscan escapársele de una u otra manera, son cosas naturales en suma, pero no por ello menos inoportunas, sobre todo cuando, como parece ser para usted, encuentran un soporte en el medio inmediato.

La confusión del "reposo del ser", es decir del estado no-manifestado, con la Nada, es muy evidente en efecto entre los filósofos modernos (pseudo-metafísicos), y más particularmente aquellos que, como Bergson, pretenden poner toda la realidad en el devenir. He oído hablar ya de ese existencialismo cristiano que se vale, parece, de Kierkegaard (de quien no sé por lo demás gran cosa); he oído decir incluso que Maritain y Gilson se habían puesto de acuerdo para sostener que el mismo tomismo era ya un existencialismo: pero en lo que respecta a saber qué se quiere entender exactamente por "existencialismo", debo confesarle que no he podido nunca conseguirlo. He tratado de leer El Ser y la Nada de Sartre; que me ha parecido no ser más que verbalismo puro y simple, adornado de inverosímiles complicaciones psicológicas; decididamente la filosofía es algo muy poco interesante en el fondo...

Le agradezco la apreciación cosmogónica que me expone al final de su carta; si comprendo bien, eso viene en suma a decir que lo no-manifestado es superior a lo manifestado, lo cual es en efecto una noción enteramente evidente desde el punto de vista de la metafísica tradicional, por lo que, por consiguiente, toda manifestación puede ser considerada como una "caída", o al menos como un "descenso"; (incluso no es necesario para esto que tenga lugar en la materia, suponiendo que esto sea susceptible de tener un sentido muy preciso, lo que me parece bastante dudoso).

Solamente prefiero decir no-manifestado y manifestado allí donde usted dice "ser en reposo" y "ser en acto", porque lo que se opone habitualmente al acto es la "potencia", y porque no puede haber ninguna potencialidad en el estado principial; es por el contrario en las "tinieblas exteriores" donde se encuentra la potencialidad pura, y en realidad lo manifestado, porque participa de ésta, no puede ser nunca completamente en "acto". Añado además que lo no-manifestado va más allá del Ser, al tiempo que éste no es propiamente más que el principio de la manifestación universal; pero, aparte de cuestiones de terminología, me parece que estamos de acuerdo aquí en lo esencial; ya me dirá si estas observaciones responden al sentido de su punto de vista.

Puesto que acaba de empezar un nuevo año, no quiero terminar sin enviarle, con este motivo, muchas felicidades, con mis cordiales deseos.

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El Cairo, 23 de enero de 1950

Estimado Señor,

He recibido hace unos días su carta del 23-12, y acabo apenas de recibir el ejemplar corregido del Mensaje Reencontrado y se lo agradezco. Ya ve que todo llega bien ahora, lo que confirma la suposición que había hecho respecto de los envíos que han sido devueltos sin venir al caso. Pienso, por lo que me dice, que me enviará también pronto la copia de los últimos capítulos, y trataré de examinar todo sin tardar demasiado, es decir en cuanto me sea posible encontrar un poco de tiempo libre. Gracias de antemano por el reportaje fotográfico del cual me anuncia igualmente el envío; ¿en qué país debe publicarse?

Me alegro de saber que, en su actual casa, está más a cubierto de lo que yo había pensado de la curiosidad más o menos indiscreta de los transeúntes; imagino por lo demás, aunque no conozco su calle, que debe ser más bien tranquila, si aún quedan en París las que lo sean todavía. Le deseo que permanezca ahí el mayor tiempo posible, pero va de suyo que, si circunstancias varias le obligaran a marchar, creo como usted que haría muy bien en no oponer resistencia alguna y que en definitiva eso no podría ser más que para bien, como se constata muy a menudo con cosas de las cuales no se había visto en un primer momento más que el lado desagradable.

Aunque no tengo naturalmente ningún contacto con los artistas actuales, tengo la impresión, por todo lo que puedo saber de ellos, que lo que me dice sobre la actitud de la mayoría, no es desgraciadamente sino muy justa. La suya, tan diferente, no es evidentemente favorable al éxito material; no hay motivo para sorprenderse en la época en que vivimos, pero pienso que no conviene de todos modos que sienta mucha pena, ya que dudo como usted que aquellos que tengan éxito por no importa qué medios puedan realmente ser mucho más felices en el fondo...

