Revista internacional de Arte - Cultura - Gnosis |
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LA TRADICIÓN EXTREMO ORIENTAL ALBERTO PITARCH |
![]() Pu Zu, 1918-2001. Birds and Plum. |
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Ni religión, ni filosofía. La metafísica extremo oriental
Antes de abordar la metafísica extremo oriental nos gustaría esclarecer algunos conceptos que creemos son indispensables para la comprensión cabal del tema. En efecto, términos como civilización, tradición, metafísica, religión o filosofía son confundidos con frecuencia por las sociedades occidentales. A continuación, algunas notas aclaratorias antes de presentar el tema del artículo. En primer lugar, si quisiéramos acercarnos a lo que significa “civilización”, deberíamos entenderla como la expresión de una cierta mentalidad común a un grupo de hombres que aparece determinada por sus propios elementos constitutivos, incluyendo en sí misma el conjunto de costumbres, saberes y artes que le son propios y que están adaptados para ser comprendidos por tal civilización. Además, se podría decir que una civilización es una entidad que expresa a su manera lo que es el Ser y que oculta al mismo tiempo lo que No-Es, abarcando en su completitud la Posibilidad Universal. Por lo tanto, la concepción de una civilización va más allá del conjunto de técnicas e instituciones, o de las pretendidas naciones, un concepto moderno que nada tiene que ver con las concepciones orientales tradicionales. Además, entendemos que tratándose de una entidad, debe haber una razón o unidad mayor —en el sentido que pertenece a un ámbito más alto, superior— que le otorgue cohesión, un carácter común compartido por todos los aspectos que la conforman y que en el caso que nos ocupa viene determinado por la tradición extremo oriental. Pero, ¿qué es la “tradición”? …la reiteración a través del tiempo de la metafísica original expresada en todas las lenguas, lugares y períodos, cuya transmisión es llamada [en Occidente] Cadena Áurea y en la Masonería, Cadena de Unión. Esta denominación no sólo se refiere a una metafísica común, sino también a una Cosmogonía igualmente perenne, expresada de distintas formas, pero radicalmente la misma a través de los siglos y los espacios geográficos, aun por los pueblos más arcaicos.1 La metafísica original y su transmisión, ése es el núcleo de toda tradición. Pero, ¿qué es entonces la “metafísica”? Bien, atendiendo a su etimología se puede afirmar que se trata de lo que hay más allá de la física —entendiendo la física como lo hacían los antiguos, es decir, todas las ciencias de la naturaleza—. Lo más apropiado sería referirnos a ella identificándola con el infinito (nunca indefinido) o con la eternidad (nunca perpetuidad), aunque por su propia naturaleza toda pretendida expresión contendrá un error, pues la mostrará imperfecta y limitada, dejando “fuera” de ella más de lo que puede encerrar. Diremos, por lo tanto, que en esencia es ilimitada y, como tal, indefinible. Sin embargo, a pesar de su naturaleza inabarcable puede ser intuida en la medida en que es expresable gracias al lenguaje y a los símbolos, quienes constituyen un precioso punto de partida a través de los cuales es posible aproximarse a ese ámbito ilimitado, en función de las capacidades y el esfuerzo intelectual de cada uno. Así es, la herramienta que posee el ser humano para poder acceder a tales cumbres es el intelecto. Ni la razón, ni los sentimientos. Es a través de la facultad conocida como intuición intelectual, directa e inmediata, desde donde se puede vislumbrar la magnificencia y la sencillez de lo metafísico. Lejos queda la “ciencia” como la conocemos de ordinario con sus estudios cambiantes sometidos a las influencias del espacio y del tiempo, contingente y variable, siempre pendiente de una nueva experimentación que certifique un nuevo galón individual hiperespecializado y particular. También queda lejos la “religión”,2 donde de nuevo predomina un elemento completamente opuesto al intelectual, en este caso es el “sentimiento” expresado a través de la moral, que no es más que relatividad y contingencia. O la “filosofía”, que con sus sistemas cerrados comprime y hasta niega cualquier idea y principio superior. La metafísica no necesita nada de esto pues pertenece a otro dominio que excede todas las contingencias a las que se refieren hoy en día tanto la ciencia como la religión o la filosofía; podríamos decir que dichos términos y los ámbitos a los que se refieren son una forma exterior y limitada, y si bien la metafísica los contiene, ella abarca mucho, pero que mucho más, incluso lo incontable, lo indefinible y eterno. |
