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Al
preguntar, qué es el budismo, debemos comenzar, como antes, con
el Mito. Este ha devenido ahora la vida, de alrededor de ochenta años,
del Fundador, dentro de cuyo período se ha condensado toda la épica
de la victoria sobre la muerte. Pero si substraemos de la narrativa seudo
histórica todos sus caracteres míticos y milagrosos, el núcleo
residual de los hechos históricamente plausibles será ciertamente
muy pequeño: y todo lo que podemos decir es que aunque pudo haber
vivido un maestro individual que dio a la antigua sabiduría su peculiar
color «budista», su personalidad está completamente
eclipsada, como él mismo debió querer que así fuera,25
por la sustancia eterna (akālika
dharma) con la que se identificó. En otras palabras, «el
Buddha es sólo antropomórfico, no un hombre».26 Es cierto que una mayoría de eruditos modernos, evemeristas por
temperamento y formación, suponen que éste no era el Hombre,
sino un hombre, subsecuentemente deificado; sin embargo, nosotros tomamos
el punto de vista contrario, implícito en los textos, de que el
Buddha es una deidad solar descendida del cielo para salvar a los hombres
y a los Dioses de todo el mal que denota la palabra «mortalidad»,
el punto de vista de que su nacimiento y su despertar son coevales con
el tiempo.27
Antes de proceder a la narrativa, debemos explicar de
que modo se hace la distinción entre los epítetos Bodhisattva
y Buddha. El Bodhisattva es un «ser que despierta», o de «naturaleza
en despertar»; el Buddha está «despierto» o es
«El Despierto». Dogmáticamente, el Bodhisattva es un
ser originalmente mortal, cualificado por la actualización de virtudes
y de conocimientos transcendentales para el «despertar total»
de un Buddha. Gautama Siddhārtha, el «Buddha
histórico» mismo, es así un Bodhisattva hasta el momento
de su «omni-despertar». Además se asume que en cada
eón sucesivo nace un Buddha, y que Gautama Siddhārtha
era el séptimo en una serie tal de encarnaciones proféticas,
y que será seguido por Maitreya, que es ahora un Bodhisattva en
el cielo. Hay otros Bodhisattvas, notablemente Avalokiteśvara,
que son virtualmente Buddhas, pero que han hecho voto de no entrar jamás
efectivamente en su Buddheidad hasta que la última hoja de hierba
haya sido redimida.
El niño es visible en el seno de su madre.28 Cuando llega el tiempo, Mahā Māyā parte a visitar a sus padres a Devahrada; en su camino, se detiene en el Parque de Lumbini, y sintiendo que su tiempo ha llegado, extiende su mano para apoyarse en la rama de un árbol, la cual se inclina de su propio grado. Estando así de pie, da nacimiento sin dolor al niño. El niño nace de su costado. No es explícito, pero puede presumirse que el nacimiento fue «virginal»; en todo caso, es interesante que la historia ya era conocida por San Jerónimo, que la menciona en un estudio de la Virginidad, y en relación con los nacimientos milagrosos de Platón y de Cristo.29 El niño es recibido por las Deidades Guardianes de los Cuatro Cuadrantes. Pone el pie en el suelo, da siete zancadas, y se proclama a sí mismo el «Principal en el Mundo». El universo entero se transfigura y exulta de luz. El mismo día nacen los «siete connaturales», entre quienes están la futura esposa de Bodhisattva, su caballo, y el discípulo Ānanda. Estas cosas no tienen lugar excepcionalmente, sino «normalmente», es decir, tal es el curso de los eventos siempre que nace un Buddha. La dormición de Mahā Māyā tiene lugar una semana después de nacer el niño, y su hermana Prajāpatī, y co-esposa de Śuddhodana, toma su lugar. El niño es llevado de regreso a Kapilavastu, y mostrado al padre; es conocido y adorado por los adivinos Brahmanes, que anuncian que será Emperador