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El Cairo, 20 de febrero de 1950

Estimado Señor,

He recibido hace diez días su carta del 13 de enero y acabo de recibir la del 31 con los capítulos XV y XVI que he unido a los anteriores. Me gustaría poder verlo todo dentro de poco y, a causa de la traducción, no hacerle esperar demasiado la introducción prometida, pero mi trabajo está en este momento más retrasado que nunca; piense que no he podido preparar todavía mis artículos para el número de marzo de Études Traditionnelles. Hay que decir que el frío que tenemos aquí no facilita las cosas, con los continuos catarros que son la consecuencia de ello; hace todavía más frío que el invierno pasado, que se consideraba ya como excepcional, y esta vez ha helado incluso, cosa que no se recuerda haber visto jamás; decididamente, hay que creer que los climas están trastornados como todo lo demás...

Naturalmente, no llega todavía al punto que entre ustedes, pero, como no se está preparado para defenderse contra el frío, se soporta más difícilmente.

Me alegra ver que confía en poder permanecer tranquilamente en su casa; no había entendido que era un cambio de propietario lo que le había dado miedo al respecto.

En cuanto a los acontecimientos anunciados en la predicción que me comunicó, no hay naturalmente más que esperar aún un poco, pues sé muy bien que es casi imposible en semejante caso fijar una fecha precisa, o al menos es muy raro; como quiera que sea, deseemos que todo esto termine bien.

El Khidr no es exactamente lo mismo que Melki-Tsedeq, aunque haya entre ellos una relación bastante estrecha; la diferencia es la que existe entre la vía iniciática que depende del "Polo" y la de los Afrâd, esta última siendo por otra parte excepcional. En la Cábala, existe algo parecido con los dos hermanos "dotados de perpetua juventud", Metatrón y Sandalfón.

Volviendo a su libro, la negativa de la casa Desclée no me sorprende mucho; en cuanto al Padre Bruno, creo que su mayor defecto es una cierta falta de juicio; de otra manera ¿cómo podría acoger favorablemente cosas tales como el psicoanálisis? La colaboración de Marise Choisy en Satán, especialmente, ha producido un efecto deplorable en muchas partes.

La diferencia entre sus expresiones y las mías no tiene ciertamente nada de sorprendente, y su único inconveniente es que suenan a veces un poco pictóricas para establecer equivalencias precisas; pero va de suyo que lo esencial, como usted dice, es estar de acuerdo en el fondo. La palabra "alquimia" da lugar en efecto, entre la mayoría de la gente, a la confusión de la que habla, y ya la he señalado varias veces; creo que la de "hermetismo" es la que convendría mejor (o se podría decir "alquimia espiritual" para evitar todo equívoco). "Gnosis" tiene un sentido mucho más amplio, y, por otra parte, hay aquí de inoportuno que muchos confunden "gnosis" y "gnosticismo", lo cual sin embargo no es en absoluto la misma cosa. En cuanto a la "tradición primordial", la expresión no sería aplicable en este caso, ya que no se trata en realidad más que de una forma derivada, como por otra parte todas las que podemos conocer actualmente.

A propósito de Krishnamurti, acabo de saber que ha dejado California para volver a la India; ¿qué va a poder hacer allí, sino aumentar todavía el desorden que causa ahora ya allí como en todas partes, la invasión de las ideas modernas? En cuanto a los americanos, es muy cierto que les va todo indistintamente, y parece incluso que cuanto más extravagante es una cosa, más posibilidad de éxito tiene entre ellos; ésta es en cierto modo la contrapartida de su mentalidad de hombres de negocios, y ambas son como los dos polos opuestos de un mismo estado de desequilibrio.

La complementación (más bien que la oposición) entre la potencia y el acto pertenece a la terminología aristotélica y escolástica; la potencia tiene aquí el sentido de "potencialidad", que no tiene nada en común con el otro sentido según el cual Dios es designado como el Todopoderoso (lo mismo que, por otra parte, el acto del que se trata no tiene nada que ver con la acción); estas acepciones completamente diferentes para un mismo término (y hay muchos otros ejemplos en los cuales esto es todavía más molesto) muestran la insuficiencia de todo el vocabulario occidental, comprendido en éste el que se ha esforzado no obstante en ser más riguroso. El "espejo oscuro" me parece corresponder exactamente con la pasividad universal, pero por otra parte ésta es, en el fondo, idéntica a la pura potencialidad.