![]() Shen Zhou, s. XV. Poeta en la cima de una montaña. The Nelson-Atkins Museum of Art, Kansas City, Missouri USA. |
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Tras estas aclaraciones ya podemos empezar a construir los cimientos fundamentales que nos ayudarán a comprender la metafísica extremo oriental. Aunque antes de iniciar la escalada de los Montes de Wudang que nos abrirán las puertas de la “Ciudad de los Sauces” es necesario desenmascarar a aquellos que por su ineptitud jamás podrán acceder a ella, así como también nombrar en pocas líneas los prejuicios de los que debemos despojarnos si queremos emprender el camino. No es desde la erudición orientalista por donde uno puede penetrar —ni siquiera acercarse— a la tradición extremo oriental. Sus métodos son falsos y sus conclusiones erróneas. La mentalidad del erudito está tan especializada que no es capaz de ver qué hay más allá de las teorías aceptadas y validadas por el conjunto de entendidos dejando fuera a todos aquellos autores, libros o testimonios que no forman parte de su círculo académico produciendo así una especie de exclusivismo donde se premia la individualidad y la notoriedad en lugar del conocimiento y las ideas, dando lugar a una especie de miopía intelectual, una deformidad que les impide acercarse mínimamente a la verdadera Tradición. Aquellos a los que les interesa más el quién, cómo, cuándo y dónde nunca podrán penetrar ninguna doctrina pues la verdad ni tiene nombre propio ni puede ser medida ni fechada. El espíritu se les escapa y como se les escapa nunca podrán comprender el sentido último de todo lo derramado en los textos que estudian y, lo que es aún peor, al no comprenderlo intentarán disimular su ignorancia mediante interpretaciones arbitrarias y fantasiosas que desembocarán en el error, la explicación interesada, falsa y manipulada de una verdad eterna. Lo que viene a ser la antitradición. Tampoco es desde la “ciencia o historia de las religiones” desde donde poder aventurarse a conocer la tradición. Dicho estudio pretende reunir bajo un mismo nombre todas las doctrinas tradicionales arrastrando con ello a culturas que se han desarrollado totalmente ajenas a lo que el término religión implica —recordemos que lo que caracteriza a cualquier religión es poseer un dogma, un culto y una moral—, tales como el hinduismo, el taoísmo o las nativo-americanas por nombrar algunas. Por si esto no fuera suficientemente atroz, los especialistas oficiales toman al racionalismo por bandera y van arrinconando sibilinamente al dogma y al culto en favor de una moralina tibia y arrogante con el único fin de reducir aún más el término religión y remplazarlo por religiosidad. Luego están los charlatanes y personajes fantasmagóricos, aquellos que toman un poco de aquí y otro poco de allá y se montan una tradición a medida. Muy endulzada con las presuntas mieses de la bondad y lo social, tomando apariencias maravillosas y desarrollando clases prácticas conjuntas basadas en las leyes de la experimentación y que con frecuencia aparecen lideradas por un gurú que viene del más allá y que promete salvación eterna. Las sectas. Esas que sustituyen la ausencia de una dirección intelectual efectiva por una moralina de dimensiones estratosféricas, en el mejor de los casos. Todo ello por supuesto validado por la acción disolvente del historicismo oficial. El irresistible deseo historicista y cronológico: sólo lo correctamente fechado es aprobado. ¿Qué pasa entonces con todos aquellos documentos anónimos que sus autores prefirieron mantener sin fechar? ¿Y con aquellos que fueron pasando de unas manos a otras y en el transcurso de su transcripción prescindieron de las versiones más antiguas en favor de las