o Buddha, a la edad de treinta y cinco años. El niño es presentado en el templo, donde la deidad tutelar de los Śākyas se inclina ante él. Śuddhodama, deseando que su hijo sea un Emperador y no un Buddha, y habiendo sabido que abandonará el mundo sólo después de haber visto a un viejo, a un enfermo, a un cadáver y a un monje, le cría en una lujosa reclusión, ignorante de la existencia misma del sufrimiento y de la muerte. El primer milagro tiene lugar un día cuando el rey, de acuerdo con la costumbre, está tomando parte en la Primera Labranza del año; el niño es dejado a la sombra de un árbol, y la sombra no se mueve aunque las sombras de los demás árboles se mueven naturalmente con el sol; en otras palabras, el sol permanece quieto sobre su cabeza. El niño aprende en la escuela con facilidad sobrenatural. A la edad de dieciséis años, por la victoria en una contienda de tiro con arco, en la que su flecha traspasa siete árboles, obtiene a su prima Yaśodhara como esposa; ella deviene la madre de un niño, Rahula. Entre tanto, en cuatro días sucesivos, mientras
conducía por la ciudad hacia el parque del placer, el Bodhisattva
ha visto los cuatro signos; pues aunque tales visiones han sido desterradas
de la ciudad por edicto real, los Dioses asumen las formas del viejo, del
enfermo, del cadáver y del monje, y así se hace que el Príncipe
conozca la vejez, la enfermedad, la muerte y la serenidad de un hombre
que ha subido por encima de estas vicisitudes de la existencia. El Príncipe
va entonces a su padre y le anuncia su intención de dejar el mundo
y devenir un monje, para descubrir la vía de escape de la sujeción
a esta mortalidad. El padre no puede disuadirle, pero mantiene las puertas
del palacio cerradas. Aquella noche, el Bodhisattva se despide en silencio
de su esposa y de su hijo y llamando a su caballo, parte por la puerta
del palacio, abierta milagrosamente para él por los Dioses; va acompañado
sólo de su auriga (manas).
Cae ahora la noche. En el curso de la noche el Bodhisattva pasa por todas las etapas de la realización hasta la aurora, y habiendo aprehendido perfectamente el ciclo de la «Originación Causal» (pratītya samutpāda) deviene completamente despertado, y es un Buddha. Todo el universo se transfigura y exulta. El Buddha rompe en su famoso canto de victoria: he corrido mi carrera en el vortex de incontables nacimientos, sin escapar nunca al lazo (de la muerte); el mal se repite nacimiento tras nacimiento!. ¡Arquitecto, estás siendo visto! Nunca nuevamente me construirás una casa; Todo tu cordaje está desencordado, la cima del techo está hecha añicos:31 Sus agregados se han esfumado, la mente ha alcanzado la destrucción de la sed. Desde Benarés el Buddha prosigue a Uruvelā, cerca de la moderna Bodhgayā, y, en el camino, encuentra a una partida de treinta hombres jóvenes de excursión, con sus esposas. Uno de ellos no tenía esposa, y había llevado con él a una mujer, que acababa de robarle sus pertenencias y huía corriendo. Todos los jóvenes preguntan al Buddha si ha visto a aquella mujer. El Buddha responde, «¿Qué pensáis vosotros, jóvenes? ¿Qué es mejor para vosotros, seguir el rastro de la mujer, o seguir el rastro del Sí mismo?» (ātmānaṁ gavis).32 Ellos responden que es mejor buscar el Sí mismo, y se convierten. Aquí nos encontramos por primera vez con la doctrina del Buddha de un Sí mismo real. En Uruvelā, llega a la ermita de una comunidad de Brahmanes adoradores del Fuego, y quiere pasar la noche en su templo del fuego. Ellos le advierten que el templo es la guarida de un Dragón feroz que puede hacerle daño. El Buddha no lo piensa, y se retira por la noche, sentándose con las piernas cruzadas y vigilante. El Dragón se enfurece. El Buddha no lo