¿Es exacto decir que la sal es solamente la unión del azufre y del mercurio, o no es más bien el producto de esta unión? La confusión filosófica del ser no-manifestado con la Nada es ciertamente enorme, pero hay que darse cuenta de que todo aquello que los hombres son incapaces de concebir (y el horizonte intelectual de los filósofos modernos está muy estrechamente limitado) no puede en efecto más que aparecérseles como la Nada.

¿Quién sabe si llegaremos a encontrarnos algún día? Lo deseo, pero no hay que contar con que, en cuanto a mí, pudiera desplazarme, no he sido nunca viajero, y ahora sobre todo esta perspectiva me aterrorizaría completamente, ya que, para ir de un país a otro, las cosas se han vuelto tan complicadas desde todo punto de vista que me parece casi una imposibilidad; lo más curioso es que esto no impide a los admiradores del supuesto "progreso" ensalzar las facilidades aportadas a las comunicaciones por los inventos modernos. Muy cordialmente.

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El Cairo, 20 de marzo de 1950

Estimado Señor,

Acabo de recibir su carta del 20 de marzo; siento los retrasos y las dificultades que, me dice, sobrevienen aún a su libro, pero, por otro lado, debo confesar que esto me tranquiliza en lo que me concierne, pues temía hacerle esperar la introducción más de lo que hubiera sido conveniente y ser así yo mismo la causa del retraso. No se inquiete por las faltas del original que puedan encontrarse en el último capítulo; pienso que llegaré de todos modos a arreglármelas; lo importante sería que pudiera encontrar un poco de tiempo y de tranquilidad para examinar el conjunto con el cuidado que querría poner en ello.

Tiene que disculparme, pues mi trabajo aumenta cada día (la correspondencia en particular), y no sé ya cómo arreglármelas.

Ya veo que tampoco a usted le gusta el frío; por fin nos hemos visto ya desembarazados de él, pero el tiempo está todavía bastante raro y cambiante; prefiero el verano, incluso aquí, pues el calor no me ha molestado nunca.

Me alegro por usted de las buenas disposiciones de sus nuevos propietarios, y le deseo poder continuar viviendo así tranquilamente en su casa.

Si parece que los acontecimientos predichos deben empezar en Pentecostés, no hay mucho que esperar para ello sin duda (no dispongo de calendario europeo para ver la fecha exacta); tengo curiosidad de ver qué pasará...

Tiene probablemente razón en lo que dice a propósito del Padre Bruno, y desgraciadamente, en nuestra época, hay ciertamente muchos casos que se asemejan al suyo; lo cual es aún un signo de los tiempos.

Respecto de Krishnamurti, acabo de saber que va a ir a París a dar una serie de conferencias en abril y mayo; su estancia en la India no habrá sido muy larga; no sé si volverá ahí después, pero me parece más probable que vaya a reunirse con sus discípulos de California.

El vocabulario occidental ha sido siempre más o menos insuficiente y se ha prestado a muchas confusiones, ya que incluso una terminología que quiere ser tan precisa como la de los escolásticos no es ejemplo de ello: pero ha llegado a serlo mucho más en los tiempos modernos. Ahí está seguramente para muchos la grosera simplificación cartesiana, pero ¿no piensa usted que no habría podido ser adoptada tan fácilmente y tan generalmente si no hubiera respondido a cierta mentalidad que existía ya en Occidente y a la que no ha hecho sino dar una expresión más netamente definida? No creo que una filosofía pueda "prender" a no ser que sea como una especie de resultante y de "cristalización" de tendencias preexistentes, antes bien que el punto de partida de una nueva orientación de la mentalidad.

Como quiera que sea, no es menos cierto que es sobre todo después de Descartes cuando los occidentales no han sabido hacer ya ninguna distinción entre el "alma" y el "espíritu", y que han tomado estas dos palabras indistintamente una por otra aplicándolas de una manera tan vaga y confusa como ello es posible. No sé ya quién (quizás es Leibnitz, pero no estoy seguro) ha escrito que "no hay cosas tan absurdas que no hayan sido dichas por algún filósofo"; lo cual no es sino muy cierto.

Estamos de acuerdo en lo que concierne a la sal; pero no me explico que hable del "azufre terrestre" y del "mercurio celeste": ¿no es esto como hacer la Tierra masculina y el Cielo femenino, en contra del simbolismo tradicional más generalmente admitido? (digo más generalmente porque parece que la tradición de los antiguos egipcios haya sido una excepción; pero se sabe realmente tan poco de ella que es imposible saber las razones de esta anomalía al menos aparente y bastante sorprendente a primera vista).

