SYMBOLOS
Revista internacional de 
Arte - Cultura - Gnosis
 

LA TRADICION HERMETICA
Y
RENE GUENON
MIREIA VALLS

2. LA TRADICION HERMETICA EN LA OBRA DE RENE GUENON

2.3. La Iniciación Hermética.
René Guénon repite incansablemente a lo largo y ancho de su obra que la Iniciación, siendo una y única, consiste esencialmente en la transmisión de una influencia espiritual, pero adopta diferentes formas según el momento del devenir cíclico, adecuando lo inmutable a lo contingente. El metafísico francés recuerda que en el período original de la humanidad terrestre la Verdad era íntegramente accesible a todos pero que a consecuencia de la marcha descendente del ciclo, dicha Verdad se hizo oculta y la iniciación devino necesaria para restaurar la conciencia de Unidad o No-dualidad61. En otro momento, Guénon dice:

"A este respecto, llamaremos la atención del lector sobre lo que ya hemos dicho en otro lugar sobre la posibilidad de que seres vivos nazcan por sí mismos y sin necesidad de padres; esta 'generación espontánea' es, en efecto, una posibilidad de principio, y puede muy bien concebirse un mundo en que las cosas fueran así; pero no se trata de una posibilidad de hecho en nuestro mundo, o por lo menos, más exactamente, de nuestro mundo en su estado actual. (...) En las condiciones en que de hecho nos hallamos, no se puede recolectar nada sin haber sembrado previamente, y esto es tan cierto en el terreno espiritual como en el material. Pues bien: el germen que debe depositarse en el ser para posibilitar su desarrollo espiritual ulterior es precisamente la influencia que, en un estado de virtualidad, 'envuelta' exactamente como la 'semilla', le es comunicada por la iniciación"62.

Son innumerables las ocasiones en las que Guénon se refiere y profundiza en las diversas vías iniciáticas existentes en el seno de cada tradición, ya sea que éstas sigan vivas y actuales o que hayan desaparecido por haber agotado su tiempo de manifestación; ellas responden a una necesidad de adaptar el conocimiento de la Verdad una y única a las siempre cambiantes circunstancias de tiempo, lugar y naturaleza de los seres individuales a los que se dirigen, posibilitándoles así el acceso al recorrido sacro y cruciforme que restituye el estado de 'Hombre trascendente' u 'Hombre Universal', y que en última instancia procura lo que viene a denominarse 'Identidad Suprema'. Ésta y no otra es la verdadera razón de la existencia de las diversas vías en el seno de una misma tradición, así como de las vías pertenecientes a distintas tradiciones, aún siendo uno y sólo uno el fin de todas ellas.

Por lo que respecta al ámbito de Occidente, ya hemos expresado de diversas maneras a lo largo de este trabajo que la tradición que es propia y más afín a la mentalidad de los seres individuales de esta civilización es la Hermética, la cual, en un sentido amplio, alto y profundo, representa un 'corpus' iniciático revelado por una deidad intermediaria, que los numerosos pueblos a los que se ha dirigido han designado con nombres aparentemente distintos (Thot, Hermes, Mercurio, Lug, Wotan, etc.) pero que en realidad se refieren a la misma entidad mensajera, hermeneuta, instructora, educadora, sanadora y mediadora, es decir, al 'Arquetipo de la deidad en el plano intermediario', integrador y sintetizador de las funciones vehiculares del mundo del alma en su doble aplicación micro y macrocósmica, las cuales siempre tienden un puente entre la ribera de lo conocido y la orilla ignota y misteriosa, entre el cuerpo y el espíritu, entre la materia sólida y la esencia ígnea, constituyendo en sí la verdadera enseñanza esotérica de Occidente.

Hermes, el dios que para este momento del tiempo cíclico unifica a esas dualidades en su seno, revela lo revelable del Misterio con la Sabiduría y por la Inteligencia divinas, fundamentos de todo lo que es, a través de las Ciencias Cosmológicas y de las Artes Liberales, conformando unos códigos simbólicos multicolores, ricos y variados en su expresión, aunque únicos en lo axial y central. En la gran matriz de la Tradición Hermética, libre, plástica, móvil, moldeable y adaptable por su propia naturaleza, se han gestado diversas vías iniciáticas como si de hijos se tratara, que al alumbrarse han permitido (y siguen haciéndolo las que todavía perduran) a los adeptos que se han incorporado a una u otra, fusionarse y ser uno con lo que vehiculan, esto es, con el Conocimiento. En el seno de la Tradición Hermética han nacido, crecido, madurado (y también envejecido y muerto en algunos casos) distintas vías iniciáticas, algunas de ellas simultáneamente en el tiempo histórico, que deben calificarse de Herméticas pues emanan de la revelación de la deidad intermediaria, como son, por ejemplo, las iniciaciones sacerdotales del antiguo Egipto, las iniciaciones mistéricas greco-romanas, las iniciaciones gnósticas de la Alejandría de los primeros siglos del cristianismo, las Ordenes de caballería del Medioevo, las organizaciones hermético-cristianas del Renacimiento, las iniciaciones de oficio y artesanales como el Compañerazgo o la Masonería, el iluminismo Rosacruz y muchas otras, sin olvidar la posibilidad siempre viva y tan poco conocida y explicada dentro de la Tradición Hermética de la iniciación solitaria, a la que tendremos oportunidad de referirnos un poco más adelante.

