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DEL CONOCIMIENTO DURANTE EL KALI YUGA: APORTACIONES DE LOS PUEBLOS CALDEO Y CELTA (3ª parte) PABLO RÍO |
Introducción Para el presente número 60 de SYMBOLOS, continuamos con la tercera parte de estas pesquisas acerca de los pueblos caldeo y celta en relación con el conocimiento iniciático. Se trata, al mismo tiempo, de una búsqueda (queste) cuyo objetivo es señalar algunas claves simbólicas que nos permitan vislumbrar cómo se opera la transmisión de este conocimiento iniciático, que siendo en esencia único en todo tiempo y lugar, sin embargo, se va adaptando a las peculiaridades de cada ciclo (o subciclo) de la Manifestación Universal. Y de ahí la idea fundamental de la Cadena Áurea que asume la transmisión de dicho conocimiento de orden espiritual-intelectual, que siempre debe ser encarnado y no basta con su simple comunicación teórica. Sabido es que el hinduismo denominó Kali Yuga o Edad Sombría a esta última etapa del ciclo, equiparable simbólicamente a la Edad de Hierro que narra Hesíodo. Continuamos nuestro recorrido por este periodo crepuscular dando un salto en el tiempo hacia la Europa medioeval, donde reconocemos el legado celta como una simbólica que facilitó una adaptación de la tradición primordial a las nuevas condiciones de tiempo y espacio. Y entre otras cuestiones, además del estudio de la simbólica asociada a la herencia celta, nos detendremos un poco en las leyendas del ciclo del Grial –en las que también hay una influencia directa de esa tradición–, las cuales, después de siglos de transmisión oral, toman forma en distintas lenguas vernáculas y fijan aquello que luego fue transmitido en el seno de una Europa Cristiana durante el medioevo.
Seguiremos pues estas últimas consideraciones buscando la síntesis, la esencia del conocimiento iniciático, que no es sino la vivencia real y efectiva de la cosmogonía perenne y un amor por el Conocimiento que lleva a identificarse con él.
Acerca de la literatura heroica: el Grial y lo esotérico
Abordamos la literatura del Grial intentando primero desembarazarnos de un prejuicio que condiciona su comprensión –pues la purificación forma parte del proceso alquímico–, que consiste en no ver en la leyenda más que una simple producción fantástica y poética, ignorando el valor simbólico superior que trasciende a la creación arbitraria; un elemento simbólico que, a su modo, es objetivo, pero que sobre todo tiene un carácter supraindividual y suprahumano. Este elemento simbólico esencial que se manifiesta en medio de todas esas sagas, leyendas, mitos, cantos de gesta y epopeyas, no siempre es evidente, e incluso ha sucedido que a veces sus redactores lo han depositado de una forma inconsciente en todos esos relatos. Así como un símbolo puede quedar disimulado en una ornamentación más o menos compleja, de igual modo ese aspecto esencial del Grial quedó disimulado entre toda esa literatura de tipo caballeresco. Según René Guénon, pudiera ser que sus escritores no fueran del todo conscientes de este hecho, pero es evidente que tuvieron una influencia más o menos directa de alguna organización esotérica regular. Asimismo, el hecho de que la leyenda del Grial se presente como una forma propiamente cristianizada, no significa en absoluto que el resto de los elementos no cristianos constituyan ‘accidentes’ o ‘adiciones’ folclóricas. Más bien al contrario: lo simbólico se introduce en lo popular para sobrevivir justo en el momento en que una forma tradicional está en peligro de desaparición, como era el caso de la tradición celta en ese momento; por eso se incorporaron muchos de sus elementos en la cristiana. Acerca de las fuentes del Grial: de la literatura del ciclo artúrico y la tradición Desde un punto de vista histórico el afloramiento de los textos en torno al Grial puede ser visto como la emergencia de una corriente subterránea (oral por siglos) que en cierto momento solidifica en la llamada “literatura” o ciclo artúrico, para volver luego a la invisibilidad en un período breve de tiempo. Todos los textos fundamentales parecen moverse entre el último cuarto del siglo XII y el primer cuarto del XIII d. C.