Esperemos que llegue a realizar algún día su intención de venir aquí; me alegrará poder conocerle así directamente, y la promesa que formula me lo hace desear más aún... Comprendo que no quiera hacer este viaje como los turistas; esta ralea es verdaderamente odiosa por su aturdida e incomprensible necedad, y, cuando se les ve por aquí, se tiene la impresión de un rebaño de corderos más que de seres humanos.

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El Cairo, 24 de abril de 1950

Estimado Señor,

He recibido estos últimos días su carta del 28 de marzo, y me alegro de saber el interés que ha suscitado su exposición de pintura, lo cual por otra parte no me sorprende, dado lo que me dice de la técnica antigua encontrada por usted. En cuanto a la historia de ese joven pintor reprochándole no querer divulgar sus descubrimientos, esto está de acuerdo en efecto con la mentalidad actual; se reconoce aquí esa característica de nuestra época que he llamado "el odio al secreto", y que se manifiesta en todas las circunstancias.

En lo que respecta a la ciencia moderna, como es puramente exterior y superficial, es evidente que el secreto no tendría aquí objeto, a menos que no se trate simplemente de guardarse el monopolio de una invención cualquiera, lo cual no pone de relieve en realidad por otra parte más que el ámbito de las aplicaciones industriales.

Le compadezco que esté asediado, también, por todo tipo de corresponsales, pues es muy probable que la mayoría de ellos no sean muy interesantes. He tenido siempre el prejuicio (si esto lo es) de responder a todas las cartas por miedo a desalentar a alguna buena voluntad, pero hay quienes abusan de ello y me agobian con interminables cuestionarios; no he hecho excepción más que con los locos y las personas de intenciones sospechosas.

Pensaba que la traducción de su libro debía editarse en América; pero si ha recibido una petición de un editor inglés, quizás habría ventaja en que se publicara a la vez en los dos países, pues compruebo que esto se hace ahora bastante a menudo; parece por otra parte que esto sea algo nuevo, y supongo que las dificultades debidas al cambio deben tener algo que ver aquí. En cuanto a la incomprensión que encuentra entre los editores franceses, no tengo necesidad de decirle que no me sorprende; la mayoría de esta gente no conoce absolutamente nada fuera del punto de vista comercial; esperemos no obstante que la intervención de sus amigos belgas pueda facilitarle también una solución por este lado, pues va de suyo que lo que los editores temen por encima de todo es invertir sin estar seguros del éxito.

Le agradezco la reseña de su última experiencia; es muy interesante y más precisa que la anterior, quizás porque los acontecimientos anunciados se acercan. Es de desear que se vea pronto la realización; es ciertamente muy raro, como dice, que tales predicciones de orden general se verifiquen efectivamente... Los notarios y otros funcionarios autorizados para dar fe son algo completamente desconocido aquí, donde, afortunadamente por lo demás, no estamos todavía aquejados por una legislación enteramente europeizada como es el caso de Turquía.

Deberé contentarme pues, esperando los acontecimientos, con guardar su reseña en mi escritorio, la cual no será por otra parte menos convincente para mí, bastando evidentemente con su fecha.

Tiene razón en no perder su tiempo yendo a escuchar a Krishnamurti, ya que no se saca nada de las vagas trivialidades que cuenta; su origen hindú contribuye a darle prestigio ante mucha gente, pero ignora enteramente las doctrinas tradicionales, habiendo recibido una educación exclusivamente anglosajona y habiendo vivido siempre, salvo en su infancia, en Europa o en América. En cuanto a mí, no puedo considerarlo más que como un producto del Occidente actual.

Por supuesto, la separación de lo espiritual y de lo corporal es una concepción completamente moderna; su primera formulación explícita es en suma el dualismo cartesiano.

Seguramente que la cuestión del azufre es muy compleja, ya que hay ahí varios aspectos en litigio; interesaría situarlos exactamente unos con respecto a otros, pero evidentemente esto no es fácil...

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El Cairo, 7 de mayo de 1950

Estimado Señor,

He recibido su carta del 13 de abril, con la fotografía del "fruto de la tierra" que la acompañaba y que le agradezco; veo que esta obra se remonta ya a un cierto número de años; el aspecto es algo extraño, a decir verdad, pero pienso que debe tener un significado netamente axial...