Como hemos constatado a lo largo de este estudio, René Guénon no dedica un estudio específico a las diferentes vías iniciáticas herméticas, aunque sí que reconoce la validez y efectividad de la iniciación que éstas procuran:

"Hemos destacado en otra parte que las fases de la iniciación, lo mismo que las de la 'Gran Obra' hermética, que no es en el fondo sino una de sus expresiones simbólicas, reproducen las del proceso cosmogónico; esta analogía, que se fundamenta directamente en la del 'microcosmos' con el 'macrocosmos', permite, mejor que toda otra consideración, aclarar la cuestión de la que se trata al presente"63.

Lo que es indudable es que

"Toda la obra de Guénon está dedicada a los adeptos occidentales; apenas se nombra en ella temas ni autores 'profanos', incluidos filósofos y pensadores de peso en su época, y sí, inversamente, obras y personajes marginales, algunos de los cuales son culturalmente desconocidos. De lo que se infiere que escribía, justamente, para los sujetos a los Misterios Menores, es decir, a los integrantes –conscientes o no– de la corriente de pensamiento llamada Tradición Hermética, o sea, del esoterismo occidental"64.

Espigando aquí y allá en la obra del metafísico francés, recogemos numerosas referencias a las vías que hemos mencionado más arriba, las que, por otro lado, a excepción de la Masonería, el Compañerazgo y la iniciación solitaria, han desaparecido o agotado su tiempo de vida, no sin antes depositar todo su legado espiritual expresado por sus ricas simbólicas, ritos y relatos míticos en el seno de esas dos organizaciones iniciáticas de oficio. En este sentido, en los libros El esoterismo de Dante, Esoterismo Cristiano, El Rey del Mundo y Símbolos Fundamentales de la Ciencia Sagrada, entre otros, Guénon se refiere a la Orden de los Templarios, monjes guerreros y constructores, a los alquimistas, a organizaciones hermético-cristianas como los Fieles de Amor, a los Rosacruces, etc, es decir, a vías iniciáticas de corte fundamentalmente regio que florecieron durante la Edad Antigua, los primeros tiempos del Cristianismo, la Edad Media y el Renacimiento, así como en el tiempo de la Reforma y de la Contrarreforma y que, por razones de índole cíclica, tras llevar a cabo su misión, legaron a la Masonería y el Compañerazgo su herencia espiritual ante la inminencia de su expiración. Guénon afirma inequívocamente el carácter hermético de todas estas vías de Conocimiento como podemos ver a título de ejemplo en estas citas:

"Sea lo que fuere, en la época de Dante, el hermetismo existía de un modo cierto e indudable en la Orden del Temple"65.

Y en otro lugar:

"Esta doctrina esotérica, sea cual fuere la designación particular que quiera otorgársele hasta la aparición del rosacrucianismo propiamente dicho (incluso si se considera darle una denominación), presentaba caracteres que permitían incorporarla a lo que suele denominarse hermetismo. La historia de esta tradición hermética está íntimamente vinculada con el desarrollo de las Ordenes de caballería; y, en la época que analizamos, era cobijada por organizaciones iniciáticas tales como la Fede Santa y los Fieles de Amor, y también esa Massenie du Saint Graal cuyo historiador Henri Martin analiza en estos términos precisamente a propósito de las novelas de caballería que son una de las más importantes manifestaciones del esoterismo de la Edad Media"66.

En los libros de Guénon hay muchas más referencias a estas vías extintas que han perpetuado su influencia al transferir sus códigos simbólicos a la naciente Masonería histórica, cuyos orígenes son míticos y atemporales según atestiguan las propias leyendas de la Orden. Reuniendo lo disperso e investigando en las 'ventanas' que abre la fértil obra de Guénon se puede ir confeccionando poco a poco una visión amplia de la Tradición Hermética con lo cual es posible conocerla en profundidad, identificándose con lo que vehicula y haciéndola más resplandeciente y viva en estos tiempos tan oscuros y atribulados de fin de ciclo. Esto es lo que han realizado algunos verdaderos intelectuales de nuestros días, quienes con su didáctica han aportado luz acerca del papel vertebrador de la Tradición Hermética y las vías de conocimiento que cobija para la civilización Occidental.

Respecto a la Masonería y el Compañerazgo ya hemos destacado su papel trascendental como vías iniciáticas de oficio o artesanales que han cumplido la misión de atesorar, guardar y transmitir un depósito simbólico y doctrinal que es patrimonio de todas las formas iniciáticas de la Tradición Hermética y que, de forma casi milagrosa, han llegado a nuestros días, representando una posibilidad real de iniciación en el Occidente contemporáneo. En este sentido, el valor de ambas organizaciones iniciáticas es inestimable, y no en vano los trabajos de René Guénon acerca de las mismas ocupan dos libros enteros (Estudios sobre la Franc-masonería y el Compañerazgo. Tomos I y II) así como muchas páginas de otros volúmenes (por ejemplo en Apreciaciones sobre la Iniciación, Iniciación y realización espiritual, La Gran Tríada, Símbolos Fundamentales de la Ciencia Sagrada, etc). Aunque reconoce la vinculación a ambas organizaciones como una vía apta para entroncar con una cadena iniciática regular que transmite plenamente una influencia espiritual, puesto que las dos ofrecen los soportes rituales y simbólicos para la recepción de dicha influencia y la realización interior, Guénon se refiere más extensamente a la Masonería, forma iniciática cuyo código simbólico se fundamenta en el oficio y arte de construir. Repetimos con Federico González lo siguiente:

"La Masonería es, según todo esto, el resultado feliz de la relación y síntesis entre distintas formas de acceder al Conocimiento, y la unicidad que esas formas proclaman. Pero está claro que tamaña empresa no ha sido la obra de algunas personas, o el conjunto de acciones individuales encaminadas a lograr esa síntesis, pese al agradecimiento que merecen variadas personalidades en ese sentido. La Masonería es –y seguirá siendo– un depósito de Sabiduría Tradicional que otorga el Conocimiento a aquellos que son capaces de recibirlo, y al que generosamente ha expandido de modo espiritual –la Logia es un condensador de energías– y divulgado culturalmente mediante los escritos y la participación de sus miembros en distintas instituciones, sin hablar de leyes públicas, obras sociales o de beneficencia"67.

Habiendo dejado sentada la posibilidad efectiva de una iniciación hermética grupal en nuestros días, creemos importante referirnos también a la viabilidad de una iniciación solitaria en el seno de la Tradición Hermética, al margen de los medios normales u ordinarios. Tal posibilidad es reconocida por René Guénon, si bien la considera excepcional y nunca la circunscribe exclusivamente al ámbito del hermetismo, sino que le da un alcance muy amplio, extensible y manifestable en el seno de toda verdadera tradición. Pese a su excepcionalidad, se trata de una posibilidad que debemos destacar actualmente, dadas las circunstancias de fin de ciclo en las que nos hallamos inmersos, donde las organizaciones iniciáticas no han podido escapar del proceso de degradación y disminución que afecta a todo el mundo moderno. La iniciación solitaria representa una oportunidad (si bien compleja y difícil de seguir sin perderse en los senderos del mundo de la psiqué) para todos aquellos seres que se reconocen tocados por la varita de Hermes, y que despertando como de un sueño hecho de olvido e ignorancia, se entregan a la búsqueda del tesoro escondido (ya se llame Jerusalén Celeste, Santo Graal, Elixir de Inmortalidad o Conciencia de Eternidad) y a la verdadera realización espiritual. Para tales individualidades, hombres y mujeres de las oprimentes y amorfas sociedades urbanas del mundo moderno, esta forma de iniciación, procurada directamente por la influencia de la deidad en la copa del corazón del 'llamado', es una oportunidad viva para la conquista de la plena Libertad. René Guénon es cauto al respecto, pero nunca niega esta vía:

"Otra cuestión, relacionada también a la vinculación iniciática, ha sido planteada recientemente; digamos, para empezar, con objeto de que se entienda exactamente el alcance de la misma, que se refiere de modo más especial a aquellos casos en que la iniciación es obtenida al margen de los medios ordinarios y normales. Debe quedar bien entendido, antes que nada, que tales casos son siempre excepcionales, y que no se producen sino cuando ciertas circunstancias hacen imposible la transmisión normal, puesto que su razón de ser es especialmente la de suplir en cierto modo esta transmisión. Decimos 'en cierto modo' porque, por una parte, tal cosa no puede suceder más que a individuos que posean cualificaciones que excedan en mucho a las ordinarias, y con unas aspiraciones lo bastante intensas como para atraer, en cierto modo, hacia ellos la influencia espiritual que no pueden buscar por sus propios medios; y también, por otra parte, porque es aún más excepcional, incluso para tales individuos, que los resultados obtenidos como consecuencia de esta iniciación, a falta de la ayuda que proporciona el contacto constante con una organización tradicional, no tengan un carácter más o menos fragmentario e incompleto"68.

Y en otro estudio, Guénon dice:

"Igualmente, uno puede comprender por esto lo que verdaderamente fueron aquellos que, sin pertenecer a ninguna organización conocida (y entendemos por ello una organización revestida de formas exteriormente comprensibles), presidieron en ciertos casos la formación de tales organizaciones o, a continuación, las inspiraron o las dirigieron invisiblemente; tal fue entre otras cosas, durante un cierto período, el rol de los Rosacruces en el mundo occidental, y ese es también el verdadero sentido de lo que la Masonería del siglo XVIII designa con el nombre de 'Superiores Desconocidos'. Todo esto permite entrever ciertas posibilidades de acción de los centros espirituales, e incluso fuera de los medios que pueden considerarse como normales, sobre todo cuando las circunstancias son anormales, es decir, en condiciones tales que ya no permitan el empleo de vías más directas y de una regularidad más aparente. Es así que, sin llegar a hablar de una intervención inmediata del centro supremo, que siempre y en todas partes es posible, un centro espiritual, sea el que sea, puede actuar fuera de su zona de influencia normal, ya sea a favor de individuos especialmente 'cualificados', pero que se encuentran aislados en un medio donde el oscurecimiento ha llegado a un punto tal que casi nada de tradicional subsiste y en donde la iniciación no puede ya ser obtenida, ya sea en vistas a un fin más general, y también más excepcional, como el que consistiría en reanudar una 'cadena' iniciática rota accidentalmente. Ante una acción tal, producida más particularmente en un período o en una civilización donde la espiritualidad está casi completamente perdida y donde, consecuentemente, las cosas de orden iniciático están más ocultas que en ningún otro caso, uno no debería sorprenderse de que sus modalidades sean extremadamente difíciles de definir, tanto más cuanto que las condiciones ordinarias de lugar y a veces hasta de tiempo devienen por así decirlo inexistentes. Así pues, no insistiremos más en ello; pero lo que es esencial de retener es que, si sucede que un individuo aparentemente aislado alcanza una iniciación real, esta iniciación no podrá ser jamás espontánea más que en apariencia, y de hecho, ella implicará siempre la vinculación, por cualquier medio, a un centro existente efectivamente; fuera de tal vinculación, en ningún caso podría tratarse de una cuestión de iniciación"69.