destruirá, pero lo vencerá; asumiendo su propia forma ígnea, y deviniendo un «Dragón humano», lucha fuego con fuego, y por la mañana aparece con el Dragón domado en su cuenco de limosnas.33 Otro día los adoradores del fuego son incapaces de partir su leña, o de encender o extinguir sus fuegos hasta que el Buddha se lo permite. Finalmente, los brahmanes abandonan sus ofrendas quemadas (agnihotra) y devienen discípulos del Buddha. En relación con esto debemos citar el ejemplo de otro brahman adorador del fuego, a quien, en el curso de su diálogo, el Buddha dice, yo enciendo una llama dentro de mí,… mi corazón es el hogar, la llama es el sí mismo domado.34 El tiempo no nos permitirá contar en detalle los
eventos posteriores de la vida del Buddha. Gradualmente congrega a un amplio
séquito de errantes monásticos como él mismo; un poco
contra su voluntad, también se permitió que las mujeres fueran
ordenadas como monjas; y hacia el final de su vida había desarrollado
un cuerpo organizado de monjes y de monjas, muchos de los cuales vivían
en monasterios o conventos, que habían sido donados a la comunidad
por laicos piadosos. La vida del Buddha se pasó al cuidado de la
comunidad monástica, y en la predicación a las asambleas
de los monjes, o a las audiencias de los brahmanes, de cuyas controversias
siempre salía invariablemente victorioso; también lleva a
cabo muchos milagros. Finalmente anuncia su muerte inminente. Cuando Ānanda
protesta, le recuerda que, aunque habrá aquellos que son todavía
adictos a las maneras de pensamiento mundano, y que llorarán y rodarán
presa de angustia, clamando «Demasiado pronto expira el Ojo en el
Mundo», habrá otros, calmos y auto-poseídos, que reflexionarán
que todas las cosas compuestas son impermanentes, y que todo lo que ha
nacido contiene dentro de sí mismo la necesidad inherente de la
disolución: «Honrarán mi memoria verdaderamente, aquellos
que vivan de acuerdo con la Vía que he enseñado». Cuando
un creyente viene a visitarle, antes de morir, el Buddha dice: «¿Qué
bien te hará ver este cuerpo impuro?. El que ve la Ley, me
ve; el que me ve, ve la Ley (dharma)»36.
Al anunciar su deceso inminente, el Buddha deja este mensaje, «Sed
tales que tengáis el Sí mismo (ātman)
como vuestra lámpara, el Sí mismo como único refugio,
la Ley como vuestra lámpara y único refugio».37
Platón, nuevamente, nos recuerda continuamente que hay dos en nosotros, y que, de estas dos almas o sí mismos, únicamente el inmortal es nuestro «Sí mismo real». Esta distinción entre un espíritu inmortal y el alma mortal, que hemos reconocido ya en el brahmanismo, es, de hecho, la doctrina fundamental de la Philosophia Perennis, dondequiera que la encontramos. El espíritu retorna a Dios, que lo dio, cuando el polvo retorna al polvo. Gnōthi seauton (= conócete a ti mismo); Si ignoras te, egredere (= si te ignoras a ti mismo, vete). «Donde yo voy, vosotros no podéis seguirme ahora… Si un hombre quiere seguirme, niéguese a sí mismo».41 No debemos engañarnos a nosotros mismos suponiendo que las palabras denegat seipsum (niéguese a sí mismo) han de tomarse sólo éticamente (lo cual, sería sustituir el fin por los medios); lo que significan, San Bernardo lo comprende bien cuando dice que uno debe deficere a se tota, a semetipsa liquescere, y también el Maestro Eckhart cuando dice que «El Reino de Dios no es para nadie sino para el completamente muerto». «La palabra de Dios se extiende hasta la separación entre el alma y el espíritu»;42 y el Despierto mismo podría haber dicho que «Ningún hombre puede ser mi discípulo, excepto si odia a su propia alma» (kai ou misei…tēn heautou psuchēn).43 «El alma debe entregarse a la muerte» -«No sea que venga el Juicio Final y me encuentre sin aniquilar, y yo sea agarrado y puesto en las manos de mi propia egoismidad».44 |