No debe sorprenderse de que haya aún aquí una censura, pues, si en Europa ustedes no están ya en estado de guerra desde hace mucho tiempo, nosotros continuamos estándolo, al no estar firmada la paz entre Egipto y el estado de Israel. Por supuesto, esto puede ser molesto para las personas que se ocupan de política o de comercio; en cuanto a los que son como usted, va de suyo que esto no les afecta en nada.

Es lástima que su exposición no haya tenido resultados más fructíferos para usted desde el punto de vista de ventas, pero debe estar contento de todos modos por el interés que ha suscitado. Como puede imaginarse, no estoy en modo alguno sorprendido de todo lo que me dice sobre las combinaciones financieras y otras que influyen en el éxito de las pinturas, y de las cuales comprendo muy bien que sus consecuencias deben ser lastimosas...

Tanto mejor que las huelgas hayan cesado casi, pero veo que desgraciadamente no piensa que esta calma pueda durar mucho tiempo; deseemos no obstante que los acontecimientos que le han sido anunciados vengan pronto a poner término a todo este desorden. Me ha hablado de sus amigos belgas, pero no conocía el nombre del barón de Hooghvorst; hay que esperar que éste siga con sus intenciones para facilitar la reedición del libro de usted.

En cuanto a Watkins, según todo lo que sé de él, es un buen editor, y lo que publica es, en general, más serio, menos heterogéneo que Rider con quien tuve que ver en otro tiempo. Ahora, es Luxae quien edita las traducciones de mis libros, pero está demasiado especializado en lo que respecta a Oriente como para que esto le pueda convenir a usted.

Le compadezco mucho por tener esos disgustos domésticos; recuerdo que hizo ya alusión a esto en otro tiempo, pero no pensaba sin embargo que fuera hasta este punto. Por penoso que sea tener que tomar una decisión como la que está considerando, deseo que pueda darle la tranquilidad que le sería ciertamente tan necesaria...

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El Cairo, 20 de julio de 1950

Estimado Señor,

Acabo de recibir su carta del 1-7, y estoy confuso al constatar que tengo otras tres suyas a las que no he respondido todavía; tiene que disculparme, ya que, verdaderamente, no es culpa mía, ha habido tal desorden en el correo esta temporada que no consigo ya aclararme; gran número de cartas que parecían haberse perdido me han llegado a la vez y con retrasos inverosímiles (las hay que, expedidas por avión, tienen fecha de hace dos o tres meses); esto no había ocurrido nunca hasta este punto, y ahora no sé cómo poner al día toda esta correspondencia. Sus cartas del 7 y 17 de mayo me han llegado juntas en medio de una cincuentena de otras; después, la semana pasada, he recibido la del 16 de junio, y por fin ayer la del 1º de julio, como acabo de decirle.

Debo decir francamente que en el nuevo título que contempla para su libro, el empleo de la palabra "craso" no me parece acertado, ya que los que la vean no podrán comprender en qué sentido la entiende usted, de manera que les dará la impresión de una trivialidad. En cuanto al anonimato, quizás es una buena idea; en todo caso, por mi parte, siempre me ha pesado no haber sabido hacerlo así, pues ello me habría evitado seguramente muchos disgustos.

Contrariamente a lo que teme, nadie me ha escrito nada contra usted; puede tranquilizarse completamente al respecto. Si, no obstante, es cierto que me siento algo molesto, como usted piensa, es por razones muy distintas, que no tienen nada que ver con usted ni con su libro, y de las cuales la primera es la dificultad, cada vez mayor, de llevar a cabo todo lo que tengo que hacer, y que acaba por ser bastante; piense que incluso no encuentro ya tiempo para leer el menor libro, y se acumulan constantemente delante de mí, muchos de los cuales me son enviados por autores que esperan reseñas... Hay también otra razón de orden general; y es que una introducción firmada por mí constituiría en cierta manera un "precedente" que me haría mucho más difícil rechazar las peticiones semejantes que me sean hechas en el futuro. Reconozco que no había pensado en un principio en ello; si me ha venido últimamente esta idea, es porque me han pedido efectivamente un prefacio para una obra que es por otra parte interesante en su conjunto, pero que contiene cosas discutibles y de las cuales no querría asumir la responsabilidad.