nuevas? ¿y aquellos que aparecen fechados siguiendo una cronología simbólica en referencia a los periodos cósmicos y no históricos? ¿y la tradición oral? Un documento fechado demuestra que no es posterior a esa fecha, pero puede ser anterior. Y, finalmente, tampoco hay que olvidar la importancia capital de las traducciones. Pues las mismas palabras pueden tomar diferentes significados según el lugar y el tiempo en que sean empleadas. Por eso las traducciones literales no tienen ningún sentido y por eso también el conocimiento gramatical de una lengua no da el derecho de facto de traducir sus libros. La traducción debe ser el fruto de un proceso de comprensión interna, de una asimilación efectiva del contenido y no el resultado de la aplicación de determinadas reglas lingüísticas. Ahora sí, desenmascarado el error, nos disponemos a descubrir la antigua metafísica extremo oriental. |
![]() Qiu Ying, c. 1494-1552. Acantilado Rojo. Liaoning Provincial Museum, Shenyang, China. |
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El I-Ching. Origen y fundamento de la cultura extremo oriental Si bien los orígenes de la Tradición China se pierden en la noche de los tiempos, desde el punto de vista histórico se considera que irrumpe alrededor del año 3.700 a. C. René Guénon, del que bebemos en cada uno de nuestros escritos, sugiere que su origen se debe a una “raza amarilla” mucho más antigua que habitaba las tierras de Asia Central y que siguiendo las circunstancias cíclicas se adaptó a las nuevas situaciones.3 Fo-hi fue la entidad encargada de realizar esa adecuación. Ora emperador, ora figura mitológica, a él se le atribuye la invención de la pesca y la caza con armas de hierro, la enseñanza en las artes culinarias y los ritos sacrificiales. Así como también la escritura y la fijación de los principios de su tradición, los cuales quedarán recogidos en lo que hoy conocemos como el I-Ching. El Libro de las Mutaciones. Junto con Fo-hi también aparece Niu-kua hermana y esposa del gobernante, arquetipo femenino de esta tradición y de cuya complementariedad expresada en distintos niveles se irán originando todos los complementarios: Yin y Yang, línea recta y cortada, etc. El libro se basa en la concepción de ocho trigramas que, combinados entre sí, darán lugar a sesenta y cuatro hexagramas mediante los cuales se podrá comprender todo posible. En el principio no existían ni la moral ni el orden social. Los hombres sólo conocían a sus madres, no a sus padres. Cuando estaban hambrientos, buscaban comida; cuando estaban satisfechos, tiraban los restos. Devoraban los animales con la piel y el pelo, bebían su sangre y se vestían con pieles y juncos. Entonces llegó Fo-hi y miró hacia arriba y contempló lo que había en los cielos y miró hacia abajo y contempló lo que ocurría en la tierra. Unió al hombre con la mujer, reguló los cinco cambios y estableció las leyes de la humanidad. Concibió los ocho trigramas para conseguir el dominio sobre el mundo.4 Se dice que los trigramas le fueron revelados al mítico Fo-hi un día que iba paseando a orillas del Río Amarillo. De pronto un dragón emergió de sus aguas y del brillo del sol sobre sus escamas surgieron los ocho trigramas o koua. Desnudos, directos, crudos. Ocho símbolos lineales de cuya combinación surgirá toda posibilidad universal. Los ocho trigramas son: |
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Ki'en El cielo, el padre, lo fuerte y creativo, la cabeza, el caballo. Crear, inicializar, conducir, entrenar, vigor, convergencia y fatigabilidad. |
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K'un La tierra, la madre, lo dócil y receptivo, la barriga, el buey. Alimentar, llevar a término, seguir, llegar a buen puerto, suavidad, repartición, dejarlo ir. |
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Chen El trueno, el primogénito, el movimiento, el pie, el dragón. Estimular, poner en movimiento, despertar, vencer la inercia, impulso, canalizar la emoción, impulsividad. |
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Sun La madera, el viento, la hija mayor, la penetración, el muslo, las aves de corral. Aceptar, ser modelado por la situación, interiorizar, desvanecerse para lograr, flexibilidad, paciencia, vacilación. |
