SYMBOLOS
Revista internacional de 
Arte - Cultura - Gnosis


MEDALLONES DE DAMAS HERMETICAS
III
El Camino del Largo Estudio y el Arte de la Construcción. Cristina de Pizán (1364-1430) (y 5)
MIREIA VALLS

El Arte de la Construcción
Los anteriores apuntes denotan que el Medioevo estuvo atravesado por la corriente Hermética, que se plasmó, entre muchas otras cosas, en una rica cultura intelectual y popular depositaria de símbolos, mitos y ritos universales, los cuales, adaptándose a las circunstancias espacio-temporales y a la naturaleza de los seres a los que se dirigían, constituyeron el soporte para su realización interior y espiritual, sin dejar a nadie fuera de la posibilidad de acceder al Conocimiento; por algo se dice que aunque las vías de penetración en los Misterios son diversas en su forma, todas conducen al mismo y único Centro.

Pero en el siglo XV –fundamentalmente por las razones de orden cíclico a las que ya hemos aludido con anterioridad180,– Occidente corta el vínculo con el Principio, se olvida del Espíritu que alienta el orden universal y la inmensa mayoría de sus integrantes, apegándose sólo a la forma, no hacen más que quedar expuestos a un proceso de fosilización que poco a poco mata la vida y va resquebrajando lo que queda de sagrado en la civilización occidental. El ser humano deja de comprender la esencia de lo que simboliza, de lo que es. El varón, a partir de entonces, domina por la fuerza y la mujer se recluye y es oprimida. Las vías iniciáticas propias de las mujeres se extinguen y sólo perviven algunas de las de los hombres. Como se dice en el Corpus Hermeticum: "Los dioses abandonarán la tierra y volverán a ganar el cielo."

Creemos que Cristina de Pizán aprecia con lucidez que éste es el punto a que se ha llegado en su tiempo y por ello anima a las mujeres de su época a apartarse del error y la ignorancia y a mirar de nuevo hacia su interior, poniendo toda la voluntad y acción en recuperar la esencia de su naturaleza181 e insinuando también que el camino para acceder y seguir una vía de Conocimiento es cada vez más difícil, más solitario, exento de soportes grupales, pero que cuenta todavía con ayudas tradicionales vivas para todo aquél que las busque con sinceridad y tenga "cualidades" para rescatarlas. Además, y quizá sin ser plenamente consciente de todo el alcance y lectura de su propuesta, incita a las mujeres en posesión de tales cualidades182 (las de su tiempo, las pasadas y las futuras) a emprender una obra magna: la construcción de un baluarte inexpugnable donde salvaguardar todo lo rescatable de la verdadera feminidad. Para tal empresa, Cristina no espera pasivamente que ello se dé sin esfuerzo, sino que moviliza la voluntad y la recta intención y, rememorando las vidas y hechos significativos de féminas históricas o míticas –desde la más remota antigüedad hasta sus días–, y por indicación y con la ayuda celeste de tres Damas que actúan de intermediarias (Razón183, Derechura184 y Justicia185) construye una Ciudad Utópica, la Ciudad de las Damas, que precisamente da nombre a otra de sus obras más significativas y que representa según palabras de un maestro de la Tradición Hermética, "un anticipo medieval de las que serán las utopías renacentistas de Campanella, Moro, Bacon y otros", las cuales nos hablan de una urbe ideal186, arquetipo del cosmos y del Hombre Universal. Cristina, aunque por modestia o para evitarse problemas de diversa índole con el poder establecido, dice no conocerla187, emplea la simbólica constructiva para erigir tal Ciudad, proceso que más allá de una lectura literal y exterior se está refiriendo sobre todo a una arquitectura interior. Si bien la escritora anuncia que dicha Ciudad es construida por y para mujeres, creemos que ello no debe tomarse al pie de la letra (precisamente la literalidad es la que ha dado pie a las interpretaciones sesgadas y parciales de corte feminista), sino que encierra una simbólica mucho más alta y profunda: la necesidad de que todo ser, ya sea hembra o varón, recupere y encarne plenamente en su interioridad el arquetipo femenino188, y sobre todo, que ello acontezca en estos momentos de fin de ciclo cósmico que se viven desde hace mucho tiempo, en los que es del todo imprescindible que el alma de los seres humanos llamados a mantener el recuerdo del Principio hasta el fin de los tiempos se torne totalmente receptiva, tal cual el espejo refulgente, la copa vacía, las aguas mansas, el arca o la tierra labrada presta a ser fecundada por la virilidad del Espíritu189.