Antes de hacer una somera descripción de las fuentes bibliográficas sobre el tema, quisiéramos comentar un relato cuya procedencia galesa nos permite ver el sello del conocimiento celta. Se trata de la historia de Culhwch y Olwen,4 pues conserva las más viejas tradiciones artúricas: el héroe Culhwch quiere casarse con Olwen, la hija de un gigante, y debe demostrar su valía consiguiendo ciertos objetos mágicos y superando varias pruebas. Para ello pide la ayuda del rey Arturo y sus caballeros. Aquí la literatura galesa nos muestra la versión más antigua que podemos encontrar sobre este rey y su corte.5 En estos relatos se divisa una figura de Arturo que pertenece al mundo celta: un héroe, un jefe de un grupo de guerreros con poderes sobrehumanos. Vemos un Arturo que es un cazador, un guerrero y un ladrón de tesoros que habita un mundo de magia, donde lo sobrenatural es la norma.6 Igualmente se destaca el papel de Arturo como rey de reyes, o rey supremo, capaz de otorgar los más amplios honores y de contar entre sus guerreros a todo tipo de personajes.7 En esta narración, que es anterior a los textos romances franceses, aparece una corte en torno al rey Arturo que contiene muchos de los personajes que luego también estarán en la obra de Chrétien de Troyes Ginebra y el sobrino de Arturo, Gawain, entre otros.
En este relato, Arturo aún guarda un papel heroico: su figura se mantiene como rey legendario de toda Bretaña y su carácter unificador se vislumbra capaz de combatir a las invasiones sajonas y normandas que sufriera la población. Aquí Arturo es todavía “el Rey que Vendrá”.
Continuamos con el relato de Culhwch y Olwen. En él hay un extracto que refiere un episodio acerca de la caza del jabalí Twrch Trwyth, que era un relato independiente pero al parecer muy conocido dentro de la tradición galesa medieval y que acabó relacionado con el ciclo de Arturo. Esta tradición es también muy antigua, y puede trazarse en su forma oral desde antes del siglo IX. El autor anónimo de Culhwch y Olwen utilizó este episodio, que debía ser bien conocido por su audiencia, para convertirlo en el punto central de toda su composición. ¿No será un indicio más de la incorporación de los datos tradicionales mediante la adaptación a las nuevas condiciones de tiempo y espacio? La simbólica del ciclo artúrico hace perdurar esos datos que vienen de la antiquísima tradición hiperbórea.11 Después del largo periodo de transmisión oral, las leyendas artúricas toman la forma de crónicas eclesiásticas escritas en latín en la isla de Gran Bretaña (s. IX y XII d. C.). También cabe destacar como relevante a Godofredo de Monmouth, quien dejará escrita una historia del rey Arturo que servirá de base a otras muchas del ciclo. Robert de Boron y Chrétien de Troyes son los autores que han dejado la literatura más conocida en torno al Grial. El primero comprende tres obras: José de Arimatea, Merlín y el Perlesvaus; el segundo nos presenta el Conte du Graal, que posteriormente tuvo una primera continuación por parte de Gautier de Doulens y otra posterior, obra de Manessier. También se documenta una interpolación por parte de Gerbert de Montreuil. Cabría que figurase también en esta serie: Grand Saint Graal, el Perceval le Gallois en prosa, la Queste del Saint Graal (penúltima parte del Lanzarote en prosa), el Parzifal de Wolfram von Eschenbach, el Titurel (Albrecht von Scharffenberg), La Morte Darthur (Malory) y el Diu Crône (Heinrich von dem Turlin). Finalmente, hacer mención del poeta alemán Wolfram von Eschenbach (c.1170, + c.1220), creador del mito de Parsifal que tanto éxito tendría en el mundo cultural germano. El Grial, su significado iniciático En la segunda parte de este estudio12 mencionábamos que, según la mitología irlandesa, los Tuatha de Danann, a su llegada a Irlanda, trajeron consigo cuatro poderosos talismanes u objetos de poder. Veamos ahora un poco su simbolismo y relaciones con las leyendas del Grial. En primer lugar, encontramos la piedra de Fâl: esta gritaba cuando quien debía ser reconocido como rey la tocaba. Esto es, la piedra confirma la voluntad del Cielo, pues el “betilo” o aerolito está asociado a la morada celeste o divina, además de proveer como un soporte de ciertos influjos espirituales:
Un origen celeste que, al mismo tiempo, se vincula con el corazón; pues en todas las tradiciones éste es la sede o centro del ser integral y el que recibe las influencias espirituales y las guarda. Los betilos no deben confundirse con las “piedras del rayo”, que simbolizan el rayo y, por ende, se asocian con la luz. Su origen es hiperbóreo:
Entre los talismanes que portaron los Tuatha también se halla presente el simbolismo de la lanza16 y la espada, siempre vinculado y complementándose con el de la copa o vaso; en la leyenda cristiana se dice que “después de morir, a Jesús le clavan una pica en su costado del cual manan sangre y agua que José de Arimatea recoge en una copa a la que se vincula con el Graal”.17 Entre los celtas, Dagda era asimilado al dios Júpiter que, como padre tribal, se relacionaba con la abundancia y la regeneración. Los atributos de Dagda eran una porra (cuyos extremos tenían el poder de matar, por un lado, y de regenerar y dar la vida por el otro; es decir poseía un doble filo o puntas opuestas) y un caldero, símbolos éstos que serían análogos a los de la lanza y la copa respectivamente. La lanza es una figura del “eje del mundo” y, al mismo tiempo, un símbolo del rayo celeste que al hendirse en la copa o corazón lo fecunda, depositando en él su influjo espiritual.
En cuanto a las armas de doble filo, como es el caso de la espada (otro de los objetos mágicos de los Tuatha), hay que ver claramente en ellas su relación con el simbolismo de la dualidad cósmica; es decir, una expresión de la polarización del Ser Universal en “esencia” y “substancia” al nivel que fuere, lo que las hace análogas, por tanto, al simbolismo del caduceo hermético. René Guénon nos ayuda a precisar un poco más la cuestión:
Si ahora nos dirigimos al simbolismo de la copa, observamos que el propio relato del Grial le confiere un origen celeste:
Como veremos un poco más adelante, esta copa entregada al primer hombre, es la que finalmente contendrá el vino del sacrificio. En la narración cristiana, se trata de la copa que usara el Maestro y sus doce discípulos durante la Última Cena. Pero también es la misma copa en la que José de Arimatea, después de que el centurión romano Longinos le infringiera una herida en el costado al Redentor con una lanza, recoge la sangre y el agua que manaban de la herida.
Pero como decíamos, el simbolismo del Grial se remonta al origen de los tiempos. Siguiendo con la lectura de René Guénon:
Y abundando en esta idea,
El Grial como el corazón de la tradición
En un artículo para la revista Regnabit (agosto-septiembre 1925), Charboneau-Lassay, a propósito de la adaptación cristiana de la tradición celta, denomina a la misma como “la prehistoria del corazón eucarístico de Jesús”. El corazón, además de irrigar la sangre por todo el organismo es, también, símbolo de la idea de centro; ¿dónde puede residir el sentido de eternidad si no es en el centro del ser integral? Hemos visto que el Grial, como vaso, es portador del elixir de inmortalidad. Pero puede advertirse un doble simbolismo en torno al término, pues éste es, a su vez, una vasija (grasale) y un libro (gradale o graduale). En la tradición hebrea, la palabra perdida y el libro de la vida juegan un papel análogo: el hombre siempre debe hacer memoria con el soporte del libro (la tradición) y encontrar la palabra perdida, el nombre divino impronunciable, en su corazón. Seguimos trazando relaciones, ahora, con la lanza, la copa y la sangre:
Así, pues, en estos tres símbolos, subyace la idea de “sacrificio por la sangre” o sea la idea de entrega, muerte y regeneración perpetua del cosmos gracias a la sangre derramada, simbolismo que está presente, no sólo en la tradición que estamos estudiando, sino en muchas otras de geografías bien alejadas en el tiempo y el espacio.