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K’an El agua, la luna, el segundo hijo, el peligro, la oreja, el cerdo. Entrenarse, superar el miedo al negro, profundizar, apoyarse sobre el vacío, valentía, solidez, vértigo. |
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Li El fuego, el sol, la segunda hija, el esplendor, el ojo, el faisán. Comprometerse, ver claro más allá de las apariencias, adherirse, enraizarse en lo completo, coherencia, lucidez, deslumbramiento. |
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Ken La montaña, el benjamín, la quietud, la mano, el perro. Estabilizar, detener lo que causa, reaccionar, superar la ira, calma, pasar a un nivel superior, rigidez. |
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Tui El lago, la hija menor, el placer, la boca, la oveja. Comunicar, allanar los diferentes, exteriorizar, expresarse para reunir, ligereza, elegancia, inconsecuencia. |
| Y decimos símbolos lineales porque su estructura se basa fundamentalmente en dos trazos. Uno continuo y otro partido. La línea continua simboliza el yang o el principio activo, positivo o masculino mientras que la línea partida es el yin, el principio pasivo, negativo o femenino. Esto, sin embargo, no hay que verlo desde un punto de vista dual, pues ambas corrientes energéticas proceden de la polarización de la Unidad metafísica (Tai-Ki), la cual se irá prolongando de forma indefinida hasta desarrollar todos los complementarios de la ciencia tradicional china.5 Asimismo, no hay ningún ser en este mundo que sea completamente Yin o Yang, sino que la naturaleza de cada ser viene determinada por la predominancia de uno u otro principio, tal y como muestra sintéticamente el símbolo siguiente. |
![]() Símbolo del Ying Yang. |
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Símbolo que se puede enriquecer si añadimos a sus costados los ocho trigramas, tal y como se muestra a continuación. |
![]() Símbolo del Ying Yang junto con los ocho trigramas. |
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Pero, ¿cómo se forjó este libro sapiencial clave en el desarrollo de la civilización extremo oriental? Bien, antes de fijarse en un libro sapiencial, se laboraba sobre todo con un conjunto de símbolos, energías, a través de las cuales se podía explicar la cosmogonía al completo. Así, el ser humano consciente de su papel intermediario se relacionaba y comprendía, vivía, dicho simbolismo a través de rituales oraculares. En estos rituales el chamán sacrificaba bueyes que consumía a través de la acción disolvente y purificadora del fuego. Como resultado, los huesos de los animales eran marcados con unas resquebrajaduras producidas por el calor. Dichas marcas eran el augurio, el mensaje proveniente de los seres superiores que el chamán debía interpretar. Siglos más tarde los huesos de bueyes fueron sustituidos por caparazones de tortugas, símbolos perfectos del universo. Con su caparazón redondeado como el cielo y su base cuadrangular como la tierra representaban fielmente todas las posibilidades universales. Así, el uso de la tortuga sistematizaba de alguna forma la interpretación del augurio, pues la base donde aparecía inscrito el mensaje era siempre la misma, facilitando su lectura. Los chamanes continuaron trabajando conscientemente apoyándose en la simbólica de este animal, de tal manera que llegaron a extinguir completamente la especie —se han encontrado más de 150.000 ventrales de tortugas inscritos—. Finalmente, en tiempos del rey Wen y su hijo, el duque de Chou sustituyó los caparazones de tortuga por la consulta directa con varas de bambú. Y entonces, ¿qué querían saber reyes y nobles cuando recurrían al oráculo? Bien, en una sociedad tradicional como la que vivió en la antigua China todo es sagrado, y como todo es sagrado no es de extrañar que las consultas se hicieran sobre cualquier tema, no sólo sobre grandes decisiones de gobierno o enfrentamientos con agentes externos, sino igualmente sobre cualquier aspecto de la vida ordinaria. Y, ¿qué tipo de respuesta se obtenía? La misma que podemos obtener al consultar el I-Ching hoy. La respuesta es siempre