Así, la iniciación al margen de los medios ordinarios no tiene nada de irregular:

"Otro punto muy importante es el siguiente: incluso en semejantes casos, se trata siempre de la vinculación a una 'cadena' iniciática y de la transmisión de una influencia espiritual, cualesquiera que sean los medios y modalidades empleados; éstos pueden, sin duda, diferir enormemente de lo que serían en casos normales, e implicar, por ejemplo, una acción ejercida al margen de las condiciones ordinarias de tiempo y lugar; pero, de todas formas, hay ahí necesariamente un contacto real, lo cual no tiene nada que ver con 'visiones' o ensueños que provienen sólo de la imaginación"70.

Por otra parte, René Guénon no deja de advertir sobre los peligros y desviaciones a los que pueden verse abocados los hombres o mujeres que reciben estas iniciaciones al igual que en su posterior labor de realización espiritual:

"Nunca se insistirá lo bastante en este asunto, y es posible que, a pesar de todo, no sea del todo inocuo mencionar esta posibilidad, ya que son demasiados los que pueden tender a hacerse ilusiones sobre la misma; les bastará con que ocurra en su existencia un acontecimiento de cualquier orden que pueda calificarse como algo extraordinario, –o que aparezca como tal a sus propios ojos– para que lo interpreten como un signo de haber recibido esa iniciación excepcional"71.

Guénon también señala la dificultad para la toma de conciencia plena de lo que tales individuos han recibido:

"Ahora bien: queda claro que el individuo iniciado por tales medios puede no tener una clara conciencia de la verdadera naturaleza de aquello que ha recibido y de aquello a lo que ha sido vinculado; con mayor razón aún, puede ser del todo incapaz de dar una explicación de lo sucedido si carece de una 'instrucción' que le permita tener nociones mínimamente precisas sobre todo ello; puede incluso ocurrir que nunca haya oído hablar de iniciación porque tanto el término como el concepto sean completamente desconocidos en el medio en que vive; pero esto importa poco, en el fondo, y no afecta desde luego en nada a la realidad misma de esa iniciación, si bien todo ello nos permite darnos cuenta de que tal iniciación no deja de presentar ciertas desventajas inevitables por comparación con la iniciación normal"72.

Considerando en todo momento el pensamiento (vehículo de las ideas) del metafísico francés como una guía anclada en el eje vertical del mundo, infalible en esencia pero adaptable en la forma a las circunstancias contingentes e históricas, lo cierto es que pasados unos años desde que éste legara su testimonio escrito, entendemos que las condiciones oscuras y desordenadas del mundo moderno se han visto acrecentadas (por otra parte, tal como él previó que sucedería), por lo que la posibilidad de recibir la iniciación solitaria cobra más vigor y presencia en los momentos presentes, sin que afirmando esto neguemos en lo más mínimo la posibilidad real de una iniciación efectiva en el seno de la Masonería y el Compañerazgo. Por otra parte, la vía del solitario, aunque libre y espontánea, no le exime de una labor constante, paciente y perseverante, diríamos que 'alquímica', pues:

"El Conocimiento procurado por la encarnación de la Cosmogonía requiere de enormes trabajos intelectuales, entre los cuales se incluye, primero que nada, la destrucción de todas las imágenes con las que nos identificábamos, para permitir intelectualmente la posibilidad del Noûs que se revele conformando nuestro ser y sus conductas respecto a lo profano"73.

Dichos trabajos se deben simultanear con la preparación teórica y el constante discernimiento de lo que constituye la plena realización espiritual, lo cual excede en mucho a las labores pertenecientes únicamente al plano o mundo del alma, limitada y prisionera de sí misma y que debe ser encarada como un medio para ser trascendido o como un puente a cruzar hacia el reino ignoto de la metafísica. Numerosos intelectuales han reconocido tal posibilidad –juego de sutiles equilibrios entre la Misericordia y el Rigor, emanados directamente de la Sabiduría e Inteligencia divina– y la proclaman a viva voz a aquél que aún está receptivo y atento a la visión sacra de la existencia y dispuesto, llevado por el furor divino, a la lucha heroica por el conocimiento del Sí Mismo.

"La iniciación hermética es individual y se va produciendo por una serie de revelaciones sucesivas del Noûs en aquél que se identifica con lo que va conociendo, es decir con el Uno y Solo (el Sí Mismo) generador del Intelecto Divino y productor de la Inteligencia. El ascenso por las esferas se va realizando, según el Corpus, a medida que se van dejando los vicios, gobernados por los espíritus más densos, con los cuales tendemos los hombres a identificarnos"74.