Las virtudes del Grial Quisiéramos pasar a considerar ahora las tres formas en las que el Grial se aparece en los textos ya mencionados. Unas veces se presenta como algo inmaterial, indefinido o enigmático; otras como piedra (piedra celeste y/o piedra de luz) y finalmente, como una copa o vasija de la que se ha dicho fue tallada de una piedra preciosa o de una perla desprendida de la frente de Luzbel o Lucifer. En cualquier caso:
Con ánimo de síntesis queremos mencionar cuatro virtudes que se atribuyen al Grial y que son de destacar por su simbolismo, pues coinciden con mucho de lo dicho hasta ahora al respecto: en primer lugar, su acción iluminadora, después la fuerza fecundante y destructora del trueno y el rayo (doble aspecto sonoro y visual); en tercer lugar, la virtud de la regeneración y, finalmente, la que infunde la fuerza para la victoria y el dominio. Veamos algunos ejemplos en el corpus artúrico. Un ejemplo de la acción iluminadora es la aparición del Grial como una gran luz a José de Arimatea cuando estaba en prisión, según la narración de Robert de Boron. Asimismo, en el “rey pescador” el portador del Grial ilumina con él su nocturno camino.
Respecto del Grial equiparado al trueno y rayo tenemos que:
Pero, además de proporcionar un alimento, un único don de “vida”, también proporciona un arrebato extático:
El Grial tiene poder regenerador y de curación, pero por otro lado también es destructor de todo aquello que se manifiesta como impuro. Tanto en el Perceval como en la Morte Darthur, los caballeros, heridos de muerte y abandonados a su fin, obtienen del Grial una cura instantánea y completa. Esto nos acerca a las lindes de la ciencia alquímica, al mismo tiempo que se encuentran claras relaciones con el simbolismo del Ave Fénix:
Del mismo modo que hay en él una cualidad regeneradora, también posee una virtud temible y destructora; el Grial puede cegar y fulminar. Respecto de aquellos que se sientan en torno al Grial, hay un peligro inherente que manifiesta en el llamado “asiento peligroso” de la Mesa Redonda:
Y cuando hace gala de su propiedad oracular, designa al que es digno o indigno de pertenecer a su círculo. Quizás el episodio más conocido es el denominado “prueba de la espada”, que se narra tanto en la Queste du Graal como en la Morte Darthur, en el que el pretendiente debe desclavar una espada hendida en la piedra, demostrando con ello ser el mejor de los caballeros. Aquí también el Grial, una vez superada la prueba, aparece mágicamente resplandeciente en su aspecto de luz. Y finalmente, respecto de la fuerza y la victoria que impulsa al caballero o héroe, en Wolfram se dice de aquél que supera la prueba del Grial:
El rey pescador: el simbolismo del pez, la tradición primordial y la sede del Grial En la leyenda del Grand Saint Graal hay un caballero, Alano, al que se nombra como li riche pescheour, título que se transmite durante toda la dinastía del Grial. Este caballero cumple la función de proveer de alimento a todos aquellos que no se han alimentado directamente del propio Grial. El pez surge como un complemento del Grial y su simbolismo tiene conexiones tanto con el cristianismo como con los celtas, e incluso los caldeos.35 Para los celtas el salmon of wisdom es el “pez de la sabiduría” que quema las manos, pero que introducido en la boca confiere todo conocimiento, desempeñando un papel importante en relación con la transmisión de la tradición primordial en Irlanda:
Hay la sospecha, bien fundada creemos, de que muchos elementos del simbolismo del pez sean de origen hiperbóreo:
Cuando ya no haya iniciados que cumplan con la función de “pescadores de hombres”, el ciclo llegará a su fin. Pero mientras existan mujeres y hombres con el propósito de seguir uniendo la Cadena Áurea, la luz perdurará hasta la llegada del fin anunciado. En el ínterin, seguiremos trabajando por expandir la luz del conocimiento allá donde las almas lectoras quieran recibirla y a nosotros nos sea dado conocerla. |
NOTAS. | |
1 | René Guénon, Esoterismo cristiano. Dante, el Grial, los Templarios. Paidós Orientalia, Barcelona, 2001, pág. 110. |
2 | René Guénon. Publicado en el monográfico de la revista Cielo y Tierra, titulado “El Graal y la búsqueda iniciática”. Barcelona. Primavera-verano de 1985. |
3 | Julius Evola, El misterio del Grial. José J. De Olañeta Editor, Palma de Mallorca, 2001, págs. 63 y 64. |
4 | El relato Culhwch y Olwen, redactado en torno al siglo XII d. C. forma parte del Mabinogion; se trata de una colección de cuentos medievales galeses conocidos a través de dos importantes manuscritos: Llyfr Gwyn Rhydderch (Libro blanco de Rhydderch, recopilado entre el 1300 y el 1325) y el Llyfr Coch Hergest (Libro rojo de Hergest, entre el 1375 y el 1425). Se considera una de las obras maestras de la prosa medieval europea; se basa en relatos cantados desde tiempos inmemoriales sobre temas mitológicos, acontecimientos de los siglos V y VI d. C. (la edad heroica galesa), y cuentos populares. [Fuente: Wikipedia (catalán)]. |
5 | [Fulton, 2009: 84] FULTON, H.: (2009): Arthur and Merlin in early Welsh literature: fantasy and magic naturalism, en FULTON, H. (ed): A companion to Arthurian literature. Oxford: Blackwell Publishing. |
6 | Thomas Green. Concepts of Arthur Gloucestershire. Tempus Imprint. Stroud, Gloucestershire [England], 2007. |
7 | L. Cordo, Culhwch y Olwen como texto de transición de la materia artúrica, Medievalista online, nº 22, 2017. |
8 | Cf. S. Singer. Die Arthursage, Bern-Leipzig, 1926, pág.17. |
9 | Cf. René Guénon. El Rey del Mundo, cap X. Paidós Orientalia, Barcelona, 2003. |
10 | Julius Evola, El misterio del Grial, págs. 36-37, op. cit. |
11 | Ver acápite Druidas y Caballeros, autoridad espiritual y poder temporal. El Jabalí y la Osa, en SYMBOLOS 59: https://symbolos.com/n59invierno2020/12.caldeos-celtas/0.caldeos-celtas.htm. Ver también en este nº 60 el artículo de Mireia Valls, donde aborda el tema de la caza del jabalí de Calidón. |
12 | SYMBOLOS 59: https://symbolos.com/n59invierno2020/12.caldeos-celtas/0.caldeos-celtas.htm |
13 | Federico González Frías, Diccionario de Símbolos y Temas Misteriosos, entrada “Piedra”. Ed. Libros del Innombrable, Zaragoza, 2013. |
14 | René Guénon, Símbolos fundamentales de la Ciencia Sagrada. Paidós Orientalia, Barcelona, 1995, pág. 137. |
15 | Ibíd. Págs. 138 y 139. |
16 | Esta lanza flamígera perdía su llama si vertía sangre humana. Asimismo: “La espada flamígera es un símbolo masónico donde la asociación con el fuego se hace evidente y representa también los rayos ondulantes con que se suele figurar a los rayos solares expresando de este modo su calor, mientras que los rectilíneos lo hacen con la luz. En ella están implícitas la guerra y la sangre. Arma con que se suele simbolizar a la justicia como en la carta número VIII del Tarot, así llamada”. Entrada “Espada”, en Federico González Frías, Diccionario de Símbolos y Temas Misteriosos, op. cit. |
17 | Federico González Frías, Diccionario de Símbolos y Temas Misteriosos, entrada “Lanza”, ibíd. |
18 | René Guénon, Símbolos Fundamentales de la Ciencia Sagrada, pág. 141, op. cit. |