descarnada, despersonificada, sin la presencia de seres sobrenaturales, sin cielo ni infierno, ni moral, nada de nada… Simplemente el ser humano en su cotidianidad: caminar, tropezar, cruzar un río, subir una montaña, la alegría, la desdicha, etc. Siempre desde el punto de vista del reciclaje cíclico, es decir, la vida y los cambios producidos por determinadas situaciones, sus mutaciones. ¿Y de qué medios se valía el chamán para consultar el oráculo? En un principio se valía de tallos de milenrama, aunque más adelante se sustituyeron en favor del uso de monedas. Actualmente, y por facilitar la consulta, se suelen usar tres monedas. De este modo, se lanzan las monedas al aire y si sale cara tendrá un valor 3 o yang, si es cruz tendrá un valor 2 o yin. Se sumará el total del valor de cada tirada —de entre 6 y 9— y se trazará la línea correspondiente. 6 y 8 serán trazos yin (línea partida) y 7 y 9 trazos yang (línea continua). Y así se irán lanzando las monedas al aire hasta un total de seis veces completando de esta forma el hexagrama. El resultado de la tirada se irá anotando —y trazando— de abajo hacia arriba hasta completar el hexagrama. Y es que la posición de cada trazo del hexagrama juega un papel fundamental en cuanto a la amplificación del simbolismo a él asociado. A continuación se presenta una tabla con dichas asociaciones y sus derivados, siempre ligados al constante fluir y al cambio. |
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| Por lo que los hexagramas no deben ser vistos como algo rígido o estático, pues según el I-Ching todo es cambio y movimiento. Así, los trazos también mutarán siguiendo el valor que haya tomado la línea en la consulta. Diremos que un trazo está mutando si toma un valor de 6 (3 cruces o yin) o 9 (3 caras o yang). En estos casos, lo que es excesivamente positivo (9) pasa a ser negativo; y lo que es excesivamente negativo (6), pasa a ser positivo. Es decir, el trazo tomará el valor de su contrario. No es así con los trazos de menor carga (7 y 8) que no se movilizarán y permanecerán invariables. Todo lo cual aparece ligado con lo comentado al principio de este artículo: no hay nada absolutamente yin ni nada absolutamente yang. Es decir, existe un hexagrama inicial, raíz o de situación, que indica la carga energética en el momento de hacer la consulta y que se transformará al mismo tiempo en un segundo hexagrama de mutación o perspectiva que indicará por dónde se dirige esa energía, el rumbo hacia el que se encamina la flecha. Si no aparece ningún trazo mutable en la tirada, el hexagrama raíz y el de perspectiva será el mismo. El ejemplo que da Richard Wilhelm en la introducción a su traducción del I-Ching del chino al alemán es la mutación del estado Kun, lo Receptivo (hexagrama 2), hacia el estado Fu, el Retorno (hexagrama 24), gracias a un seis en el primer puesto. |
![]() Hexagrama 2: Kun, Lo Receptivo. |
![]() Hexagrama 24: Fu, El Retorno. |
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Teniendo en cuenta la posición de cada uno de los trazos también se pueden dilucidar otras dialécticas. Como por ejemplo el hexagrama opuesto, que es aquel que se obtiene reemplazando todos los trazos yin por trazos yang y todos los trazos yang por trazos yin. El hexagrama opuesto ayudará a enmarcar lo relatado en el hexagrama inicial, afirmando todo aquello que no es, marcando los límites de todo el campo abierto por el hexagrama inicial y de perspectiva. Un ejemplo de opuestos sería el hexagrama 19. El Acercamiento respecto al 33. La Retirada. Otro ejemplo de saberes contenidos en el I-Ching son los hexagramas nucleares. Estos se obtienen por la vectorización del hexagrama inicial, eliminando los dos vectores más externos (posición uno o “de entrada” y posición seis o “de salida”), dando lugar a cuatro trazos centrales desde los cuales surgirá un nuevo hexagrama. Éste simbolizará el corazón de la situación, la razón profunda e intrínseca que la anima. La formación del trazo nuclear se realiza de la siguiente manera: |
![]() Formación del hexagrama 40. La liberación, desde el trazo 36. El oscurecimiento de la luz. Extraído de Cyrille Javary. Les rouages du Yi Jing. Ed. Picquier, Arlés, 2024. |
