DOCUMENTOS DE LA IGLESIA SECRETA III. Citas de El Simbolismo de la Rueda de Federico González Frías comentadas por La Colegiata. 2015. Tapa dura, 21 x 30 cm. 280 págs. 65 ils. b/n, 2 color. Presentación en la Librería Alibri, Barcelona, 7 de Mayo 2015 1/4 En la oscuridad de la Noche y el Silencio yace tendido el dios Desconocido de donde penden las estrellas que son desde siempre, y de aquellos que han vuelto a su Origen colocados allí por los dioses. Del Silencio, la Oscuridad, y el Vacío, del seno de su No Ser se ‘despierta’ una Posibilidad de la Luz, de Ser, del sonido, del Verbo que irrumpe en el Silencio absoluto, por un soplo que determina su Voz y articula su Palabra creadora contenida en su infinita Sabiduría, cuyas chispas divinas fecundan permanentemente su Inteligencia, por su determinación y Voluntad de Ser: “Hágase la luz”; y la Luz se hizo, desvelando y revelando el Espíritu, su Inteligencia, el Conocimiento de Sí Mismo, a Sí mismo, que por este acto, Pensamiento, Palabra y Obra se hacen Uno, uniendo el sujeto y el objeto de Conocimiento en el acto de Conocer. De esta Triunidad emanan las ideas arquetípicas, los principios universales, de esta Unión indisoluble que conforma la Ontología del Ser, es de donde emana su obra creadora. Ideas que se hacen cognoscibles por su intermedio alumbrando su Luz aquello escondido, oculto en la Sabiduría del Ser, el dios Desconocido. Escala perfecta donde todo está contenido para conocerlo y conocerse, volviendo al Origen por el recuerdo de esa escala descendente por la que vino a ser, y que por esa energía ‘descendente’, lluvia divina y fecundadora se despierta a quién es y va abriéndose en él otro espacio y tiempo, otra modalidad de ser desconocida para él hasta entonces. Y por esa conciencia reúne en sí todo aquello disperso en su ser. Y expresa su obra creativa, sacada del seno de la Nada, del vacío, del Caos y de las aguas primordiales, sobre las que se cierne el Espíritu. Cuatro planos o mundos marcan su límite, en el que todo lo posible está contenido, los seres y las cosas, que lo conforman. Lo hace con Sabiduría e Inteligencia, Amor y Rigor que permanentemente conjuga, con su mano derecha y la izquierda, que no sabe una lo que hace la otra. Pero al unirlas en su corazón, al unir estos dos gestos, al ‘abrir y cerrar’, expandir y contraer, disolver y coagular, subir y bajar por ese eje vertical conjuga sus dos naturalezas: terrestre y celeste, Cielo y Tierra, energías activa y pasiva, masculina y femenina, polaridad que el iniciado armoniza en sí mismo, en su corazón, ejerciendo su verdadera función como colaborador consciente en esta creación inacabada, como intermediario y teúrgo divino a través de un juego simbólico de analogías, relaciones que efectúa entre las cosas y los mundos o estados de la conciencia, comprendiéndolas; también movimientos cíclicos, espaciales y temporales, que concilia y conjuga en su interior para luego volver a expandirlos para que sean, provocando una batalla permanente de estas dos energías polares que ‘vuelan y reptan’, activas y pasivas o receptivas, que al reflejarse en la horizontal, desde el centro del eje, inmóvil, se expresan en forma de cruz hacia las cuatro regiones del espacio que limitan su creación por medio de su soplo permanente avivando el fuego interno y haciendo girar la rueda en espiral, revelándose en los cuatro planos y mundos de su manifestación para nuevamente absolverlas en su centro, fundiéndose todo en la Nada de donde se ha originado. Realidad en la que estamos inmersos y que compartimos con los dioses, que por cierto, a veces “no despiertan de su siesta”, pero que conforman, con nosotros, todo cuanto existe, unión ésta que alegra el corazón saliendo de la dualidad. Y "teniendo la convicción de saber que lo no humano, lo suprahumano es la verdadera puerta de entrada para cualquier existencia” podemos afirmar que: Este proceso es análogo al despertar de la conciencia pues de nada que uno era, del caos, de no existir, aunque pensara que sí existía, se levanta un día del ‘sueño’ abriendo los ojos a la Realidad. ¿A qué se debe? Seguramente ha sido escuchado o escogido por un dios: ¿quién lo sabe?, pero así es, y ante