Esta realidad que debe operarse tanto a escala macrocósmica como microcósmica, esto es, en la individualidad del "llamado" por la deidad, necesita en este caso de unas ayudas para efectivizarse. Cristina de Pizán recurre a la simbólica constructiva, lo que nos pone de inmediato sobre la pista de la Masonería –organización iniciática nacida en tiempos míticos y revitalizada en la Edad Media por las cofradías de constructores de las catedrales–, que como se sabe emplea tal simbólica como soporte para la realización espiritual de sus adeptos. Con ello no queremos decir que nuestra escritora preconizara el acceso de la mujer a las corporaciones de constructores de su tiempo, pero sí que su riquisímo depósito doctrinal y simbólico le era próximo en alguna medida, al tiempo que lo reconoció totalmente válido como vehículo para esa edificación ideal190. En la Ciudad de las Damas se sintetiza la idea de la "cosmización" del ser individual, así como de la constitución de una "entidad cosmizada", ese edificio cósmico o arca universal donde acontece toda la magna obra de divinización. Precisamente, desde la Edad Media, es la Masonería (y también el Compañerazgo, aunque sólo en Francia), la organización iniciática que, siendo "arca viva" de los símbolos, mitos y ritos sagrados de Occidente, ha hecho posible este proceso a los que han recibido la Iniciación en su seno. En este sentido es bien interesante estudiar cómo se ha producido la vinculación de la mujer a la Masonería, investigación que será abordada en otro Medallón de esta colección, pero lo evidente es que en pleno siglo XXI, y tras ciertas adaptaciones del todo ajustadas a la regularidad, aquella organización iniciática acoge en su matriz –aunque no en todas sus logias– a todos los hombres y mujeres libres y de buenas costumbres que aspiran a ser raptados por los dioses –y por Hermes en especial–, y conducidos a las regiones celestes ignotas, universales y arquetípicas, para finalmente conquistar el Reino de la Eternidad (ámbito de la Metafísica). Esa Ciudad Ideal proyectada por Cristina es la antesala de la Eternidad. Terminamos este Medallón con las últimas palabras de La Ciudad de la Damas:

"Alegraos apurando gustosamente el saber y cultivad vuestros méritos. Así crecerá gozosamente nuestra Ciudad. Yo, Cristina, que me puse a vuestro servicio, os pido, damas mías, que recéis por mí para que Dios, que me concedió la gracia de vivir en este mundo, me otorgue también el perseverar en mi esforzado servicio y me acoja luego en la ciudad Celeste. Que extienda a todas vosotras la gracia de gozar de la eternidad191. Amén."


. pero baste con que algunos guarden integralmente el verdadero conocimiento para estar preparados, cuando se hayan cumplido los tiempos, para salvar todo lo que todavía puede ser salvado del mundo actual, y que se convertirá en el germen del mundo futuro.

René Guénon, Estudios sobre el Hinduismo.

 

NOTAS
180 Ver nota 113.
181 Se trata, como siempre, de armonizar los aparentes opuestos y complementarios, potenciando todo lo que de viril hay en uno para fomentar la receptividad y vacuidad.
182

Destacamos el mensaje que le transmiten las tres Damas que la visitan:

"Nos hemos apiadado de ti y venimos para anunciarte la construcción de una Ciudad. Tú serás la elegida para edificar y cerrar, con nuestro consejo y ayuda, el recinto de tan fuerte ciudadela. Solo la habitarán damas ilustres y mujeres dignas, porque aquellas que estén desprovistas de estas cualidades tendrán cerrado el recinto de nuestra Ciudad". La Ciudad de las Damas, pág. 70.