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Como resultado de esta combinación, el I-Ching ofrece una nueva perspectiva agrupando los 64 hexagramas en dieciséis familias nucleares con cuatro miembros cada una. Los hexagramas nucleares aparecen entonces asociados al espacio a través de los puntos cardinales (Norte, Este, Sur, Oeste), y al tiempo a través de las estaciones (invierno, primavera, verano, otoño) e igualmente a las fases del sol en el día (mediodía, crepúsculo, noche, amanecer) y, por supuesto, a las energías gran yang, yin, gran yin, yang. |
![]() Ejemplo de familia de cuatro hexagramas alrededor del hexagrama 28. Extraído de Cyrille Javary. Les rouages du Yi Jing. Ed. Picquier, Arlés, 2024. |
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En la familia de cuatro hexagramas cuyo núcleo es el hexagrama 28. La Preponderancia de lo Grande, caracterizado por un exceso de Yang; encontramos primero en el Sur, como la encarnación estival y más Yang, el hexagrama 30. Lo Adherente, El Fuego, que evoca un momento exuberante en el que el exceso de luz es tal que se aconseja “domesticar a la vaca”, un símbolo Yin donde los haya. En el Este, la forma primaveral de este exceso estará representada por 55. La Plenitud, que representa una multiplicidad de brotes y potencialidades que deben podarse para cosechar rápidamente lo mejor. En cuanto a la forma otoñal de este exceso, estará representado en Occidente por la errancia del 56. El Andariego, que evoca el lento progreso de quien no se detendrá hasta encontrar su lugar legítimo y que, durante su viaje, lejos de su entorno familiar y sus vínculos habituales, se ve tentado por todo tipo de comportamiento excesivo. Finalmente, en el extremo Norte se encuentra el exceso en su forma más Yin, más discreta e invernal: el hexagrama 62. La Preponderancia de lo Pequeño. Su nombre, construido como el de La Preponderancia de lo Grande, también significa tanto un “exceso de lo pequeño”, es decir, de Yin, como al mismo tiempo un “pequeño exceso”, porque el Yin, que comprende por su propia naturaleza un factor regulador, incluso en sus excesos solo puede ser pequeñamente excesivo.6 |
![]() Xian Gong, 1618–1689. Paisajes. Metropolitan Museum of Art, Nueva York. |
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Otro de los simbolismos fundamentales que aparece recogido en el I-Ching y que seguirá latente hasta nuestros días es la tríada Cielo-Hombre-Tierra. En el libro sapiencial aparece reflejado a través de la estructura nuclear del libro, los trigramas.7 Para la civilización extremo oriental la Gran Tríada está formada por dos términos complementarios (Cielo o Tien y Tierra o Ti) más un tercero que surge de su acción recíproca (Hombre o Jen). Sin embargo, no existe dualidad Cielo-Tierra pues ambas surgen del Gran Extremo o Tai-Ki, el principio común donde todo permanece indisoluble, indivisible, indeterminado. Asimismo, Tai-Ki, el Ser o la Unidad Trascendente, presupone un origen increado, Wou-Ki, el No-Ser o Cero Metafísico.8 Y al mismo tiempo uno y otro estarán contenidos en el Tao donde ambos estados residen sin diferenciación alguna. En definitiva, en la tradición extremo oriental encontraremos dos tríadas fundamentales. La primera compuesta por Tai-Ki, Tien y Ti —la Unidad y su polarización— y la segunda por Tien, Ti y Jen —la polarización y su unificación mediante el Hombre—. Siendo ambas complementarias y observando que comparten términos, veremos que si los unimos mediante un simbolismo geométrico, obtendremos un cuaternario y podremos advertir fácilmente como Jen es un reflejo de Tai-Ki gracias a la acción y efecto de los principios Tien y Ti. |
![]() Representación geométrica de la polarización de la unidad y su unificación gracias al ser humano. |
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Si tuviéramos que hablar en términos cosmológicos, es decir, más determinados y formales que los metafísicos vistos hasta ahora, diríamos que Tien se asimila a la perfección activa (Khien) mientras que Ti lo hace a la perfección pasiva (Khouen). En términos occidentales diríamos que se asimilarían a la Esencia y a la Substancia respectivamente. Es decir, estarían más ligados a la manifestación en el sentido propio del término y, por lo tanto, establecería el punto de partida de la cosmología tradicional. Pero, ¿por qué no dejamos que sea directamente el I-Ching el que nos conduzca a través de sus trazos a la identificación de Tai-Ki y Wou-Ki hacia el abismo del Tao? A continuación una selección de hexagramas de este regalo de la China antigua. |