Esta es la vía de los herederos de los teúrgos, los guerreros, los poetas, los juglares, los artistas y artesanos, los viajeros errantes del cosmos perecedero al que aspiran traspasar con el influjo de la Sabiduría y la espada de la Inteligencia, para conquistar el paradero de la Inmortalidad y sintetizarlo todo en la Unidad Primordial.

"De hecho el discípulo de Hermes no necesita templos para efectuar sus ritos y oraciones que realiza en su gabinete de trabajo, tal cual se lo puede ver en grabados de textos alquímicos"75.

Este gabinete es un recinto sagrado, el cosmos entero a nivel macrocósmico, el laboratorio interno en el microcosmos, ambos receptáculos de las Ideas surgidas del No-Ser. ¿Quién sino el libre puede reconocer esta llamada?

"Por otra parte resulta evidente que sin el dogma religioso y el aparato eclesiástico de una parte, y de otra, la carencia de grupos específicos 'autorizados', la iniciación se deja a lo individual, es decir, a las personas puestas bajo la advocación de Hermes, o sea a aquellos buscadores del Conocimiento y la Sabiduría, Adeptos a los Misterios de la Ciencia Sagrada emanada del Gran Arquitecto del Universo, recipiendarios de una Influencia Espiritual venida desde los más remotos orígenes (verticales y horizontales) y que como una cadena de oro se prolonga, siempre nueva, incólume, hasta nuestros días, lo cual puede advertirse incluso en su proyección histórica y en los documentos espirituales-intelectuales que la abonan. (...) En este punto anotaremos que el Maestro interno, del que de una u otra manera hablan todas las tradiciones, se revela directamente en la Tradición Hermética, y tan generosa posibilidad le es proporcionada por Dios mismo, capaz no sólo de generar el mundo sino también de crear al hombre pneumático, al Verdadero Anthropos. Se supone que aquél que ha recibido tal regalo (que nos imaginamos es demasiado grande para cualquiera), es para la Tradición Hermética y la Masonería, un gnóstico"76.

No queremos terminar este apartado sin resaltar la enorme importancia de los libros dentro de la Tradición Hermética, como soportes para la transmisión del influjo espiritual que hace posible la iniciación de los solitarios así como su posterior realización espiritual. Esto nos devuelve al simbolismo del corazón (ya insinuado al desarrollar el tema de la Alquimia) y a su vinculación con el 'Centro del Ser y del Mundo', residencia asimismo del estado de conciencia de Eternidad, o del Principio Supremo. Esta 'localización', que ya hemos dicho que se refiere simbólicamente a un 'estado de la conciencia', se dice que se extravió o escondió:

"En todas las tradiciones, se hace alusión a algo que, a partir de una cierta época, se habría perdido u ocultado: como por ejemplo el Soma de los hindúes o el Haoma de los persas, la 'bebida de inmortalidad' que, precisamente, tiene una relación muy directa con el Grial, ya que éste es, se dice, la copa sagrada que contuvo la sangre de Cristo, la cual es también 'bebida de inmortalidad'. En otros lugares el simbolismo es diferente: así, entre los judíos, lo que se ha perdido es la pronunciación del Gran Nombre divino (Nota: Recordaremos también, en este sentido, la palabra perdida de la Masonería, que simboliza igualmente los secretos de la iniciación verdadera; la 'búsqueda de la palabra perdida' no es pues más que otra forma de la búsqueda del Grial. (...) Y las explicaciones que damos aquí permitirán comprender lo que decíamos, de la estrecha conexión que existe entre el simbolismo del Grial y el centro común de todas las organizaciones iniciáticas)"77.

Un poco más adelante continúa:

"La pérdida del Grial, o de algunos equivalentes simbólicos, es en suma la pérdida de la tradición con todo lo que ésta conlleva; además, a decir verdad, está más bien oculta que perdida, o al menos no puede haberse perdido más que para centros secundarios al cesar éstos de estar en relación directa con el centro supremo"78.

Está claro que este recluimiento de la Verdad en la más recóndita y secreta cavidad del corazón del ser humano, o de la caverna de la montaña si utilizamos el simbolismo cósmico, está en total correspondencia con los momentos de fin de ciclo que atravesamos, y precisamente el hombre o mujer que aún es tocado por el caduceo de Hermes, puede despertar y comenzar el recorrido iniciático, encontrando en la simbólica de la búsqueda del Grial muchos elementos análogos a su viaje interior de retorno al punto del que sólo salió ilusoriamente.