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NOTAS ![]() |
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25 | Dh. 74 mam'eva kata…iti bālassa saṅkappo, «"Yo lo hice", es una idea infantil», Cf. nota 209. |
26 | Kern, Manual of Indian Buddhism, p. 65. Ver A. II.38, 39 donde el Buddha dice que ha destruido todas las causas por las que él podía devenir un Dios o un hombre, etc., y que es incontaminado por el mundo, Cf. Sn. 558 (abhiññeyam…tasmā buddho'smi = «Por lo tanto Yo soy Buddha»). |
27 | «Saddharma Puṇḍarīka», XV.1, en respuesta al desconcierto de su audiencia, que no podía comprender la afirmación del Buddha de haber sido el maestro de incontables Bodhisattvas en eones anteriores. Justamente de la misma manera, Arjuna resulta desconcertado por el nacimiento eterno de Krishna (BG. IV.4), y los judíos no podían comprender el dicho de Cristo: «Antes de que Abraham fuera, Yo soy», es decir, no podían comprender a aquel «cuyo nacimiento de María Espiritual fue más agradable para él que su nacimiento de María en la carne». Cf. Sim. IX.12.1, «El Hijo de Dios es más antiguo que toda su creación»; Shephard of Hermas en Sim. V.6.5, «El Espíritu Santo» se identifica con Cristo, como prāṇa se iguala con Agni. |
28 | Dom M. Britt, O.S.B. ed. The Hymns of
the Breviary and Missal, N.Y. 1936:
Senseras Regem thalamo manentem «Cuando todavía descansabas en la morada oculta del vientre, Tú (S. Juan) ya percibías a tu Rey reposando en Su cámara». |
29 | Libri adv. Jovinianum, I.42. |
30 | D. II.85, donde el Buddha predica a los Hermanos, Majjhimam thambam Nissaya puratthabbhi mukho nisīdi. |
31 | Esto es un tecnicismo. Ver mi «Simbolismo del Domo» y «Svayamātṛṇṇā: Janua Coeli». Cf. Shams-i-Tabrīz XXXIV.3, «¿O eres Tú quien conviertes en ruina cada cosa que construyo?». |
32 | Vin. I.23 (Mahāvagga I.14). Ver Vis. 393 rājānaṁ gavesitum udāhu attānam? CU. VIII.7.1 ya ātmā…sônveṣtavyaḥ. Visuddi Magga 393 – musitando. El Buddha hace que el Rey Mahā Kappina musite. La Reina Anoga dice «¿Quizás, Señor, has visto al Rey?». El Buddha dice, «¿Qué es mejor, que busques al Rey o que busques al Sí mismo?». (Kim pana vo rājānaṁ gavesitum varam udāhu attānam ti). La Reina responde attānam ti; por consiguiente él dhammam deseti. Cf. también Mahāvagga I.23. |
33 | Vin. I.25 (Mahāvagga). Cf. la historia similar del conflicto de Mogallāna con el Dragón Raṣṭrapāla, Vis. 399 sig. |
34 | S. I.169.Ver también mi «Ātmayajña». |
35 | Ver Keith, Śāṅkhāyana Āraṇyaka»,
1908, p. XI.
Se debe asumir que es en la ignorancia de la literatura brahmánica como Mrs. Rhys Davids encuentra algo nuevo en el Agnihotra Interno del Buddha (Gotama the Man, p. 97). Cf. mi Ātmayajña; y Goodenough E.R. An Introduction to Philo Judaeus, 1940, p. 112, sobre los sacrificios viejos y nuevos. Justamente de la misma manera, I.B. Horner (Early Buddhist Theory of Man Perfected, II, esp. p. 53) puede examinar la historia de la palabra arahat extensamente, sin mencionar que, en RV. X.63.4, se nos dice que los Dioses (que, en su pluralidad, nunca se habían considerado como originalmente inmortales) «alcanzaron su inmortalidad por su mérito (arhaṇā)»!. Y, de la misma manera, el PTS. Pali Dictionary, tiene conocimiento de la palabra arahant «antes del budismo» sólo como un «título honorífico de altos oficiales». La exégesis budista, por los eruditos que no conocen sus Vedas, jamás es completamente fiable. |
36 | S. III.120. |
37 | D. II.101 atta-dīpā
viharatha atta-saraṇā…dhamma-dīpā
dhammasaraṇā. Cf. Sn. 501 ye atta-dīpā
vicaranti loke akiṁcanā
sabbadhi vippamuttā; Dh. 146, 232 andhakārena
onaddhā padīpaṁ
na gavessatha…so karohi dīpam
attano (dīpa = isla).