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m. T’ung Jen / Comunidad con los hombres El dictamen
La real comunidad entre los hombres ha de llevarse a cabo sobre la base de una participación cósmica. No son los fines particulares del yo, sino las metas de la humanidad lo que produce una duradera comunidad entre los hombres; por eso está dicho: comunidad con hombres en lo libre tiene éxito. Cuando predomina la unión de este tipo, pueden llevarse a cabo aun las tareas difíciles y peligrosas, como el cruce de las grandes aguas. Mas para poder encaminar la existencia de tal comunidad, hace falta un conductor perseverante y esclarecido, cuyas metas sean claras, evidentes y entusiasmadoras y a las que sepa convertir en realidad, con toda energía. La imagen
El cielo posee la misma dirección de movimiento que el fuego, y, sin embargo, se distingue de éste. Así como los cuerpos luminosos del cielo sirven para la participación y estructuración del tiempo, también la sociedad humana y todas las cosas que realmente forman conjuntos, han de ser orgánicamente estructuradas. La comunidad no ha de ser una mezcla de individuos ni una mezcla de cosas –esto sería caos y no comunidad–, sino que requiere una estructurada diversificación si es que ha de conducir al orden. |
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v. Pi / La Gracia El dictamen
La Gracia aporta el éxito. Mas no constituye lo esencial, el fundamento, sino tan sólo la ornamentación. Por eso sólo se la debe aplicar con moderación y en pequeña medida. En el trigrama inferior, el fuego, una línea blanda se introduce entre dos líneas fuertes y las embellece; ahora bien, las líneas fuertes constituyen la esencia, la línea débil es la forma embellecedora. En el trigrama superior, la montaña, la línea fuerte se coloca de un modo determinante en la cúspide, de modo que también se la considera como decisiva en este caso. En la naturaleza, se observa en el cielo la fuerte luz del sol, en la que se basa la vida del mundo. Pero esta condición de lo fuerte, lo esencial, se ve transmutada: encuentra una variación graciosa por la presencia de la luna y las estrellas. En la vida humana la forma bella consiste en el hecho de existir ordenamientos sólidos, que se mantienen firmes como montañas, y se tornan afables gracias a la clara belleza. La contemplación de las formas que hay en el cielo confiere la capacidad de comprender el tiempo con sus cambiantes exigencias. La contemplación de las formas que se observan en la vida humana confiere la posibilidad de configurar el mundo. La imagen
El fuego, cuyo brillo ilumina y da gracia a la montaña, no alumbra a gran distancia. De este modo, si bien la forma agraciada resulta suficiente como para decantar y aclarar asuntos menores, no es posible resolver así problemas importantes. Éstos requieren una mayor seriedad. |
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gg. Tun / La Retirada El dictamen
Las circunstancias señalan que las fuerzas hostiles, favorecidas por el tiempo, han tomado la delantera. En este caso lo que corresponde es la retirada, y es precisamente gracias a la retirada que se obtiene el logro. El éxito consiste en el hecho de que pueda realizarse correctamente la retirada. Es menester no confundir retirada con huida, una fuga que sólo tiene en cuenta la propia salvación, a cualquier precio. La retirada es signo de fortaleza. Es necesario no dejar pasar el momento indicado, mientras uno esté en plena posesión de su vigor y conserve su posición. De este modo sabrá interpretar a tiempo los signos pertinentes y emprenderá los preparativos para una retirada provisional en lugar de trabarse en una desesperada lucha de vida o muerte. De este modo tampoco se abandona sin más el campo a merced del enemigo, sino que más bien se dificulta a éste el avance, mostrando todavía una persistencia en ciertos aspectos. De tal manera, en la retirada ya va preparándose el viraje, el cambio. No es fácil comprender las leyes de semejante retirada activa. El sentido que se oculta en un tiempo como este es importante y significativo. La imagen