La leyenda del Santo Grial (expuesta por Guénon en varios capítulos de Símbolos fundamentales de la Ciencia Sagrada, El Rey del Mundo y Esoterismo cristiano y cuya lectura recomendamos fehacientemente) representa para la Tradición Hermética otro de los relatos míticos que la entronca con su Origen primordial. La búsqueda del Grial permite en el hombre o mujer que se adscribe a ella la restauración del estado primordial y la fusión con el Principio divino. Pero ahora nos interesa detenernos en la etimología de la palabra Graal o Grial, ya que nos aporta unas claves importantísimas sobre la función vehicular de los libros en el seno de la Tradición Hermética; nos referimos a los libros sagrados de esta tradición, es decir, los que componen el Corpus Hermeticum y otras obras de carácter iniciático de autores herméticos de todos los tiempos. Guénon dice:

"Con estas dos cosas, 'estado primordial' y 'tradición primordial', se relaciona el doble sentido que está inherente en la misma palabra Grial, pues por una de estas asimilaciones verbales que a menudo juegan en el simbolismo un papel nada desdeñable, y que además tienen razones mucho más profundas de lo que a primera vista uno se imaginaría, el Grial es a la vez una copa (gras o grasale) y un libro (gradale o graduale)"79; "este último aspecto designa manifiestamente la tradición, mientras que el primero concierne más directamente al estado correspondiente a la posesión efectiva de esa tradición, vale decir, al 'estado edénico', si se trata de la tradición primordial; y quien ha llegado a tal estado está, por eso mismo, reintegrado al Pardés, de suerte que puede decirse que su morada se encuentra en adelante en el 'Centro del Mundo'"80.

Y Guénon añade:

"En ciertas versiones, ambos sentidos se encuentran incluso estrechamente vinculados, pues el libro viene a ser entonces una inscripción trazada por Cristo o por un ángel en la copa misma. No nos proponemos extraer de ello ninguna conclusión, bien que sea fácil establecer relaciones con el 'Libro de Vida' y ciertos elementos del simbolismo apocalíptico"81.

Apuntemos que cuando Guénon habla del 'Libro de Vida' se está refiriendo ni más ni menos que a una idea arquetípica, al Plan del Gran Arquitecto del Universo, a la simultaneidad de todas las posibilidades del Ser, tanto las manifestadas como las absolutamente inmanifestadas, todo ello como expresión del Misterio insondable e incognoscible. El iniciado está llamado en un principio a deletrear este 'libro' que todo lo contiene en fusión pero sin confusión jerárquica, después a leerlo y finalmente a escribir en sus páginas en blanco, cooperando de este modo conscientemente en la realización del Plan del Gran Arquitecto.

El Grial es para Occidente el símbolo del 'Libro de Vida', y por tanto de la Revelación, de donde brota simultáneamente la 'fuente de juventud' cuyas aguas se pueden equiparar al 'licor de inmortalidad' y la 'fuente de la enseñanza' que se relaciona con la conservación de la tradición primordial. Análogamente, los libros gestados y alumbrados en la matriz de la Tradición Hermética participan del simbolismo del Grial, y al ser depositarios de ese mismo Misterio y de su Revelación se convierten en un vehículo idóneo para la iniciación de aquéllos que acogen su mensaje en la copa del corazón, y por la gracia de la influencia espiritual, lo vivifican y se fusionan con las ideas que ellos vehiculan. No es nada fácil que esto suceda actualmente, pues el hombre occidental contemporáneo tiene grandes impedimentos para la apertura de su conciencia a las realidades de orden espiritual (incluso quien sigue su recorrido amparado por una organización iniciática; y ni qué decir tiene de los que recorren esta senda en solitario, cuyas dificultades y peligros de desviación se pueden ver acrecentados), además de una tendencia exacerbada a confundirlas con las del plano de la psiqué y una propensión a simplificar siempre y bajar de nivel lo que no comprende; mas el que es 'llamado' y recibe la influencia del Espíritu debe mantenerse permanentemente dispuesto a nutrirse de los vehículos que lo pueden guiar en esta aventura.

"Como hemos podido observar, la transmisión mediante el libro juega un papel fundamental en la Tradición Hermética, al punto de que Hermes, el escriba de los dioses o el dios escritor, es quien la patrocina. Y si bien han existido, y existen pequeñas organizaciones basadas en el hermetismo, generalmente nucleadas alrededor de escritores y grupos ligados a su forma de ver los Principios de esta tradición, expuesta en los textos antes citados, la Revelación (Realización) Hermética se da en lo individual, en cada uno de los Adeptos en los que se revela el Noûs, por cualquier motivo que fuese. Se trata por lo tanto del influjo espiritual de Hermes, o del pensamiento Hermético, lo que equivale a recibir su legado y afiliarse a él, pues mediante su vehiculación ligamos con aquello que se busca, ya que conocer es ser. Son los libros por ello fundamentalmente los iniciadores en la Tradición Hermética (si no ¿para quién hubieran sido escritos?) y muchos nos narran directamente la revelación de Hermes Trismegisto, o sea, la Revelación Hermética; las enseñanzas no son necesariamente orales, como en las Tradiciones orientales, ni hay ashrams o tarîqas. Ni siquiera hay una religión, ni normas, ni dogmas, ni compromisos especiales, salvo con el Conocimiento. Por lo tanto no hay templos (salvo la excepción del caso de la Masonería) ni imágenes, es a cielo descubierto –e incluso, cuando una Logia no está inscrita en una Obediencia se dice que 'trabaja bajo los auspicios de la Bóveda Celeste'– y con esto, como en otras cosas, hay correspondencias con el taoísmo. Por eso es que esta Tradición suele ser también tan cruda, tan poco amparada, quizás a la intemperie, y en todo caso sin la búsqueda de un 'refugio'; pero al mismo tiempo cuando se observa la calidad de los autores y personalidades que han contribuido a ella, la naturaleza luminosa de sus textos, la profundidad y belleza de sus símbolos, etc., no puede uno dejar de asombrarse y reconocer en ella una vinculación directa con el Origen, con la Tradición Primordial, por intermedio de la Cosmogonía Perenne, el Plano intermediario y las Ciencias de la Naturaleza. (...) Agregaremos que esta posibilidad de incorporarse a la Tradición Hermética es especialmente significativa para la mujer, ya que si es prácticamente imposible para los varones pertenecer a un grupo realmente ligado al Conocimiento, ni que decir de las mujeres, cuyo papel en todas las religiones actualmente es rechazado o tenido en menos"82.

