Uno se pregunta: ¿es
posible otro tipo de sociedad? ¿Otro tipo
de gobierno? ¿Otra clase de política y de políticos? (planteaba
el Agustino según su estilo lanzador de preguntas entre retóricas
y estimulantes... Y sin esperar continuó:)
En busca de otro tipo
de sociedad uno se puede volcar al pasado americano para
encontrar líneas de inspiración. Porque la Argentina, no olvidemos,
(recordaba) ha recorrido siete proyectos de país. Y ése es un pasado
que hay que asumir. Y reconocer que la historia es fuente de inspiración
y que conviene hurgar en los proyectos.
Me vienen a la mente y a la vista los dos ejes geopolíticos principales
de la Argentina que son realidades innegables, condicionantes y si se quiere
posibilitantes o impedientes. Los ejes tienen una fuerza especial, condicionan,
diferencian, originan, provocan. Uno es el eje de los ríos, el fluvial,
Mesopotamia, Cuenca del Plata y el otro el de la cordillera o eje Andino. ¿Qué hay
en el eje fluvial que lo torne atrayente para que ciertas historias y realizaciones
sucedan en él? ¿Qué fuerza, qué poder, qué magia
despliega, a qué realizaciones convoca?
Y lo primero que recuerdo son las Misiones Jesuíticas también
denominada República Cristiana. Que (aseveró) yo considero como
la única
utopía realizada en Occidente.
1.
Las Misiones Jesuíticas o la República Cristiana
Antes que nada son pasado e historia argentina. Son uno de sus proyectos
de país.
Una experiencia que acontece en el mismo territorio y escenario que hoy tenemos.
Que duró unos 170 años, que no es poco para un país que
suele repetir que nació en 1810, ignorando o regalando ¿a quién?
los nueve siglos de "los habitantes de la tierra" y los tres siglos
de la "Argentina hispana". El proyecto jesuítico se podría
sintetizar así: el Reino de Dios en la tierra es posible y realizable
con cualquier pueblo aún los considerados primitivos o no civilizados.
Resumo. (El Agustino parecía haber llegado a su tema). Entre 1605 y 1768,
año de su expulsión, los jesuitas habían iniciado y concretado
un experimento social excepcional, singular, utópico, que tales caracterizaciones
ha recibido. Los siguientes datos están tomados de C.A. Floria y C.A.
García Belsunce: Historia de los argentinos, Bs.As. Kapelusz,
1971, pág
171 y ss. De J.A. Ramos: Historia de la Nación Latinoamericana,
Bs.As., A. Peña Lillo, 1968, pag. 88 y ss. Y de E. Palacio: Historia
de la Argentina,
Bs.As. A. Peña Lillo, 1957.
J.A. Ramos señala: "La acción de los jesuitas en las Indias
adquirirá un carácter profundamente diferente de la llevada a cabo
en el Viejo Mundo".
Se empeñan (prosigue el Agustino) en el extraño proyecto de construir
una sociedad nueva que respete las características indígenas, que
potencie sus mejores cualidades, que los tenga como sujetos protagonistas, que
los introduzca en dimensiones universales del saber y de la cultura (no conflictivas
con lo propio) y que inaugure un nuevo estilo de relaciones sociales con predominio
de la solidaridad por sobre el interés individual y egoísta.
2. Un verdadero Proyecto de País.
En la región de las Misiones, treinta pueblos, trece sobre las márgenes
del río Paraná y 17 sobre el río Uruguay, llegaron a tener
una población de casi 100.000 habitantes, cuando Buenos Aires tenía
22.000 habitantes y Córdoba 7500 en 1770. Sarmiento trae la siguiente
versión: "Se contaban, en 1717, en la sola provincia de Guayra, entre
[los ríos] Paraná y Uruguay, 32 reducciones muy numerosas y 171.168
indios, todos bautizados por los Padres de la Compañía de Jesús".
Floria-G.Belsunce la califican como "excepcional experiencia
apostólica
y cultural"... J.A. Ramos: "original experimento social" y
E. Palacio como experiencia en gran escala de un "sistema que resultaría
en América una fórmula nueva y exitosa". Cada pueblo
o ciudad tenía de tres a cinco mil habitantes. Cada familia contaba
además
de vivienda con una porción de tierra de cultivo. Parte de la
producción
era particular, pero en general la propiedad era comunitaria. A su modo
resulta un anticipo de "La Comunidad Organizada" (insinúa
el Agustino). El fruto del trabajo era para toda la comunidad. Además
de casas, los pueblos disponían de cementerio, vivienda de los
padres jesuitas –que eran dos por pueblo–, almacenes para la conservación
de los productos, y talleres, y escuelas. "Los indígenas
vivían así protegidos,
no poseían prácticamente nada a título privado,
pero no les faltaba nada tampoco" (Floria-G.Belsunce).