183

Razón se presenta con este atributo:

"Como mi papel es que cada uno y cada una se vea en su alma y conciencia y conozca sus vicios y defectos, no tengo por emblema el cetro sino el espejo refulgente que llevo en la diestra. Has de saber que quien se mire en este espejo se verá reflejado hasta en lo más hondo de su alma. ¡Qué poderosa virtud la de este espejo mío! Míralo, con sus piedras preciosas: nada puede llevarse a cabo sin él, ahí quedan conocidas las esencias, cualidades, relación y medida de todas las cosas". Op. cit. pág. 69.

184

Derechura le muestra su emblema y función:

"A modo de cetro llevo en la diestra esta vara resplandeciente que delimita como una recta regla el bien y el mal, lo justo y lo injusto; quien la siga no se extraviará. (.) Con esta regla, que tiene muchas virtudes, pueden trazarse los límites de cualquier cosa. Te será muy útil para medir los edificios de la Ciudad que debes construir. La necesitarás para levantar los grandes templos, diseñar y construir calles y plazas, palacios, casas y alhóndigas, y para ayudarte con todo lo necesario para poblar una ciudad. Para eso he venido, éste es mi papel. Si el diámetro y la circunferencia de las murallas te parecen muy grandes, no debes preocuparte, porque con la ayuda de Dios y la nuestra terminarás su construcción ciñendo y colmando el lugar con hermosas mansiones y magníficas casas palaciegas. Ningún espacio quedará sin edificar". Op. cit. pág. 72.

185

Justicia, la que corona la obra se le presenta así:

"Esta copa de oro fino que ves en mi mano diestra, medida de buen tamaño, me la ha dado Dios para devolver a cada uno lo debido". Op. cit. pág. 73.

Y a continuación le destaca de ellas tres:

"Todas convergen hacia mí, las tres somos por así decir una sola: lo que propone la primera, la segunda lo dispone, y yo, la tercera, lo llevo a perfecto término. Por ello las tres hemos acordado que yo venga en tu ayuda para terminar tu Ciudad. Será responsabilidad mía rematar con oro fino y pulido los tejados de las torres, mansiones y casas palaciegas. Terminada la Ciudad la poblaré para ti con mujeres ilustres y traeré una gran reina a quien las demás damas rendirán homenaje y pleitesía. Con tu ayuda quedará la Ciudad cerrada con fortificaciones y pesadas puertas que bajaré del cielo. Después pondré las llaves en tu mano". Op. cit. pág. 73.

186

"Hemos hablado ya en varias oportunidades sobre el simbolismo de la 'Ciudad divina' (Brahma-pura en la tradición hindú); sabido es que lo así designado propiamente es el centro del ser, representado por el corazón que por lo demás le corresponde efectivamente en el organismo corpóreo, y que ese centro es la residencia de Púrusha, identificado con el Principio Divino (Brahma) en cuanto éste es el 'ordenador interno' (ántar-yâmî) que rige el conjunto de las facultades de ese ser por la actividad 'no actuante' que es consecuencia inmediata de su sola presencia". René Guénon. Símbolos Fundamentales de la Ciencia Sagrada, pág. 402.

187

"Pobre de espíritu, no estudié ni la geometría ni el arte y todo ignoro de la ciencia de la arquitectura y de las artes de la albañilería. Si aún pudiera aprenderlas, ¿cómo iba a encontrar en este débil cuerpo de mujer la fuerza para emprender tan alta tarea? Sin embargo, muy veneradas Damas, aunque me encuentre todavía asombrada por tan singular aparición, yo sé que para Dios nada es imposible, y que he de creer que todo cuanto emprenderé con vuestra ayuda y consejo quedará ultimado. Con todas mis fuerzas rindo alabanzas a Dios y a vos, Damas mías, que me honráis con tan noble cargo. Lo acepto gozosamente, heme aquí dispuesta a serviros. Hágase en mí según vuestras palabras". Op. cit. pág. 74.

