SYMBOLOS
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"EL TAROT DE LOS CABALISTAS"

Permítaseme como introducción a estas notas al libro de Federico González El Tarot de los Cabalistas, una breve referencia personal sobre cómo llegué hasta él.

Por razones que aún no llego a comprender hay seres que desde temprana edad son señalados con el sello del Misterio, algo así como la marca de Caín que los hacía diferentes a los demás.

Estos seres –entre los que no me queda más remedio que incluirme– intuyen que las cosas del mundo y de la vida, no son exactamente como los adultos, ya sean sus padres o sus profesores, les intentan hacer creer, y saben en el fondo de su alma, de un modo difuso e inexpresable que hay un misterio oculto detrás de la fachada que el Mundo presenta a los sentidos.

Acontecen además a estos seres sucesos y circunstancias en sus vidas que son como confirmaciones y señales que a veces, incluso a pesar suyo, al menos al principio, les van marcando su propia trayectoria vital.

Surgen entonces las preguntas clásicas: ¿Quién soy?, ¿de dónde vengo?, ¿a dónde voy?; naturalmente estas preguntas no se presentan así de claras desde el principio, toman otras expresiones, otras formas de plantearse, vagas, abstractas, resultando su formulación confusa. Pero de cualquier modo esto pone en marcha el motor de una búsqueda que se convierte en prioritaria y frente a la cual todo lo demás resulta secundario cuando no francamente molesto, aburrido y un obstáculo. Pero cada cual tiene que vivir su vida y ha de hacerlo además integrando todo lo que le toca, y como le toca.

Ni qué decir tiene que los errores, las marchas atrás, las dudas, y toda suerte de derrotas y caídas están incluidas.

En mi caso la aproximación inicial al intento por desvelar el misterio de la existencia en general y de la mía en particular se expresó a través de las artes marciales, y por medio de ellas entrando en contacto con las filosofías orientales, especialmente las budistas y en particular por su influencia en aquellas artes, con el Budismo Zen.

Durante años fui un practicante convencido e incluso compulsivo. Pero también, es verdad, a medida que pasaban los años veía que las dudas no desaparecían y los interrogantes existenciales que volaban por mi cabeza no obtenían respuestas.

Además había algo que no acababa de ver claro, era una comezón que poco a poco hizo que perdiera el interés por las artes marciales y el zen: me hacía sentir como ajeno a todo aquello; y el pensamiento y el sentimiento de que yo no era oriental, sino occidental y europeo, sin saber muy bien qué podía significar aquello, fue tomando consistencia en mi ánimo.

Empecé a pensar que si había un camino "oriental" para el conocimiento, tenía que haber igualmente, un camino "occidental". Hay que aclarar que por razones políticas, religiosas y de todo tipo sobradamente conocidas y que no viene al caso recordar ni demorarse en ellas, era relativamente accesible cierto tipo de bibliografía, yoga, hinduismo, budismo y temas parecidos, mientras que era muy difícil por no decir imposible acceder a temas relacionados con las tradiciones occidentales.

Finalmente una serie de circunstancias me forzaron a abandonar aquel camino que había seguido durante años.

Pero como es sabido, cuando una puerta se cierra otra se abre. Y así sucedió en esta ocasión, iniciándose una nueva etapa de búsqueda que desembocó en el encuentro con el Tarot.

El Tarot fue la llave de entrada a algo mucho más amplio, más grande; me introdujo, junto con la fascinación que me producían las historias sobre alquimistas y la Alquimia en la Tradición Hermética.

Mi intuición había sido acertada, existía una tradición occidental adecuada al hombre occidental. No era necesario buscar fuera lo que tenía en casa.

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El Tarot, como las demás Artes y Ciencias herméticas está vinculado nada menos que con el dios egipcio Thot, –el Hermes griego, el latino Mercurio–, dios del Conocimiento, de la palabra y de la escritura.

A través de sus imágenes simbólicas habla directamente a lo que de más esencial hay en el ser, más allá de la razón lógica y la especulación intelectual que se alimentan precisamente de palabras y de interminables discursos mentales.