La montaña se eleva bajo el cielo, pero su naturaleza implica que finalmente se detenga. El cielo, en cambio, se retira ante ella hacia lejanas alturas y así permanece inalcanzable. He ahí la imagen de cómo el noble se comporta frente al vulgo que viene subiendo. Se retira de él, en su fuero interno. No lo odia, pues el odio es una forma de participación interior mediante la cual uno se ve ligado al objeto que odia. El noble muestra su fortaleza (Cielo) en el hecho de provocar, gracias a su mesura, la detención (montaña) del vulgar. |
![]() Wu Zhen, 1280-1354. Pescadores. |
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Con los arcanos contenidos en el I-Ching terminamos esta primera parte sobre la fundación de la fascinante cultura extremo oriental. En pocas líneas hemos visto como el Gran Extremo (Tai-Ki) se polariza en Cielo (Tien) y Tierra (Ti), reservándose para el Hombre (Jen) el papel intermediario de unir ambos complementarios. Para ello, el hombre sabio o chamán se ha valido de la consulta, comprensión, manducación y vivificación de 64 hexagramas a través de los cuales se expresa la completitud de Tai-Ki. Como hemos comentado, Tai-Ki presupone un origen increado, Wou-Ki que a su vez aparecerá “recogido” en el Tao.9 Pero, ¿qué es el Tao? Esa será la segunda parte de nuestro trabajo. Navegaremos a través de autores y libros de esta tradición milenaria con el fin de poder ofrecer una visión amplia de lo que el Tao simboliza. |
| NOTAS | |
| 1 | Federico González Frías. Diccionario de Símbolos y Temas Misteriosos. Entrada: “Tradición Unánime”. Ed. Libros del Innombrable, Zaragoza, 2013. Integramente en versión online: Diccionario. |
| 2 | Entendida ésta en el sentido actual del término. |
| 3 | Aunque no hay pruebas arqueológicas o científicas que lo determinen, algo secundario en un estudio a la luz de las ideas tal y como hemos comentado desde el principio. Valga también traer al presente que los ocho signos primarios no aparecen en la lengua china, por lo que se especula que puedan proceder de otra lengua foránea. |
| 4 | Richard Wilhelm. I-Ching. El Libro de las Mutaciones. Ed. Edhasa, Barcelona, 1977. |
| 5 | El concepto moral bien-mal no aparece en ningún lado en este simbolismo así como tampoco aparece en el I-Ching ni en el posterior taoísmo. |
| 6 | Cyrille Javary. Les Rouages du Yi Jing. Ed. Picquier, Arlés, 2024. |
| 7 | Trazo superior – Cielo, trazo inferior – Tierra y trazo intermedio – Hombre. |
| 8 | René Guénon. La Grande Triade. Ed. Gallimard, París, 1957. |
| 9 | Que no extrañe al lector iniciado la cercanía y evidente analogía de la metafísica extremo oriental respecto a otras tradiciones más conocidas en occidente. Esto es simplemente porque la Tradición, con mayúsculas, es una y no puede haber sino equivalencia en sus diferentes expresiones a través del tiempo y el espacio. La Verdad es una, no hay más. |
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Bibliografía Richard Wilhelm. I-Ching. El Libro de las Mutaciones. Ed. Edhasa, Barcelona, 1977. René Guénon. La Grande Triade. Ed. Gallimard, París, 1957. René Guénon. Aperçus sur l’ésoterisme islamique et le taoïsme. Ed. Gallimard, París, 1973. Federico González Frías. Diccionario de Símbolos y Temas Misteriosos. Ed. Libros del Innombrable, Zaragoza, 2013. Cyrille Javary. Les rouages du Yi Jing. Ed. Picquier, Arlés, 2024. Thomas Cleary. Lao Tse. Wen-Tzu. La comprensión de los misterios del Tao. Ed. EDAF, Madrid, 2000. Marcel Conche. Lao-Tse. Tao-te king. Ed. Presses Universitaires de France, París, 2003. Jean François Billeter. Leçons sur Tchouang-Tseu. Ed. Allia, París, 2023. François Cheng. Poésie Chinoise. Ed. Albin Michel, París, 2000. Liou Kia-hway. Tchouang-tseu. Oeuvre complete. Ed. Gallimard / UNESCO, París, 1969. Jean-Paul Bourre. Méditations du Tao. Ed. Presses du Châtelet, Sables d’Olonne, 2004. |
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