Creemos que lo expuesto hasta ahora no entra para nada en contradicción con lo que dijera Guénon sobre el carácter y función de los libros respecto a la iniciación y la posterior realización espiritual. En el artículo 'A propósito de la vinculación iniciática' que aparece en la compilación póstuma Initiation et réalisation spirituelle, Guénon, después de referirse a la necesidad de la vinculación a una organización iniciática, no como un policía que exige un pasaporte para autorizar el pase de un control fronterizo, sino como quien exhorta a adscribirse a una cadena inmemorial depositaria de saberes y conocimientos que pueden conducir a la reintegración del Sí-mismo, se pregunta:

"Ciertos libros de contenido iniciático, ¿no pueden acaso servir por sí mismos, para individuos particularmente cualificados que los estudien con la disposición requerida, de vehículo para la transmisión de una influencia espiritual, de modo que, en tales casos, bastaría su lectura, sin que fuera necesario ningún contacto directo con una 'cadena' tradicional, para conferir una iniciación del tipo de las que acabamos de describir? Creíamos habernos explicado suficientemente en diversas ocasiones sobre la imposibilidad de una iniciación por medio de los libros; y confesamos que no se nos había ocurrido que la lectura de libros, cualesquiera que fuesen, pudiera llegar a ser considerada como uno de esos medios excepcionales que sustituyen a veces a los medios ordinarios de la iniciación"83.

Compartimos plenamente la idea de que con la simple 'lectura' y 'estudio' de los libros (actividades que se circunscriben al ámbito de lo racional) no puede recibirse una influencia espiritual, sino que se requiere de la participación de otras facultades, diríamos que suprahumanas, pero que por otro lado son inherentes a la naturaleza del ser que busca, llama, y si es el designio celeste, encuentra la puerta hacia la realización interior, esto es espiritual. Los guenoliteralistas pueden utilizar las palabras de Guénon citadas anteriormente como una excusa perfecta para negar el carácter iniciático del libro (igual que otros textos guenonianos sacados de contexto han servido a distintos 'heridos por la letra' para negar la posibilidad de una iniciación femenina de oficio o afirmar la superioridad de lo exotérico por encima de lo esotérico). Pero creemos necesario destacar dos cuestiones bien importantes: por un lado, pensamos que Guénon escribió este artículo en un momento en que en su entorno más próximo se estaban produciendo serias desviaciones tradicionales. Schuon empezó a introducir elementos extraños y sincréticos, así como invenciones individuales en el interior de la tariqqah que dirigía, y esto sería una de las razones por las que el tono de muchos de los escritos de Guénon de este periodo tienen un carácter marcadamente 'rigorista', fundamentalmente con el fin de preservar intacto el depósito ritual y simbólico de las organizaciones iniciáticas que han llegado hasta nuestros días y evitar al máximo las libres interpretaciones de quienes no ven más allá de su psiqué enmarañada. Por otro lado, Guénon dice en ese mismo artículo:

"Así, sea como sea que se considere la cuestión, no puede tratarse, absolutamente en ningún caso, de una iniciación por medio de los libros, sino sólo, bajo ciertas condiciones, de un uso iniciático de éstos, lo cual es, evidentemente, algo completamente distinto"84,

párrafo que acaso invita a releer correctamente lo que Guénon escribió y quiso decir en este artículo. Cuando niega la 'iniciación por los libros' lo hace aludiendo a la iniciación por su simple lectura o estudio, actividades que ya hemos dicho que no trascienden el ámbito racional y puramente individual o humano; en ningún momento niega –aunque no la explicite– la posibilidad de que los libros puedan despertar las facultades suprahumanas que intervienen en la iniciación y que hacen posible la recepción de la influencia espiritual. Sin pretender hacer decir a Guénon lo que no dijo, lo cual sería la más burda de las manipulaciones, sí queremos subrayar algo que él también escribió en otro momento:

"Se comprenderá con facilidad que esto no tiene nada de común con el simple estudio libresco, por más que los libros sean su punto de partida; el hecho de acumular nociones verbales en su memoria no aporta ni la sombra de un conocimiento real; sólo cuenta la penetración del 'espíritu' envuelto bajo las formas exteriores, penetración que supone que el ser lleva en sí mismo las posibilidades correspondientes, ya que todo conocimiento es esencialmente identificación; y sin esta cualificación inherente a la naturaleza misma de este ser, las más altas expresiones del conocimiento iniciático en la medida en que éste es expresable, lo mismo que las Escrituras Sagradas de todas las tradiciones, no serán más que 'letra muerta' y flatus vocis"85.