El Tarot, leemos en la introducción del libro que comentamos, fue el medio ideado y utilizado por los alquimistas, magos e iniciados de la Edad Media para conservar el legado de la Tradición Hermética, y nosotros añadimos que también para transmitirla a las generaciones que les sucedieron hasta nuestros días y a las futuras que habrán de venir, pues siempre habrá quien sepa leer en sus láminas, o mejor quien sepa "escuchar" lo que las cartas dicen.

El libro, hay que decirlo, sorprende (eso me sucedió) por su "sencillez"; no asistimos, como ocurre con otros libros sobre el Tarot, a un despliegue de "erudición" con disertaciones interminables sobre sus misteriosos orígenes vinculados a no menos misteriosos jeroglíficos ocultos en inaccesibles cámaras ubicadas en las profundidades de alguna pirámide; tampoco encontramos el fatigoso recuento de los tarots que han existido y de los que se tiene noticia a lo largo de la historia, y tampoco se encuentra referencia alguna a esos tarots modernos "reinventados" por autodenominados "magos" y "ocultistas" que empeñándose en darles un sello "personal" y artístico, invocando arduas investigaciones y místicas visiones no han dudado en deformar sus imágenes llenando las cartas de símbolos de todo tipo e incluso modificando los colores o las propias figuras.

El autor –o los autores, pues en este libro colabora Fernando Trejos–, va directamente a lo esencial, siendo así que el lector que se aplica con atención a su lectura asiste al desarrollo de una profunda enseñanza hermética, pues el libro es en sí mismo un discurso hermético.

Su título completo El Tarot de los Cabalistas, Vehículo mágico, ya indica claramente su intención: servir efectivamente de vehículo que nos trasporte –nos guíe– a través del áspero camino que lleva al Conocimiento, y si dice de sí mismo que es mágico lo es precisamente en virtud de esa posibilidad, que ofrece a quien se dedique a su estudio con la debida disposición interior y concentración.

Pero para dejar claro sobre cómo hemos de entender el uso de la palabra "magia" nada mejor que acudir a lo que el propio Federico González dice en otro de sus libros1:

"Hablaremos de la palabra magia y sus posibles equívocos. La vida entera, que se está manifestando en todos los órdenes en este mismo momento, es asimismo una función permanente de magia, o sea, que la realidad en la que vivimos es mágica. En este mismo sentido nuestra actuación en ella también lo es, de modo natural, y la participación del hombre en este proceso es parte integrante del proceso mismo, la vida y nuestra existencia se están haciendo permanentemente y nosotros podemos participar o influir en ella de acuerdo a determinadas pautas, relacionadas con ciertos ritos especiales… la Tradición Hermética trabaja constantemente con símbolos y también utiliza determinadas 'operaciones' para vivificar esos símbolos trayéndolos así al plano de la acción. Determinados 'métodos', gestos o formas de trabajo, capaces de promover en nosotros y en nuestro entorno determinadas situaciones y energías aptas para ser moldeadas por una voluntad lúcida y rectamente ordenada en la triunidad Verdad-Belleza-Bien".

En esta cita se habla de "operaciones" y "ritos", aclaremos que como el mismo autor dice, "para la Tradición Hermética son ritos los estudios efectuados a partir de modelos herméticos, la concentración que ello implica, la meditación que promueve, las prácticas que efectivizan la visión y lo imaginal, la oración incesante del corazón como invocación permanente, la contemplación que producen la belleza y la armonía de la naturaleza y el cosmos y, los trabajos auxiliares encaminados al logro del conocimiento"2.

En este sentido el Tarot es un modelo cuya estructura análoga a la del universo permite explicar la cosmología, cuyo estudio concierne especialmente al Hermetismo3.

El libro está estructurado en siete capítulos, como siete son las sephiroth de construcción del Arbol de la Vida cabalístico y no es casual que así sea, pues ambos, Tarot y Arbol, se hallan íntimamente relacionados al punto de utilizarse conjuntamente y estudiar el primero siguiendo el desarrollo del segundo en su doble sentido de descenso de lo más sutil a lo más denso y de ascenso, en su recorrido de reabsorción en la Unidad.

El Tarot cumple así aquella función de "vehículo" que señalábamos anteriormente al transitar a través de los distintos planos que conforman la estructura del Universo reflejada esta a su vez como decimos en el Arbol Sefirótico, el cual desde su primera sephirah, Kether, signada con el número uno, símbolo de la Unidad inmanifestada, va conformando en su viaje de descenso los distintos mundos, Atsiluth, Beriyah, Yetsirah hasta llegar a Malkhuth, signada con el número diez, símbolo de la Multiplicidad y simultáneamente símbolo también de la presencia del Uno, constituyendo ella sola el plano de Asiyah, mundo de la materialidad más densa, perceptible por los sentidos físicos.