tamaño asombro no hace sino entregarse permanentemente a esa Voz, a ese ‘llamado’ siempre presente que hace que el velo de la ilusión, del sueño y del engaño propios del mundo profano, caiga de sus ojos. Y pueda renacer, reconocerse como hijo de Dios, hecho a su imagen y semejanza, y des-cubrir, o darse cuenta, que es lo mismo, que él es eso, y que nace y muere cada día como el Sol, que se sacrifica cada mañana haciendo sagrada toda su existencia, y entonces encarnando estas ideas, esta Realidad, se convierte en colaborador activo y consciente en la creación junto a los dioses. En nuestro caso esa Voz es la de Federico, quien nos reúne nuevamente hoy aquí en esta presentación del tomo III de Documentos de la Iglesia Secreta. Nuestro guía y maestro espiritual, y de quien todo lo hemos recibido, y aprendido, porqué no decirlo, si es el eje vertical y central en nuestros trabajos y meditaciones pues es por sus enseñanzas transmitidas de viva voz y a través de sus escritos, sus libros, donde su palabra luminosa y fecundadora ha quedado escrita, y que, a través del estudio y compresión de estos textos nos ha abierto la puerta al Conocimiento de la deidad y de nosotros mismos, es decir a la percepción de la sacralidad de la vida, y de nuestra propia identidad sagrada y eterna abriendo las puertas de entrada y salida del cosmos para aquellos que han creído y con fe y perseverancia no cesan de rememorar su Origen celeste y divino, y lo hacen, aceptando también su condición humana sabiendo que es por ésta que nos es posible Conocer a Dios, y a nosotros mismos y a trascenderlo todo, pues en verdad, ¿quién somos? Qué paradoja. Pero volviendo a lo que decíamos más arriba, hoy estamos aquí reunidos por su primer libro, El Simbolismo de la Rueda, imagen simbólica del cosmos del cual, Mª Victoria Espín, fue seleccionando y reuniendo extractos, párrafos y frases escogidas para la página de Facebook llamada Miscelánea Hermética, que él dirigió hasta su muerte, en las que se sintetizan las ideas arquetípicas y universales y que a manera de un ‘pensamiento o meditación’ del día se va tejiendo, con un lenguaje hermético, a su alrededor. Aunque, hay que decirlo, todo el libro es un compendio de sabiduría. Sus enseñanzas, las de Federico, (un sabio, si no el último en estos tiempos terminales), no son otras sino una voz de la Tradición Hermética, la tradición de Hermes:
dice de él el Himno órfico. Tradición que es una rama de la Tradición Unánime y Primordial en Occidente, en este ocaso del fin de un ciclo cósmico. De esa fuente eterna es de donde Federico ha bebido y de allí es de donde provienen sus enseñanzas, las que nos ha transmitido a sus alumnos –y amigos–, iniciándonos en estos saberes. Iniciación ésta en los misterios del Ser y del No Ser que comprenden la vida y la muerte hasta alcanzar un estado de purificación del alma apta, para finalmente, ser absorbido por su Amado, el Espíritu, que sopla donde quiere y cuando quiere, fundiéndose con Él, y entonces es cuando puede decir Yo soy Tú. Como niños puros y sin prejuicios, hemos bebido la ambrosía de los dioses conduciéndonos a la Ciudad Celeste. ¿Pero, qué son estos documentos? ¿Qué es la Iglesia Secreta?
Pues más allá del tiempo no hay pasado ni futuro, no eres ya nadie; has muerto a la muerte, y has re-nacido a otra vida, nueva, en ese instante que es ahora, pues 'ahora es cuando', en tu corazón, pues es allí donde está "la morada simbólica de la Ciudad Celeste, la Ciudad divina", y donde se puede experimentar ese ‘presente eterno’, es decir, “la posibilidad permanente de vivir la realidad en sí misma, sin reflejos duales, como ha sido, es y será siempre”, sin aferrarse a nada pues ya no hay nada a que aferrarse, pues no hay pasado, y no se sabe bien ni quién eres o si eres algo pues a lo mejor, ya hemos desaparecido como individuos y comenzamos a ser “entidades universales, espíritus, y númenes, que por cierto, también conforman el universo y están vivos aquí a nuestro lado o un poco más lejos, en la vereda de enfrente”, (como lo manifiesta un personaje teatral de la obra Lunas Indefinidas, de Federico). Y por esto me atrevo a cantar que
Desde el Caos cuando nada era aún. L. Herrera. |