19 | Ibíd. Pág.142. |
20 | Federico González, Diccionario de Símbolos y Temas Misteriosos, entrada “Espada”, ibíd. |
21 | René Guénon, El Rey del Mundo, pág. 45 y ss., op. cit. |
22 | Ibíd. |
23 | En las versiones griegas, Seth y Eva viajan a las puertas del Jardín para pedir un poco de aceite del Árbol de la Misericordia (es decir, el Árbol de la Vida). En el camino, Seth es atacado y mordido por una bestia salvaje, que se marcha cuando se lo ordena Seth. Miguel se niega a darles el aceite en ese momento, pero promete dárselo al final de los tiempos, cuando toda carne sea levantada, las delicias del paraíso se darán al pueblo santo y Dios estará en medio de ellos. A su regreso, Adán le dice a Eva: “¿Qué has hecho? Has traído sobre nosotros una gran ira que es muerte”. (capítulos 5-14) Más tarde, solo Seth puede presenciar la toma de Adán en su funeral en un carro divino, que lo deposita en el Jardín del Edén. Rashi (Rabino Shlomo Yitzhaqi) se refiere a Seth como el antepasado de Noé y, por lo tanto, el padre de toda la humanidad. Todos los demás humanos perecieron en el Gran Diluvio. El Zohar se refiere a Seth como el “ancestro de todas las generaciones de tzadikim (justos)”. [Fuente: Wikipedia]. |
24 | René Guénon, El Rey del Mundo, pág. 45 y ss., ibíd. |
25 | Cita de Charbonneau-Lassay a propósito del vaso como emblema del corazón en el Antiguo Egipto. Tomada en René Guénon, Símbolos Fundamentales de la Ciencia Sagrada, ibíd. |
26 | Ver acápite “Adonis” en el artículo Los dioses de los fenicios, por Marc García en SYMBOLOS 59: https://symbolos.com/n59invierno2020/6.dioses-fenicios/0.dioses-fenicios.htm |
27 | René Guénon, Símbolos fundamentales de la Ciencia Sagrada, pág. 24, ibíd. |
28 | Julius Evola, El misterio del Grial, pág. 72, ibíd. |
29 | Grand Saint Graal. Tomado de Julius Evola, El misterio del Grial, pág. 72, ibíd. |
30 | Morte Darthur, XIII, 6. Tomado de Julius Evola, pág. 73, ibíd. |
31 | Perceval le Gallois. En Julius Evola, pág. 73, ibíd. |
32 | Wolfram von Eschenbach, vol. III, pág. 62, ibíd. |
33 | Julius Evola, pág. 77, ibíd. |
34 | Wolfram von Eschenbach, vol II, pág. 253, íbid. |
35 | Ver 1ª parte en SYMBOLOS 58: https://symbolos.com/n58verano2020/mesopotamia/14.claves-transmision/0.claves-transmision.htm |
36 | Apud de Jubainville. Cycle myth. Irlandais. En Julius Evola, pág. 116, ibíd. |
37 | René Guénon, Quelques aspects du symbolisme du poisson. Études Traditionnelles, febrero 1936, pág. 66 ss. |
38 | Julius Evola, pág 118, ibíd. |
BIBLIOGRAFÍA. | |
Federico González y col., Introducción a la Ciencia Sagrada. Programa Agartha. Revista SYMBOLOS nº 25-26, Barcelona, 2003. Federico González Frías, Diccionario de Símbolos y Temas Misteriosos. Ed. Libros del Innombrable, Zaragoza, 2013. René Guénon, Símbolos fundamentales de la Ciencia Sagrada. Paidós Orientalia, Barcelona, 1995. René Guénon, El Rey del Mundo. Paidós Orientalia, Barcelona, 2003. René Guénon, Autoridad Espiritual y poder temporal. Paidós Orientalia, Barcelona, 2001. René Guénon, El reino de la cantidad y los signos de los tiempos. Paidós Orientalia, Barcelona, 1997. René Guénon, Esoterismo cristiano. Dante, el Grial, los Templarios. Ediciones Obelisco, Buenos Aires, 1993. Julius Evola, El misterio del Grial. José J. De Olañeta Editor, Palma de Mallorca, 2001. H. Fulton, Arthur and Merlin in early Welsh literature: fantasy and magic naturalism, and a companion to Arthurian literature. Blackwell Publishing, Oxford, 2009. |
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