La admonición «Haced del Sí mismo vuestro refugio»
(kareya saraṇattano, S.
III.143) manda hacer lo que el Buddha mismo ha hecho, que dice de sí
mismo «yo he hecho del Sí mismo mi refugio» (katam
me saraṇam attano, D. II.120);
pues, ciertamente, «como enseña, así hace» (yatha
vādi, tatha kāri,
A. II.23, III.135, Sn. 357); el cual «tathā»
se hace a menudo la base del epíteto «Tathāgata».
Los textos budistas de la «lámpara» corresponden a Śvet. Up. II.15 «Cuando el hombre embridado por medio de su propia Auto-Talidad, como si fuera por la luz de una lámpara (ātma-tatvena…dīpopāmena), percibe la Talidad de Brahma, innacido, inmutable, limpio de toda otra talidad, conociendo entonces a Dios, se libera de todo mal». El Espíritu (ātman) es nuestra luz cuando toda otra luz se ha apagado (BU. IV.3.6). |
38 | Sobre sati (smṛti)
como «vigilar el propio paso de uno», «discreción»,
cf. I. Cor. 10.31, cf. D. I.70, SBB. III.233 etc. Así, un pecado
inadvertente, es peor que un pecado deliberado (Mil. 84, cf. 158).
Pero lo mismo que el smṛti brahmánico (smara tiene también el significado de «amor»), el sati budista significa más que este mero estar atento, el «padasaññam» de J. VI.252. La recordación se practica con miras a la omnisciencia o super-gnosis (abhiññā, pajānanā, prometheia, pronoia). La descripción más completa se da en Vis. 407 sig. En Mil. 77-79, esto es una cuestión ya sea de una super-gnosis intuitiva, espontánea y no ayudada, o ya sea de una super-gnosis ocasionada (kaṭumika = kṛtrima); en este último caso, nosotros meramente recordamos, por medio de signos externos, lo que nosotros ya conocemos potencialmente. Comparando esto con Praś. Up. IV.5, CU. VII.13, VII.26.1 y MU. VI.7 («El Sí mismo conoce todo»), y teniendo en cuenta el epíteto Jātadevas = pali jātissaro, parece que la doctrina india de la Memoria coincide con la doctrina platónica en Menón 81 (mathēsis = anamnēsis). |
39 | Leyes 644, 645. |
40 | Platón – Menón 81, 82; República 431 A, B, 604 B; Leyes 959 B; Fedón 83 B, etc. Ver también mi «Recordación, india y platónica». |
41 | Juan 13.36; Marcos 8.34. Aquellos que le siguen han «abandonado todo», y esto naturalmente incluye a «sí mismos». |
42 | Hebreos 4.12. |
43 | Lucas 14.26, «el que no odia a padre y a madre, y a esposa e hijos, y a hermanos y hermanas», cf. MU. VI.28 «Si a esposa y familia está atado, para un hombre tal, no, jamás en absoluto» y Sn. 60 «Viajo solo, abandonando a esposa e hijo, a madre y padre», Cf. nota 118. |
44 | Maestro Eckhart y William Blake. Cf. Boehme,
«Sex Puncta Theosophica», VII.10 «Así,
nosotros vemos como una vida perece… a saber, cuando sea su propio señor…
Si no se entrega a la muerte, entonces no puede obtener ningún otro
mundo». Cf. Mateo 15.25; «Fedón» 67, 68.
«Ninguna criatura puede obtener un grado de naturaleza más
alto sin cesar de existir» (Santo Tomás de Aquino, «Sum.
Theol., I.63.3). Cf. Schiller, «Solo en el error hay vida y el
conocimiento debe ser muerte»; y lo que se ha dicho arriba sobre
el Nirvāṇa como un estar acabado.
Lo que hay más allá de tales muertes, no puede definirse
en los términos de nuestro tipo de vida.
Dante, Paradiso XIV.25:
para vivir allá arriba, no han visto allí el refugio de la eterna lluvia. |
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