Entonces, no sé muy bien cómo hacer, y me pregunto si no hubiera valido más abstenerme "por principio" de todo asunto de este tipo, lo cual sería quizás el único medio de no ofender a nadie; he ahí con toda franqueza lo que pasa, y le rogaría que me diera usted mismo su opinión sobre esta situación poniéndose en mi lugar, y como si estuviera completamente desinteresado...

Es lástima que se vea obligado a cambiar de manera de pintar y ponerse así a pintar cosas más o menos indiferentes, pero comprendo demasiado bien la necesidad; deseo solamente que esta ocupación no le cause demasiado disgusto... Esto me hace pensar que no ha vuelto a hablar ya de ese medicamento del que tenía idea y del cual esperaba obtener remedios apreciables; ¿ha renunciado a ello?

Los acontecimientos anunciados se hacen esperar un poco en efecto, pero no me sorprendo mucho de ello, ya que pienso como usted que las fechas exactas son casi imposibles de determinar en semejante caso; pero ¿qué es eso de esos otros acontecimientos concernientes a la presa de Génissiat a los que alude? No sé absolutamente de qué se trata (hay que decir que no leo los periódicos), ni incluso dónde puede encontrarse una localidad con ese nombre.

Me doy cuenta de que todavía no le he acusado recibo de los últimos capítulos de su libro, puesto que venían junto a sus cartas del 16 y 17 de junio; me disculpo aún por ello.

Tendría mucha curiosidad de ver la obra de su amigo A. de Saint-Phalle (este nombre me recuerda algo, pero ello es extremadamente vago), si quisiera enviármela cuando se publique se lo agradezco muchísimo de antemano. A decir verdad, la identificación de la momia de José me deja más bien escéptico "a priori"; se hacen a menudo tantas elucubraciones en todo lo que concierne al Egipto antiguo, sobre el cual, en el fondo, no se sabe realmente gran cosa desde el punto de vista tradicional.

Le compadezco que esté, usted también, cargado de correspondencia; desgraciadamente, es de temer que todo lo que se puede responder a tantos desconocidos no sirva de gran cosa, ya que a menudo las preguntas que hacen no indican gran comprensión. Tenemos aquí en este momento mucho calor lo cual es un poco cansado; es sin duda para compensar el frío, poco corriente, del invierno pasado; pero, a pesar de todo, prefiero mejor esto que el frío.

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El Cairo, 4 de octubre de 1950

Estimado Señor,

Disculpe que haya tardado tanto en responder a su carta del 1 de agosto; la verdad es, ay, que no alcanzo en absoluto a mantener mi correspondencia poco más o menos al día...

Supongo que el artículo del que habla es el que se ha publicado en el Journal du Dimanche, el cual me ha sido enviado por otro lado, de manera que me ha llegado casi al mismo tiempo que su carta. Debo decirle que éste me ha dejado muy asombrado.

Primero porque este tipo de anuncio de su libro no está de acuerdo con su intención de publicarlo anónimamente, y en fin, y sobre todo, a causa de lo que se dice de mí al final y que contiene casi tantos errores como palabras. Quiero creer que estos errores se deben a la fantasía habitual de los periodistas; si no he enviado una rectificación o no he puesto las cosas en su sitio, es porque pensé que el periódico en cuestión no lo merecía, y porque por otra parte mi nombre debía ser incluso completamente desconocido para la mayoría de sus lectores, por no decir mis obras las cuales no están ciertamente a su alcance. Debo añadir que, incluso si se hubiera dicho de mí algo exacto, no habría estado menos contrariado por eso, pues he estimado siempre que nada de lo que se refiere a mí personalmente concierne al público, y me he negado siempre absolutamente a suministrar a quien quiera que sea incluso las indicaciones biográficas más inofensivas. En estas condiciones, pienso que comprenderá que la naturaleza de este tipo de indiscreción no es de aquellas que me obligue a darle satisfacción de lo que me había pedido...

Hay también, en su misma carta, algo que, para decirlo francamente, me parece más bien inquietante; cuando habla de su libro como "escrito bajo la inspiración de Dios". Hay ciertamente muchos tipos de inspiración, e incluso la que viene directamente de los mundos superiores no es forzosamente divina por ello, pues hay aún aquí multitud de grados intermedios; de hecho, no hay más que los libros sagrados de las diferentes tradiciones que estén verdaderamente inspirados por Dios, y no debe haber ya ningún Profeta hasta el fin del ciclo actual, el cual por lo demás no está quizás muy lejano... Por otro lado, si considera su libro como inspirado, ¿cómo puede ser que haya osado introducir después en él adiciones y modificaciones como lo ha hecho? Hay también aquí algo que confieso no entender.