Por nuestra parte diremos que los libros de los que hablamos están cargados de influencias espirituales, pero éstas permanecen inertes mientras que el que beba en sus páginas no lo haga consciente, las actualice y vivifique. Los libros tienen, pues, una función de soporte, de auxiliar, de contenedor, pero es sólo la gracia celeste la que puede despertar y guiar al hombre que busca vivificando la 'letra muerta', que deviene entonces inscripción reveladora.

 

3. EPILOGO.

"Si a alguien le viene el deseo de vernos sólo por curiosidad, jamás entrará en contacto con nosotros. Pero si su voluntad lo lleva realmente y de hecho a inscribirse en el registro de nuestra cofradía, nosotros, que juzgamos por los pensamientos, le mostraremos la verdad de nuestras promesas; de modo que no daremos el lugar de nuestra residencia, porque los pensamientos, unidos a la voluntad real del lector, son capaces de darnos a conocer a él, y él a nosotros".Segundo manifiesto de los Rosacruces.

Hemos seguido la pista de la Tradición Hermética en la obra de René Guénon desde sus orígenes míticos y atemporales hasta este instante, y la hemos descubierto como la columna vertebral de nuestra cultura occidental, por momentos esquiva y subterránea y por otros directa y luminosa, pero en definitiva la escogida para perdurar hasta la consumación de este ciclo, preámbulo de una Era nueva y regenerada, refulgente como el oro. Los llamados por Hermes pueden tocar a la puerta de su Tradición y recuperar la conciencia perdida de la Eternidad. Ante la revelación, ¿alguien podría albergar todavía la más mínima duda de que Hermes es el guardián del umbral que se cierra y que simultáneamente se abre hacia la total 'Liberación'? Los que aún buscan, los que aún piden, los que aún llaman, invocando a esta deidad intermediaria, síntesis de todas las demás en nuestro tiempo, reconocen con plena certeza su carácter vehicular y unificador, y se entregan sin reservas, 'dejando todo', a la conquista del Sí-Mismo.

"No obstante se podría objetar esto: si el fin de un ciclo debe coincidir necesariamente con el comienzo de otro, ¿cómo podrá el punto más bajo unirse al más alto? Ya hemos respondido en otro lugar a esta cuestión: se deberá operar, en efecto, un enderezamiento, y ello será posible precisamente cuando el punto más bajo habrá sido alcanzado: esto se relaciona propiamente con el secreto de la 'inversión de los polos'. Además, dicho enderezamiento deberá ser preparado, incluso visiblemente, antes del fin del ciclo actual; pero no podrá serlo más que por quien, uniendo en sí las potencias del Cielo y de la Tierra, las de Oriente y las de Occidente, manifestará al exterior, a la vez en el dominio del conocimiento y en el de la acción, el doble poder sacerdotal y real conservado a través de las edades, en la integridad de su principio único, por los detentadores ocultos de la Tradición Primordial. Por otro lado, será vano querer saber desde ahora cuándo y cómo se producirá una tal manifestación, y sin duda ésta será muy diferente de todo lo que uno haya podido imaginar al respecto; los 'misterios del Polo' (el-asrâr-el-qutbâniyah) están bien guardados sin ninguna duda y nada podrá ser conocido exteriormente antes que se cumpla el tiempo fijado"86.

 
NOTAS
61 Ver René Guénon, Símbolos Fundamentales... op. cit., pág. 186.
62 René Guénon, Initiation et réalisation spirituelle. Éditions Traditionnelles. París 1994, págs. 53-57.
63 René Guénon, Aperçus sur l'Initiation. op. cit., pág. 33.
64

Federico González, "La Iniciación Hermética y René Guénon". op. cit., pág. 225.

65 René Guénon, El esoterismo de Dante. op. cit., pág. 32.
66 Ibid., pág. 55-56.
67 Federico González, Hermetismo y Masonería. op. cit., p. 131-132.
68 René Guénon, "A propósito de la vinculación iniciática". Publicado en traducción castellana en SYMBOLOS Nº 6. Guatemala 1993, pág. 165-166.
69 René Guénon, Aperçus sur l'Initiation. op. cit., pág. 69-70.
70 René Guénon, "A propósito de la vinculación iniciática". op. cit., pág. 166-167.
71 Ibid., pág. 166.
72 Ibid., pág. 167.
73 Federico González, "La Iniciación Hermética y René Guénon". op. cit., pág. 225.
74 Federico González, "Los libros herméticos". SYMBOLOS Nº 11-12. Guatemala 1996, pág. 177-178.
75 Ibid., pág. 176.
76 Federico González, Hermetismo y Masonería. op. cit., pág. 39-40.
77 René Guénon, El Rey del Mundo. Luis Cárcamo, editor. Madrid, 1987, pág. 47-48.
78 op. cit., pág. 51.
79 René Guénon, El Rey del Mundo. op. cit., pág. 53.
80 René Guénon, Símbolos Fundamentales... op. cit., pág. 77.
81 Ibid., pág. 16.
82 Federico González, Hermetismo y Masonería. op. cit., pág. 86-88.
83 René Guénon, "A propósito de la vinculación iniciática". op. cit., pág. 167.
84 Ibid., pág. 171.
85 René Guénon, Aperçus sur l'initiation. op. cit., pág. 219.
86 Ibid. pág. 258.
 
 

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