Interesa hacer presente que este verdadero "proyecto de país" rigió durante
170 años y que produjo magníficas iglesias (alguna de cinco naves
con capacidad para 3000 personas), con esculturas, obras de arte, altares, imágenes.
Asimismo una imprenta construida por los mismos habitantes que comenzó a
publicar en 1700. El sistema de propiedad, de producción y de distribución
permitió que las poblaciones crecieran y prosperaran. Los jesuitas se
comprometieron con la causa de los indígenas y para ello empezaron
por tratarlos como seres humanos.
3. El Campo de Dios y del Hombre
Las tierras –según los historiadores– estaban divididas
en el Campo o la Tierra de Dios cuya explotación se destinaba
a la inversión
en obras de interés común, a la adquisición de instrumentos
y herramientas, construcción de edificios, compra de semillas,
arados, animales de labranza y de carga, y elaboración de vestidos.
Y el Campo del Hombre subvenía a las necesidades del indio y de
su familia. Se cultivaba –según se afirma– oficios, artes
y técnicas:
carpintería,
sastrería, telar, sierra, torno, fragua, herrería, relojería,
artesanías, fundición, músicos, cantores, actores
de teatro. Incidentalmente, el famoso músico barroco Doménico
Zipolli, de quien en Europa no se tenía noticia de su vida ni
luego de su muerte, estuvo en las Misiones y posiblemente murió en
alguna de ellas. Cabe destacar que el saber más moderno y la cultura
más alta tuvieron cabida.
Se construyeron órganos y violines, algunos de los cuales se vendieron
en Roma. Los habitantes reproducían encajes de Bramante, copiaban
misales, fabricaron trompetas como las de Nurenberg y relojes como los
de Ausburgo. Pero
también cañones para defenderse de los permanentes ataques
de los mamelucos.
No se conocía el dinero. Los comerciantes no tenían directo acceso
a las misiones. La enseñanza y actividad cultural era en guaraní.
Se aprendía religión, gramática, música, humanidades
y conocimientos técnicos.
"Esta experiencia elevó –dice Jorge Abelardo Ramos– a 200.000 guaraníes
en la escala de la civilización e impidió el latifundio".
El experimento se truncó pero duró más de un siglo
y medio y demostró la posibilidad fáctica de que en este
eje geopolítico
se pudo ¿y se puede? vivir de otro modo.
4. Puntos de vista
La experiencia fue objeto de análisis por parte de pensadores
y estudiosos. Sarmiento en el primer tomo de su "Conflicto y armonías
de las razas en América" la analiza en el capítulo
primero. Es interesante su juicio por cuanto a pesar de que su enfoque
es el de la modernidad liberal,
–que lógicamente condena que no hubiera dinero y critica el carácter
teocrático y las conductas de dependencia– no deja de dar información
de interés. También Lugones tiene una actitud crítica
en su libro "El Imperio Jesuítico". Según me
han dicho (señaló el
Agustino) referencias sobre este fenómeno social se encuentran
en Rousseau y en Marx. Lo curioso es que los argentinos no nos interesamos
por
nuestra propia
historia.
¡Cómo se enlazan las historias! En la capital de las Misiones,
Yapeyú, nacerá el protagonista del Proyecto Independentista,
el General San Martín. Uno se puede preguntar:¿qué vio,
que vivió allí que lo llevara a la libertad de América?
(¿Qué sabe Vd. –preguntó Esteban– sobre un
grupo de negros que por el 1600, y escapando de su esclavitud, fundaron
en
Brasil una república
independiente con una ciudad gobernada por ellos que llegó a albergar
30.000 ex esclavos, duró un siglo y no fue la única experiencia
de esa naturaleza?).
Alguien nos va a informar sobre esta historia. (anticipó el
Agustino) Para hacer la Unión Sudamericana se requiere
armar una historia común
y recurrir a experiencias que nos unieron o acercaron en el pasado.
Y están
preñadas de futuro. (Y finalizando dijo:)
Porque no basta con no querer esto que existe hoy, Hay que querer
lo otro. Que no es simplemente la negación de esto. (Y así concluyó).
Buenos
Aires, marzo de 2002 - enero 2005.