Dice usted que una introducción no es forzosamente un elogio de la obra que presenta; esto es quizás verdad en cierta medida, pero entonces no veo muy bien qué ventaja puede aportar propiamente a la obra. En cuanto a las otras consideraciones, como la de saber "quién puede hacer honor a mi firma", le aseguro que me son completamente ajenas, pues no tengo nada de escritor profesional... y profano; no he tenido nunca otra pretensión que la de exponer fielmente lo que conozco de las doctrinas tradicionales, sin poner de mí en ello otra cosa más que solamente la forma de expresión, y hubiese querido vivir en una época en la que era aún posible y casi normal publicar libros sin firma. Pero es precisamente esta situación, excepcional de hoy día, la que me obliga a una prudencia muy especial en todo lo que hago, porque no es a mí a lo que esto compromete en realidad, lo cual no tendría en el fondo sino bastante poca importancia.

La actitud hostil de J. Mallinger con respecto a mí se ha manifestado mucho antes de que yo haya tenido ocasión de hablar de sus libros; no hay motivo por otra parte de extrañarse de esto, pues la verdad es que el odio de todos los medios ocultistas contra mí se remonta a hace poco más de 40 años. Le agradezco la explicación concerniente a la presa de Génissiat; no había oído nunca hablar de ella; ya ve hasta qué punto estoy poco al corriente de lo que pasa en Europa...

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El Cairo, 10 de octubre de 1950

Estimado Señor,

Su carta del 21 de septiembre me ha llegado poco tiempo después de haber respondido por fin a la anterior. A propósito de lo que le ha dicho el Sr. Chauvet, es del todo exacto que ha habido siempre y que hay todavía contra mí numerosos ataques de todo tipo; pero, como hace poco más de 40 años que esto dura, usted comprenderá que estoy acostumbrado a ello desde hace mucho tiempo, más aún que pueda estarlo usted mismo, y que, por otra parte, todo esto no puede apenas alcanzarme personalmente. Si desgraciadamente no puedo desinteresarme pura y simplemente de ello, es porque en realidad no soy yo quien está en el punto de mira, lo que importaría bastante poco, sino aquello que me encuentro representando bien que mal; es únicamente por esto que estoy obligado a responder como lo hago, y este tipo de defensa constituye, como otras muchas cosas aún, parte integrante de mi trabajo, el cual no tiene ciertamente nada en común con el trabajo de un "hombre de letras"... Es cierto que algunos de los personajes de los que usted habla pueden parecer bastante insignificantes por ellos mismos, pero no se podría decir lo mismo de aquello que los mina, lo más a menudo sin ellos saberlo; puesto que habla de empresas satánicas, le puedo asegurar que, en ese género, he visto cosas poco usuales. Me asombro siempre de ver cuán poca gente comprende las verdaderas razones que tengo para obrar de tal o cual manera, atribuyéndome fácilmente aquellas que se dan en el mundo profano y que están tan alejadas de mí cuanto es posible bajo todos los puntos de vista. He aquí todo lo que pienso respecto a esto; la serenidad no tiene evidentemente nada que ver en ello...

El prefacio al que el Sr. Chauvet ha hecho alusión no ha sido publicado nunca en realidad, ya que lo retiré a tiempo, tan pronto como obtuve el resultado que esperaba; esto no impide que algunos hablen siempre de ello cada vez que encuentran ocasión, como si pudiesen saber por qué lo había escrito.

A propósito de los sueños, debo decirle que no tengo la costumbre de prestarles la menor atención; sé muy bien qué mezcla de elementos psíquicos más o menos extraños intervienen de ordinario aquí, y como no tengo el gusto ni el tiempo de desembrollar ese caos, prefiero dejarlo por aquello que merece la pena y no ocuparme de ello. Sucede aquí un poco como, en otro orden de ideas, con los enigmas criptográficos; esto puede no carecer completamente de interés, pero cuando no se tiene otra cosa que hacer...

Crea, le ruego, estimado Señor, en mis cordiales deseos.

Traducción: Miguel A. Aguirre

 


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