Y a éstos siguen muchos otros pasajes en los que la autora aplica las leyes de la construcción; animamos al lector a que los identifique.

188

"¡Qué felices vivirán las damas de nuestra Ciudad!. No tendrán que temer ser expulsadas por ejércitos extranjeros, porque la obra que hemos ido construyendo tiene una propiedad especial, la de ser inexpugnable. Ahora empieza la era del Nuevo Reino de la Femineidad, muy superior al antiguo reino de las amazonas, porque las damas que habitan aquí no tendrán que marcharse para concebir y dar a luz a nuevas herederas que mantengan sus posesiones y perpetúen su linaje. Quienes se alojen aquí, ahora, vivirán en esta Ciudad eternamente". Op. cit. pág. 169.

189

De más está decir que en la concordia universal, las dos tendencias cósmicas, a saber, la positiva y la negativa, la luminosa y la oscura, la activa y la pasiva, la masculina y femenina, siempre están presentes de un modo u otro, y que sus aparentes desequilibrios contribuyen a la armonía del Todo. Además, recordemos, citando a René Guénon que:

"la participación en ambos principios existe para todo ser manifestado, y se traduce en él por la presencia de los dos términos, yang y yin, pero en proporciones diversas y siempre con predominancia de uno sobre otro; la unión perfectamente equilibrada de estos dos términos no puede ser realizada más que en el 'estado primordial'. En cuanto al estado total, ya no puede haber cuestión en él de ninguna distinción entre el yang y el yin, que han regresado entonces a la indiferenciación inicial; ni siquiera se puede hablar aquí del 'Andrógino', lo que implica ya una cierta dualidad en la unidad misma, sino solamente de la 'neutralidad' que es la del Ser considerado en sí mismo, más allá de la distinción de la 'esencia' y la 'substancia', del 'Cielo' y la 'Tierra', de Purusha y Prakriti". El Simbolismo de la Cruz, capítulo XXVII.

190

"¡Levántate, hija mía! Salgamos sin tardanza al Campo de las Letras. Es allí, en aquel país rico y fértil, donde será fundada la Ciudad de las Damas, allí donde se hallan mansos ríos y vergeles cargados de fruta, donde la tierra produce buenas y abundantes cosas. Coge la azada de tu inteligencia y cava hondo. Por donde veas el trazado de mi regla, cava un foso profundo, yo te ayudaré cargando la tierra en cestas que llevaré a hombros". La Ciudad de las Damas, pág. 75.

"Ahora queda diseñada la gran obra que he preparado para ti –me dijo Razón–, sólo tienes que esforzarte en cavar la tierra, siguiendo la línea que he trazado con mi regla". Op. cit. pág. 79.

"Coge ya tu pluma como si fuera una pala de allanar mortero y date prisa para llevar a cabo con ardor esta obra. Aquí está esa gran piedra hermosa que debe ser la primera asentada en la base de tu Ciudad. Se ve en los signos astrales como Naturaleza la ha destinado para ser utilizada en esta construcción y quedar incorporada a la obra. Apártate entonces un poco, yo colocaré para ti esta primera piedra" ibid. pág. 93.

Y a estos fragmentos siguen muchos otros con los que se va elevando este Reino Ideal y en los que figura la simbólica de algunas herramientas de la Masonería (regla, plomada, piedra de fundamento, piedra cimera, etc., etc.).

191

"En verdad este fin último en la existencia del iniciado es un estado del Ser Universal que puede ser conocido por lo humano, gracias a la cosmización que representa el ascenso por el eje vertical –que en el simbolismo geométrico es el centro de cualquier plano–, que liga todos los mundos posibles, que incluyen cielo, hombre, tierra: (o cielo, tierra e inframundo en diversas tradiciones), para llegar a algo tan tenue como la Posibilidad Universal, la que podría ser vista también como un Eterno Reposo (valga la contradicción en los términos) y el cese de cualquier acción que siempre necesita de un espacio y un tiempo para expresarse". Phoenix, Eblis - Caín - Hermes - Hiram.


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