Si antes dijimos que el Tarot es una síntesis del Hermetismo en el que se hallan presentes todas las ciencias herméticas, otro tanto podemos decir del Arbol Cabalístico, cuyos centros y corrientes de energía están en relación con las letras sagradas, la Astrología, la Alquimia, las láminas del Tarot y las Artes Liberales…

De ahí que pueda decirse que el Tarot y el Arbol se complementan y se enriquecen mutuamente, pues el uno revela lo que el otro vela y viceversa.

En los cuatro primeros capítulos del libro el lector atento asiste al despliegue de un discurso que más que mostrar sugiere la riqueza de lo que tiene entre las manos; Símbolo, Rito, Magia, Música, Iniciación, Mitología, las ya mencionadas Astrología y Alquimia… todo está allí, expresado en un discurso vivo y ágil, que lejos de caer en un esquematismo rígido y académico se articula en la circularidad de una danza sagrada que en esta ocasión se reviste de la palabra escrita, intercalando e interrelacionando los diferentes temas, mostrando así que no existe en realidad tal diferencia y que bajo esos ropajes que crean la ilusión de la diversidad subyace en verdad el Uno, al igual que el centro inmanifestado de la circunferencia permite que esta se despliegue.

El capítulo V está dedicado específicamente a la descripción de los veintidós Arcanos Mayores con sus correspondientes significados y la de los Arcanos Menores, sin embargo en este caso no se trata de los significados "adivinatorios" como suele ser lo normal en otros libros sobre Tarot; se toman aquí los significados por lo más alto, relacionando cada uno de los cuarenta Arcanos Menores según su valor numérico con cada una de las sephiroth y, según el "palo" o "color" –Bastos, Espadas, Copas, Oros– con cada uno de los planos del Árbol.

Finaliza el capítulo con la descripción y el estudio de las denominadas Cartas de la Corte, Reyes, Reinas, Caballeros y Pajes, cartas que como leemos en la breve introducción a este apartado "son el símbolo de la jerarquía cuaternaria presente en el universo, la naturaleza, la organización social y en el interior del hombre mismo."

En el capítulo VI se habla de la función "oracular" del Tarot –función que desde luego nada tiene que ver con "la adivinación del futuro", práctica tan extendida y publicitada en algunos medios de comunicación, tanto escritos como audiovisuales, y que no es sino una lamentable y patética caricatura representada por individuos no menos lamentables y patéticos que cometen la osadía, en su arrogante ignorancia, de manejar un instrumento sagrado rebajándolo al nivel de lo puramente profano y anecdótico–, se dan algunas indicaciones para su aplicación y se muestran también determinadas "tiradas".

El capítulo VII, con el que concluye el libro, consiste en un breve pero valioso diccionario de los símbolos más significativos presentes en las láminas, cuya meditación y conocimiento constituyen una importante ayuda que permite penetrar en el mudo lenguaje de éstas.

Se dice que la Tradición Hermética se transmite, particularmente, a través de los libros, de la palabra escrita.

Sin duda el El Tarot de los Cabalistas, Vehículo mágico, es un libro hermético cuya lectura nos permite ligar con esa alta energía Intelectual a la que denominamos Thot-Hermes-Mercurio. Julio Pauls


NOTAS
1 Introducción a la Ciencia Sagrada, pág. 118. SYMBOLOS 25-26, 2003.
2 El Tarot de los Cabalistas, Vehículo mágico, pág. 17-18. Ed. Kier S.A., Buenos Aires 1993.
3 "El camino que lleva al Conocimiento tiene un doble propósito. Primero, enseñar técnicas y prácticas para superar las limitaciones humanas como el trauma de la muerte y segundo, estudiar el orden cósmico y trabajar dentro de él. Cuando estos dos objetivos coinciden, tenemos una forma de hermetismo." Cita de los "Anales del Colegio Invisible", de Joscelyn Godwin, publicado en la revista SYMBOLOS 11-12. 1996.
   
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